Buceando en el origen de las tradiciones científicas

El sociólogo y pensador francés Christian Topalov brindó una ponencia donde indagó en los desarrollos de las distintas Escuelas de Chicago, sus objetos de estudio y los distintos pensadores que la nutrieron. La charla estuvo organizada por la UBA y la UNGS.

Agencia CTyS- UNLaM- “La escuela de Chicago no existe”, afirma, con una sonrisa pícara, el francés Christian Topalov. “Mi mayor triunfo en esta ponencia sería que a partir de ahora, cada vez que digan Escuela de Chicago lo acompañen con el gesto de comillas”, sube la apuesta, ante un auditorio que ríe por la provocación.

Topalov, sociólogo francés y Director de Estudios de la École des Hautes Études en Sciencies Sociales (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales), de París, habla a un nutrido público. El marco se debía a una invitación del Programa de Estudios Urbanos del Instituto del Conurbano (de la Universidad Nacional de General Sarmiento) y la Secretaría de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales (de la Universidad de Buenos Aires).

La ponencia llevaba como título “Los tres nacimientos de la ‘Escuela de Chicago’ o cómo se construyen las tradiciones científicas”. “En realidad, afirmar que determinada corriente es una Escuela es una modalidad usual de construcción de tradiciones científicas”, continuó el pensador, quien además aclaró que la investigación que llevó a cabo “fue hecha en el contexto francés, donde la Escuela de Chicago es un objeto de controversia”.

Los estudios elementales sobre esta Escuela ubican su inicio en la década de 1920, con el sociólogo Robert Ezra Park como uno de sus principales promotores. Los trabajos de investigación tomaban a la ciudad de Chicago como “laboratorio”, definiendo así a la escuela como una sociología urbana.

Pero la premisa general que guió la charla de Topalov fue que, en realidad, la Escuela de Chicago cobró varios significados a lo largo de los años y en consecuencia las definiciones de la misma fueron mutando. “Incluso desde el inicio, en los años ’20 y ’30, los estudiantes e investigadores no se declaraban formando parte de tal escuela”, señaló el sociólogo.

En este sentido, compartió un testimonio de uno de los discípulos de dicha corriente de pensamiento, en el que el individuo afirmaba “no recordar dónde ni cuándo escuché por primera vez el término Escuela de Chicago. Posiblemente fue un invento de personas de afuera”.

Pasada la II Guerra Mundial surgió la llamada Segunda Escuela de Chicago, que se caracterizó por un enfoque cualitativo y con el aporte del interaccionismo simbólico. Autores como  William Thomas, George Mead y Herbert Blumer, presentes también en la Primera Escuela, profundizaron los estudios en esta línea.

Topalov afirmó también que el campo de estudio de la denominada “Escuela de Chicago” fue mutando con el tiempo, al pasar de la ecología  sociología urbana a la criminología. “El etiquetaje de ‘Escuela de Chicago’ fue sumando a personas y estudios, por lo que las variables fueron cada vez más numerosas para agrupar varios elementos dentro de un mismo título”, resaltó el académico francés.

La incorporación de otros autores, como Morris Janowitz, hizo que temas como la reconstrucción de la sociología urbana tomen el centro de la Escuela. En el proceso histórico, señaló Topalov, “la Escuela se reconfiguró de una antropología a una etnografía urbana”.

Más allá de los vaivenes en cuanto a definiciones y alcances de su objeto de estudio, Topalov señaló la importancia del concepto de Escuela como la suma de una generación determinada de pensadores más una etiqueta. “Hay una construcción social con fines políticos, detrás de esas etiquetas”, señaló.

El pensador galo consideró además que cualquiera que haya intentado definir a la Escuela de Chicago “en realidad están equivocados, porque corresponden a ficciones”, y aclaró que la metodología de su investigación sólo se aplicó a esta Escuela estadounidense, por lo que el análisis de cualquier otra Escuela de pensamiento requeriría una investigación en particular.