El inicio de una era electoral

En 1916, se votaba por primera vez para Presidente bajo la ley Sáenz Peña. Las novedades eran la obligatoriedad del voto y el cuarto oscuro, ya que el carácter universal y secreto tenían antecedentes. Por qué ganó Yrigoyen y cómo estos comicios se convirtieron en punto de inflexión en la historia.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS- UNLaM)- Traídas por un ratito al siglo XXI, las elecciones nacionales de 1916 podrían haber tomado una dinámica distinta: el hashtag #VoteYrigoyen en Twitter, Lisandro de la Torre bailando en algún programa de televisión junto a su doble y Juan B. Justo grabando spots y brindando entrevistas a todo tipo de medios. Pero los comicios del 2 de abril, un siglo atrás, no necesitaron nada de aquello para destacarse. Pasaron a la historia como la primera vez que se elegía Presidente con la ley Sáenz Peña, que establecía desde 1912 el ya célebre voto universal, obligatorio y secreto… ¿por primera vez?

“En realidad lo único novedoso fue la obligatoriedad. Aún así, la gente que votó en 1916 fue muy poca- aclara de Luciano de Privitellio, doctor en Historia e investigador del CONICET y de la UNSAM-. Desde 1853, todos los varones nativos o naturalizados mayores de 18 años podían votar. Y ya desde 1905 existía el voto secreto, donde los votantes podían llegar con su boleta doblada y se la entregaba al presidente, que la depositaba en la urna”.

La gran novedad en aquellas elecciones para presidente de 1916, en todo caso, fue el cuarto oscuro, convirtiendo a la Argentina en uno de los primeros países en utilizarlo, luego de que se creara en Francia. “Roque Sáenz Peña tenía una idea muy moderna de ciudadanía, que incluye a su vez una concepción individual- explica el académico-. La ritualidad del cuarto oscuro implica que el ciudadano esté a solas con su razón, frente a la oferta de candidaturas. Casi con una lógica de mercado”.

Antes de 1916, las elecciones se hacían en grupo, con personas que los llevaban a votar y les entregaban la boleta de su candidato. La idea del cuarto oscuro era liberar al ciudadano de ese control, algo que no se llevó fácilmente a la práctica. “La reforma de 1912 transformó muy lentamente las formas de votar, no es que del día a la noche la elección se transformó en un proceso absolutamente transparente y con ciudadanos eligiendo libremente”, observa el investigador.

Camino a la Rosada

La victoria de Yrigoyen en aquel año se puede explicar, para de Privitellio, desde distintos enfoques. Una cosa parece segura: el hecho de que ganara las elecciones sin contar con el aparato del Estado hizo de aquellos comicios un evento histórico, a tal punto que esta particularidad sólo se volvería a repetir con Raúl Alfonsín en 1983.

Pero el candidato radical tenía sus inquietudes, como lo manifiesta el académico. “Yrigoyen dudaba de la reforma de 1912 y de su eficacia. Él creía que no había ningún sistema electoral que garantice una elección relativamente transparente si el presidente de turno estaba dispuesto a intervenir en los resultados de la elección, algo que pasaba bastante seguido por aquella época”.

La clave estaba en la confianza que el mismo Roque Sáenz Peña tenía en su ley, al punto de utilizar las elecciones legislativas de 1912 para demostrar que estaba dispuesto a retirar las máquinas estatales que solían influir en los resultados finales.

“Hay un artículo del historiador Fernando Devoto- relata el investigador- que analiza las cartas entre los gobernadores conservadores y Sáenz Peña, donde los primeros le piden encarecidamente al segundo que asuma el rol tradicional de controlar las elecciones y asegurarles el triunfo. Y la respuesta de Sáenz Peña es muy directa: ‘Llegan a tocar una urna y les intervengo la provincia con el ejército’. No era, entonces, el simple resultado de una ley, sino también un cambio en la práctica política”.

El triunfo del radicalismo para la gobernación de Santa Fe, en 1912, generó una presión sobre Yrigoyen para que se presentara en los comicios presidenciales de 1916. “Ya desde 1905 los radicales se venían organizando. Tenían un aparato político a nivel nacional, incorporaron gente que hacía mucho que estaba en política y que sabia como ganar una elección. Eran épocas en donde la política electoral se hacía en el terreno, los medios –únicamente la prensa gráfica- no tenían influencia en los resultados”.

Entre 1912 y 1916, los radicales ganaron varias provincias, por lo que muchas facciones que antes se incluían entre el sector conservador descubrieron en el radicalismo a la carta ganadora. “Las elecciones no eran de grandes números y estos traspasos fueron muy significativos- subraya de Privitellio-. Aún así, el margen por el que ganó Yrigoyen fue muy escaso, fue una elección mucho menos clara y más reñida de lo que uno cree”.

El sistema por aquella época era distinto al actual. La elección era de forma indirecta, donde los ciudadanos votaban a un elector que era a su vez el que votaba al presidente. “A Yrigoyen no le alcanzaban los votos, estuvo muy cerca de perder. Finalmente llegaron los votos necesarios desde Santa Fe. Si no lo podían elegir los Colegios Electorales, constitucionalmente le correspondía al Congreso, donde había mayoría conservadora”.

La otra explicación para el triunfo radical fue la división interna entre los conservadores, al punto tal que Marcelino Ugarte, gobernador de Buenos Aires, llamaba a votar a los radicales con tal de que su correligionario Lisandro de la Torre no sea presidente. “Muchos de los conservadores se odiaban entre sí. Para comienzos de 1916, la agrupación que los representa, el Partido Demócrata Progresista, estaba deshecho. Incluso muchos le pedían al candidato de la Torre que se bajara porque causaba mucho rechazo”, desarrolla.

A veces, la historia esconde paradojas. Yrigoyen no quería presentarse a las elecciones de 1916 por sospechar de las garantías de la ley Sáenz Peña y su posterior triunfo fue el que le terminó dando a esta reforma un lugar de privilegio. “Esta ley fue un punto de inflexión, no tanto por sí misma sino por la victoria de los radicales. Gracias a ello, tiene un lugar muy significativo en la historia política y electoral argentina", concluye de Privitellio.