“Hay que debatir el rol de la ciencia en un proyecto de país”

Para el Director del Instituto Germani desde 2007, en Argentina “se consolidó el sistema científico técnico en su conjunto, y las ciencias sociales en particular”, aunque aclara que “eso no asegura un desarrollo científico” y que “hace falta una discusión de cuales son sus directrices”.

Empecemos por la edición de “La Sociedad en Cuestión”, la antología comentada de la obra de Gino Germani, ¿Qué motivó releer a un autor que escribió hace más de 50 años?

La gran inquietud que nos llevo a publicar “La sociedad en cuestión”, es que estos textos siguen siendo muy valiosos porque contienen sugerencias muy interesantes no tanto por el contenido empírico sino por la forma de abordaje de lo social. Son textos que, obviamente, han sido criticados, repensados y corregidos por investigaciones sucesivas, pero son sugerentes para abordar grandes problemas sociales contemporáneos.

¿Rescatar su obra contribuye a desmitificar la distinción entre ciencias blandas y duras, y a jerarquizar la rigurosidad de la investigación social?

Esa distinción no es sustentable en términos sociológicos reales. En las distintas ciencias hay acumulaciones de conocimiento diferentes, que son el resultado de procesos diversos. Las ciencias sociales son una experiencia más reciente en términos históricos, que además ha encontrado obstáculos políticos muy fuerte para su desarrollo.

Eso es algo muy presente en la historia de Argentina…

En el país recién hoy podemos hablar de un proyecto de institucionalización de las ciencias sociales, esto se da en simultáneo a un proceso de institucionalización de la vida política. Muchas veces el estudio de lo social fue tildado de subversivo por las clases dominantes y los sectores conservadores. Hubo un bache generacional en la formación de cientistas sociales, producto de dictaduras, genocidios, expulsiones, cierres de carreras e intervenciones que hicieron prácticamente imposible desarrollar la actividad. No obstante, vale aclarar que la lucha porque el ámbito de lo social sea objeto del conocimiento científico fue una lucha histórica de la humanidad. El pensamiento mágico o el realismo religioso fueron durante siglos los modos en los que se organizaban las representaciones sobre los distintos tipos de problemas. Durante mucho tiempo, los fenómenos naturales se explicaron, a través de las voluntades divinas. Esto fue parte del sentido común de una época, hasta que un largo proceso de secularización, que fue llevando a ciertos desplazamientos, provocó que cierto tipo de explicaciones sean resultantes del conocimiento científico.

Quizá esa confianza en el sentido común dificulte reconocer al conocimiento científico como explicación dominante de ciertos fenómenos sociales…

Si, pero ese no es un problema único de las ciencias sociales, aunque en ellas esta lucha es mucho más difícil, porque requieren de una mayor capacidad de descentramiento del objeto, que permita construir una mediación metodológica para poder conocer elementos que excedan a lo que nos indica nuestra relación primaria con lo que hacemos nosotros y con lo que hacen los otros No obstante, ni siquiera en las explicaciones de los fenómenos de la naturaleza deja de funcionar el sentido común. Por ejemplo, es sabido que la tierra gira alrededor del sol y, sin embargo, todos decimos que el sol sale por el este y se pone por el oeste. Esto no es así, pero nuestro sentido común, el modo primario en el que nos relacionamos con el entorno que nos rodea, nos conduce hacia ese razonamiento.

Sin embargo, en la discusión pública, las ciencias de la naturaleza son más reconocidas que las sociales como explicación dominante…

Eso se debe a procesos de diverso tipo, uno es el alto grado de prejuicios; el primer ministro de Ciencia y Técnica llegó a expresar públicamente este tipo de prejuicios, diciendo, por ejemplo, que las ciencias sociales hacen teología. Y en eso influye mucho el lugar que se les da a las ciencias sociales en la cuestión pública.

¿Cómo se superan esos prejuicios?

Divulgando la gran cantidad de líneas de investigación que se desarrollan. El Instituto Germani es un claro ejemplo, con más de 200 proyectos en distintas áreas del campo social. Y, además, en la medida en que se conozca, no sólo se valorizan las ciencias sociales, sino que se valorizan las políticas públicas. Muchos avances pueden ser insumos para las políticas públicas y también para las estrategias de intervención de los distintos actores de la sociedad civil. Obviamente, la ciencia jamás reemplazará a la discusión política y pública; valorar el conocimiento científico no avala la posibilidad de una tecnocracia, pero el conocimiento científico, bien utilizado, puede nutrir esas discusiones.

Esa desvalorización se refleja, por ejemplo, en la escasa inclusión del conocimiento científico social en los medios de comunicación…

Por ejemplo, cuando en un medio de comunicación se va a hablar de astronomía o meteorología, probablemente se entreviste a alguna persona de la especialidad, pero cuando se va a hablar de seguridad, es muy probable que un programa periodístico invite a una estrella artística a que de su opinión sobre lo que hay que hacer. ¿Qué quiero decir con esto? Que las formas objetivas que se utilizan en el modo de análisis y reproducción de lo social en la discusión pública están todavía en una etapa pre-científica, lo que se demuestra en, para citar un caso, la atribución permanente a los caracteres psicológicos de los individuos de los procesos políticos más recientes de nuestro país. Hay en esto, a diferencia del los análisis vinculados a los fenómenos de la naturaleza, un atraso brutal.

