Esas mujeres

Desde 1997, cada 23 de septiembre se conmemora el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer. Se estableció en memoria de la promulgación de la ley 13.010 que instituyó la igualdad entre el hombre y la mujer a la hora de sufragar, en 1947, en pleno auge del gobierno peronista. Agencia CTyS revisa cómo este movimiento político incluyó a las mujeres, más allá de la ley de sufragio.

Agencia CTyS (María Florencia Alcaraz)- Mujeres que luchan contra la opresión de los colonizadores, mujeres que toman las armas para liberarse, mujeres que buscan a sus hijos y nietos víctimas del terrorismo de Estado,  mujeres que luchan contra la megaminería a cielo abierto, mujeres protagonistas de sus destinos y motores de los cambios sociales que, históricamente, reclamaron equidad al momento de la toma de decisiones.

"A lo largo de los tiempos y, desde luego, mucho antes de que las mujeres conquistaran el derecho a sufragar no hay ninguna escena de la vida pública que no haya tenido participación femenina, aunque se les rehusaran derechos y carecieran de legitimidad”, afirma la socióloga, historiadora y directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, Dora Barrancos.

Las relaciones entre mujeres y hombres han estado marcadas por una asimetría en el ejercicio del poder, pero esa situación de desigualdad comienza a equipararse con la legalización de sus derechos políticos. Tuvieron que transcurrir 35 años de la denominada Ley Sáenz Peña, Ley Electoral N° 8.871, para que el sufragio se convirtiera realmente en un derecho universal sin distinción de género. El 23 de septiembre de 1947 se promulgó la Ley Nacional 13.010, que estableció que las mujeres argentinas tienen los mismos derechos políticos y están sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos. En ese sentido, el Peronismo y la figura de Eva Perón marcaron un punto de inflexión en la historia de las luchas por la igualdad de oportunidades políticas.

 “Ya desde su cargo en la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón apeló a las mujeres trabajadoras para que se organizaran colectivamente en defensa de sus derechos. En octubre de 1944, se creó una sección especial dentro de la Secretaría, la División del Trabajo y Asistencia de la Mujer, dedicada a resolver los problemas específicos de la mujer obrera, la cual avanzó en la legislación protectora y demandó la igualdad salarial entre hombres y mujeres que desempeñaran las mismas actividades”, destaca Silvana Palermo, Dra. en Historia por la  Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), en su artículo “Sufragio femenino y ciudadanía política en la Argentina, 1912-1947”.

Sin embargo, la legalidad de la intervención de la mujer en el ámbito político con la Ley de Sufragio femenino abrió camino a una participación masiva, sin precedentes. “La politización de las mujeres fue significativa porque fueron niveles de participación que no se volvieron a ver en la historia argentina.

Cuando el gobierno peronista cae en el `55, un tercio de la Cámara de Diputados estaba compuesto por mujeres. Ese número no se volvió a dar hasta el año 1999, año en que se aplica la Ley de Cupos ”, explicó a la Agencia CTyS Carolina Barry, doctora en Ciencias Políticas,  coordinadora del Programa de Estudios de Historia del Peronismo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) e investigadora adjunta del CONICET.

Una conquista histórica

Es necesario destacar que la lucha por la reivindicación de los derechos políticos de la mujer fue una bandera histórica de las mujeres feministas organizadas, a pesar de que  se hizo posible durante el gobierno peronista.
“La cuestión del sufragio femenino, desde fines de 1910 hasta 1930, correspondería fundamentalmente a la iniciativa de la Unión Cívica Radical.

Durante la primera experiencia democrática del país, cuatro de los seis proyectos de reconocimiento a los derechos políticos de la mujer correspondieron a legisladores radicales”, destaca Silvana Palermo en su texto.

En ese sentido, las mujeres socialistas y el Partido Socialista, en su conjunto, también tuvieron un rol fundamental en esta lucha: “La defensa de igualdad de los derechos políticos entre hombres y mujeres figuraba en el programa del Partido Socialista desde su fundación. Así lo indicó el senador por la Capital Federal Mario Bravo en sus fundamentos del primer proyecto de ley sobre voto femenino presentado por el socialismo ante el Parlamento Nacional, en 1929”, revela la historiadora de la UNGS. 

