Azul un ala... ¿del color del cielo?

En el Día de la Bandera, investigadores del CONICET repasan sus estudios en torno a los colores de la máxima insignia nacional desde diferentes disciplinas. Las conclusiones que llevaron a derribar mitos históricos con un sello científico.

Marianela Ríos (Agencia CTyS-UNLaM) - Dicen que Manuel Belgrano se inspiró en el cielo para elegir los colores de la Bandera. Hoy, el celeste y blanco recorre escarapelas, escudos, estandartes y camisetas. Pensar en ella remite a actos y canciones escolares que fueron tejiendo los relatos más popularizados. ¿Pero cuánto se sabe realmente sobre el origen y características de esta insignia?

En los últimos años, investigaciones del CONICET dieron cuenta de algunos datos que contribuyeron a echar un poco de luz sobre esta parte de la historia argentina. Una de ellas fue la realizada por científicos del Centro de Química Inorgánica “Dr. Pedro J. Aymonino” (CEQUINOR, CONICET-UNLP), quienes lograron determinar el color original de la Bandera de Macha, considerada la más antigua que se conserva. 

La historia relata que, tras las derrotas en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, en 1813, Belgrano ordenó ocultar las dos banderas que utilizó su Ejército en el Alto Perú para que no cayeran en manos del enemigo. Con la ayuda del párroco de la capilla del paraje Titiri, las escondieron detrás de un cuadro. Setenta años después, en 1883, fueron halladas y luego bautizadas como Bandera de Macha y de Ayohuma.

“La idea de estudiar las dos banderas más antiguas que se conocen surgió por un trabajo previo que hicimos con la Bandera de Aráoz, la cual yo creía que era la que Belgrano había utilizado en la Batalla de Tucumán, pero no, era posterior. Así que, después, comenzamos a analizar la de Macha, que implicó un viaje muy emocionante a Sucre, Bolivia, donde se encuentra custodiada por los restos de Juana Azurduy”, recordó Carlos Della Védova, director del CEQUINOR y uno de los autores del trabajo, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.

Junto a las investigadoras Rosana Romano y Lorena Picone, el equipo tomó las muestras que permanecían en los paños donde se la había conservado, en la Iglesia de Titiri, y volvieron a Buenos Aires para llevar adelante los estudios espectroscópicos y químicos. Así descubrieron cuál era el color original que eligió Belgrano para la bandera que los representaba en el campo de batalla: azul índigo fue el colorante encontrado.

“Fue un extenso trabajo porque, en términos de concentración, es como encontrar un granito de colorante en un tanque de 1000 litros de agua. Pero pudimos determinar, incluso, la característica del índigo. Provenía de una planta originaria de Europa, algo importante porque da la pauta de que esos paños ingresaron por el Puerto de Buenos Aires”, resaltó.

Además, hallaron que el tipo de tela utilizado fue seda. “Era un tafetán de entramado simple. Estudiamos también la evolución de la tela y por qué se va poniendo amarillenta con el tiempo, que es algo común a todos los paños de seda que se usaron tanto para banderas como para vestimentas en esa época”, explicó el vicedirector del CCT CONICET La Plata.

La Bandera de Macha es distintiva por tener los colores invertidos a la que se utiliza actualmente, es decir, blanca en los extremos y azul en el centro. Mientras que la de Ayohuma, que se encuentra en el Museo Histórico Nacional, es azul, blanca y azul, tal como fue aprobado su uso posteriormente en 1816, durante el Congreso de Tucumán.

“Ahora se nos facilitó una muestra de la que está en el Museo Histórico Nacional. Estamos analizando su correlación para tratar de demostrar si el paño utilizado es el mismo que la de Macha y así, quizás, encontrar otra hermandad de origen entre estas dos banderas, ahora, desde el punto de vista científico”, adelantó.

Los colores de la Revolución

Reza la canción del Saludo a la Bandera “el firmamento su color te dio”. Lejos de los versos compuestos por el músico Leopoldo Corretjer, los verdaderos motivos que llevaron a Manuel Belgrano a elegir los colores del pabellón son inciertos. En lo que coinciden los historiadores es que nada tuvo que ver con el cielo. Más bien fue el retrato del proceso político que se atravesaba por esos años.

Para José Carlos Chiaramonte, investigador en el Instituto Ravignani (UBA-CONICET) los colores de la bandera que izó Belgrano por primera vez el 27 de febrero de 1812 tienen vinculación con la relación que existía en ese momento con la monarquía española. “Son los de la Orden de Carlos III y eso lo podemos observar en el cuadro de Goya, que se encuentra en el Museo del Prado, donde aparece Carlos IV y un joven Fernando VII, luciendo una banda cruzada azul y blanca”, aseguró.

Según el historiador, el prócer toma estos colores que le eran familiares con un “claro sentido político”. “Hay que recordar que, si bien el 25 de mayo la Primera Junta publicó un manifiesto diciendo que el pueblo asumía la total soberanía, al día siguiente se corrigió diciendo que la conservaba en nombre del Rey Fernando VII hasta tanto fuese liberado”, sostuvo.

La decisión, sostuvo Chiaramonte, reflejó la diferencia de los proyectos políticos de la época entre los que abogaban por dejar de depender de España, pero no del rey, y aquellos que comenzaban a reclamar una separación total. “Levantar una bandera azul y blanca tiene que ver con esa postura que adoptaron los primeros movimientos de independencia, desde México hasta Buenos Aires, que era: ‘Nosotros somos súbditos de la Corona de Castilla y no de la Nación española’. Por eso es que cuando el Consejo de Regencia, la autoridad que suplantó al monarca preso, reclamó obediencia, la rechazaron”, remarcó.

Por último, explicó que la construcción de la bandera como símbolo patrio tardó varios años en consolidarse. De hecho, aclaró Chiaramonte, fue negada por algunos pueblos del Interior al considerarla una representación porteña. “Esto queda claro cuando en 1833, el entonces gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe, publicó un decreto en el que decía que era hora de tener una propia bandera porque esos colores no representan a los entrerrianos. Consideraban que estaban identificados con el accionar de Buenos Aires, que fue donde comenzó el proceso que llevaría a la independencia”, concluyó.


Explicaba el decreto que “…se adoptó el pabellón azul y blanco que cubría la provincia de Buenos Aires considerando acaso que de hecho debía ser el nacional; pero como ha sucedido todo lo contrario y que cada provincia ha elevado un pabellón distinto a todos los demás de la República es de opinión que la de Entre Ríos debe diferenciar el suyo del de Buenos Aires a fin de que por este distintivo se conozcan los individuos que dependen de ella.”