¿Este atraso en la discusión pública se refleja en el ámbito académico?

No, en la academia, el desarrollo de las ciencias sociales es promisorio, aunque, para no pecar de excesivo optimismo, debo decir que todavía es reciente y debe ser reforzado. Hace una década comenzó a delinearse una política de ciencia en el país, que se consolidó con la creación en 2007 de un ministerio, junto a un nuevo desarrollo del CONICET, lo que redundó en un crecimiento del sistema científico técnico en su conjunto, y de las ciencias sociales en particular. No obstante, eso no asegura un desarrollo científico. Hace falta que ese crecimiento contenga una discusión de cuales son sus directrices. Hay un debate abierto al que hay que incorporar a todos, para decidir cuál tiene que ser el rol del sistema de ciencia y técnica en un nuevo proyecto de país.

¿Esa es la discusión prioritaria en el mundo político académico hoy?

Es una de las discusiones, pero no es la única. Otro de los temas para discutir es resolver favorablemente estos prejuicios sobre las ciencias sociales. También, el mundo académico debe preguntarse en qué medida quiere ser un centro autónomo de producción de investigación, que este a la altura de incorporarse, en cooperación, a los mejores desarrollos del planeta, o en qué medida quiere ser la realización dependiente de tecnologías producidas básicamente en los países centrales. Muy vinculada a esta el debate sobre la vinculación entre la investigación pura y aplicada. Estas son las discusiones centrales a dar hoy.

Producir ciencia desde, para y pensando en Argentina …

Exactamente. Aún hoy hay modas de investigación que importan acríticamente marcos teóricos de realidades totalmente ajenas, para estudiar problemas distintos a los que los originaron, lo que muchas veces produce resultados empobrecedores. Hoy, al haber mayor desarrollo latinoamericano, hay más posibilidades de que las acumulaciones regionales en el campo de la investigación científica y de la reflexión teórica se inserten en las discusiones globales. El desafío es producir autónomamente conocimiento en una perspectiva universalista requisito necesario del conocimiento científico. Eso presupone una lucha por cambiar una parte de las jerarquizaciones existentes en el sistema internacional.

Por ejemplo, en el caso de las publicaciones científicas…

A eso me refería. En ocasiones los sistemas de publicación internacional son poco permeables a nuestra producción, y funcionan muchas veces como disciplinamiento más que como elemento que favorezca la investigación. En el caso de la cooperación internacional, también estamos luchando por construir relaciones que sean realmente de cooperación y no de beneficio unilateral. Es una lucha a desandar, y estamos en condiciones para darla, en un contexto de replanteamiento general de las relaciones internacionales. Los procesos políticos y académicos de autonomización regional en el sur de América Latina son fenómenos que van de la mano.

Volviendo al tema inicial, ¿cómo definiría a “La Sociedad en Cuestión”?

Es una antología comentada de la obra de Gino Germani, que selecciona textos claves de su trayectoria, muchos de los cuales no se encontraban disponibles hoy en día, por ser ediciones agotadas o artículos inéditos. La selección y comentario estuvo a cargo de especialistas de diferentes áreas temáticas. En su mayoría, los investigadores responsables de la selección de los textos han compartido espacios de formación, investigación y debate político e intelectual con el científico italiano, lo cual sumado a su profundo conocimiento del trabajo de Germani, hacen de esta compilación un medio ideal para renovar el interés sociológico en su obra. Ana Germani e Inés Izaguirre; Miguel Murmis; Ruth Sautu y equipo; Alfredo Lattes; Raúl Jorrat; y Juan Carlos Marín dialogan con la obra y biografía intelectual de Germani y presentan algunos textos que se destacan por su valor documental, que además brindan testimonio de momentos clave en la construcción del campo disciplinar. Es un libro de 700 páginas que está disponible en una edición en papel muy cuidada estéticamente, y en simultáneo también está disponible también on-line, con acceso libre y gratuito para todo aquel que lo quiera leer.

¿Por qué llamaron Gino Germani al instituto?

Significa honrar una trayectoria, y es un reconocimiento a su lugar destacado en nuestra historia institucional. Que el instituto lleve el nombre de Gino Germani no significa que todos allí sean germanianos; por el contrario, es un instituto con toda la pluralidad teórica y metodológica de la universidad pública, pero, obviamente, hay un reconocimiento a su determinación por construir la investigación social como una empresa académica, y llevar a cabo un proceso de institucionalización que pueda producir investigadores e investigación de la más alta calidad científica. Germani luchó por ello, y puso su vida a disposición de este proyecto, y por eso es el reconocimiento.

Julián Rebón es Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Mg. en Población (FLACSO) y Sociólogo (UBA). Investigador del CONICET. Actualmente se desempeña como Director del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y como Profesor de la Carrera de Sociología y de la Maestría en Investigación en Ciencias Sociales de esa casa. Publicó gran cantidad de artículos científicos y libros relacionados con las ciencias sociales.

Entrevista realizada por Javier D’Alessandro (Agencia CTyS)