“El Partido Socialista se convirtió en el principal promotor de la causa del voto femenino desde fines de la década del veinte y durante el período de la república oligárquica”, sintetiza Palermo.

Por su parte, Carolina Barry destaca: “La ley iba a salir pero, en definitiva, el que da la posibilidad es el Peronismo. Las mujeres ingresan al Congreso, aparecen las primeras diputadas, las primeras constituyentes, la primera ministra de Educación, la primer vicepresidenta de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores en el año 1952”.

Sin embargo, la investigadora afirma que este movimiento político tuvo un accionar distintivo. “No solo se ocupó de la formalidad de lograr las condiciones objetivas y subjetivas para que las mujeres puedan votar, sino que abrió los canales adecuados para que las mujeres puedan incorporarse en el sistema político y en la participación política partidaria, para que fueran electas y ocuparan puestos legislativos”, enfatiza la politóloga.

De esta manera, en la primera elección en la que votan las mujeres, el 11 de noviembre de 1951, se incorporan al Congreso de la Nación y al provincial un total de 109 mujeres.

El primer partido, con una rama femenina

En esa línea, una de las formas de canalizar la participación femenina fue la creación del Partido Peronista Femenino, de la mano de Evita, en 1949. Su actividad tomó una impronta propia, con actividades específicas para ellas que vinculaban la política más con el cuerpo a cuerpo y la acción en sí. “Las mujeres peronistas tenían un sistema de ayuda social muy aceitado a través de las unidades básicas. Así, hacer política empieza a formar parte de una cosa mayor que implicaba estar en contacto con lo que pasaba en el barrio y sus necesidades, y eso después se lo transmitían a la Fundación Eva Perón”, explica Barry.

En dos años el Partido contaba con medio millón de afiliadas y un importante número de unidades básicas; aunque con la muerte de Eva, en 1952, comienza su agonía hasta su disolución, en 1955, tras el golpe.

 Más allá de la reivindicación de un derecho, la integración de las mujeres tuvo, para el peronismo, implicancias electoralistas. “Pocas dudas puede haber respecto de que Perón abrazó la causa del sufragio femenino como parte de una estrategia política tendiente a expandir todo lo posible el apoyo popular”, expresa Silvina Palermo en su artículo.

La integración de las mujeres tuvo un rédito que se tradujo en cantidad de votos ya que, en términos electorales, en las primeras elecciones después de promulgada la Ley13.010, hubo mayor cantidad de mujeres que varones que votaron al peronismo.

“Es singular que el peronismo dio la posibilidad de que tres mujeres tuvieran puestos ejecutivos de alto rango: dos legales y una legítima pero no legal. Eva tenía poder, era legítimo, pero no era legal porque no estaba dentro de las estructuras de un Estado de derecho. Después, tanto Isabel como Cristina Fernández han estado dentro del marco de la legalidad”, reflexiona Barry. Y, en ese sentido, explica el rol fundamental de la fundadora del Partido Peronista Femenino: “Eva estaba totalmente por fuera de la estructura formal política porque no tenía ningún cargo en el gobierno: no era ministra, ni diputada, ni senadora, ni vicepresidenta. Su poder se lo daba un liderazgo netamente carismático, en las formas de organización y en las implicancias que ese liderazgo provocaba en los seguidores. Es por eso que Eva tenía más poder que un vicepresidente, era una líder por la que pasaban todas las decisiones claves del partido”, asegura la investigadora.

Si bien esta consagración implicó una transformación significativa, los cambios culturales se fueron dando en tiempos más lentos. “Sin duda, desde que las mujeres pudieron actuar legalmente en la arena política aumentó en alguna medida la visibilidad de sus actos, aunque pervivió con especial fuerza la idea de que su lugar `natural´ era el seno del hogar, el cuidado del cónyuge y los hijos.  Más allá de este consagrado imaginario, ellas han sido protagonistas decisivas en las acciones colectivas que reclamaron prerrogativas para sus comunidades, atención a sus urgentes necesidades” afirma Dora Barrancos,  también  investigadora principal del CONICET.

La mirada del otro no se convirtió en un impedimento para que estas mujeres encararan  las luchas sociales para que se reconozcan sus derechos: “Si la acción partidaria siempre ha significado participación de mujeres, la acción colectiva  ha resultado la cantera mayor de sus manifestaciones en procura del bien común”, cierra Barrancos.