Cecilia Grierson, una lucha contra los prejuicios y la discriminación

Este 10 de abril se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de la primera médica argentina. En diálogo con Agencia CTyS, la doctora en Sociología e Historia, Dora Barrancos, destaca su figura y resalta la importancia de su lucha por los derechos femeninos.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS) - Hizo una tarea titánica, casi épica. Se enfrentó a la discriminación de compañeros y profesores, a una Facultad que no se cansó de ponerle trabas y a toda una sociedad donde el desprecio por la inteligencia y las virtudes de las mujeres eran más que habituales.

Sin embargo, Cecilia Grierson no se rindió. Uno a uno superó todos los obstáculos e inscribió su nombre en la historia, al convertirse en la primera mujer médica de la Argentina. “Construyó una personalidad a la altura de las adversidades. Todo indica que era una persona de carácter duro”, asegura la socióloga Dora Barrancos, doctora en Historia y directora del CONICET por el área de Ciencias Sociales y Humanidades.

Para Barrancos, experta en temas de género, el valor y la importancia de Grierson radican no sólo en su coraje y su valor, sino también en su gran inteligencia y la enorme tarea que realizó en busca de los derechos políticos, laborales y sociales de la mujer en Argentina.

Una carrera de obstáculos

Nacida en Buenos Aires en 1859, Cecilia Grierson se trasladó luego con su familia a Entre Ríos, donde sus padres tenían tierras. Allí cursó sus estudios secundarios y trabajó durante algunos años como maestra rural. Si bien se suele afirmar que fue la enfermedad de una amiga lo que la motivó a elegir la medicina, Barrancos cree que en realidad la vocación por esta carrera ya estaba presente en la joven.

Pero convertirse en médica no fue una tarea nada fácil. “Cecilia conquistó un lugar dentro de la universidad con muchísimas dificultades. No sólo de sus docentes, sino también de sus compañeros, que la despreciaban, la discriminaban y utilizaban formas soeces para dirigirse a ella”, especifica la académica.

Si bien Grierson nunca contó todos los detalles de estas injurias que sufrió, Barrancos explica que muchas mujeres que se formaron en la Universidad en las siguientes décadas han narrado vejaciones, discriminaciones y burlas de compañeros y docentes.

Más aún, apunta la especialista, la ausencia de mujeres en los claustros era algo corriente para la época: “Cuando Cecilia se recibe, en Derecho no había mujeres y en otras carreras tampoco. La ausencia femenina era total, recién más tarde algunas pudieron ingresar en la Facultad de Filosofía y Letras”.

Según la doctora en Historia, esta situación se debía a una marcada misoginia que tenía la sociedad, “la forma más emblemática que tenía el patriarcado sin duda era desprecio por la inteligencia femenina”. Y detalla: “A fines del siglo XIX y XX, eran importantes y destacadas las voces que opinaban que las mujeres poseían una inteligencia inferior, que muchos incluso la comparaban con la de los primates superiores”.

La discriminación hacia Cecilia por su condición de mujer se mantuvo incluso hasta muchos años después de su graduación, obtenida en 1889 a partir de su tesis sobre la irritación o histeria en las mujeres recién operadas de ovarios. Pese a sus logros académicos, que incluirían entre otros su participación en la Asociación de Obstetricia Argentina y la publicación de varias obras (Educación Técnica para la Mujer, La educación del ciego, Cuidado del enfermo), le fue negado el cargo de profesora sustituta de la Cátedra de Obstetricia para parteras.

Grierson, incluso, también recibió críticas por su tarea en la fundación de la primera Escuela de Enfermeras en Argentina. “Tuvo muchas adversidades en este sentido, y las adversidades venían del sector que podríamos llamar más moderno”, apunta Barrancos. “Estos cuestionamientos tenían que ver con el género, no se le perdonaba su imperativo, su fuerza, su iniciativa”, agrega.

Una luchadora por las mujeres

Grierson no sólo se destacó por su tarea académica, sino que también fue protagonista y una tenaz defensora de los derechos femeninos. Participó, por ejemplo, del Congreso Internacional de Mujeres en Londres, en 1899, lo que la motivó a participar en la fundación del Consejo Nacional de Mujeres en 1900. Sin embargo, según explica Barrancos, tuvo ciertas diferencias con algunos sectores más conservadores e incluso oligárquicos del movimiento femenino nacional.

Más allá de estos desacuerdos, la tarea que la primera médica argentina tuvo en materia de derechos femeninos fue muy importante. “Ella personaliza el valor del coraje, de la determinación. Se inscribió en una facultad que sabía desde todo punto de vista que no la iba a admitir fácilmente, y así rompió las fronteras de lo posible. Es un ejemplo notable, en todo sentido”, concluye Barrancos.