La tierra nos cuenta su historia contaminada

Una curiosa técnica basada en el estudio de señales magnéticas permite conocer el nivel de contaminación de los estratos del suelo en zonas donde existen asentamientos humanos y actividades productivas.

Agencia CTyS (Leandro Lacoa) - Las actividades industriales y urbanas generan partículas contaminantes que pueden acumularse en los suelos, a partir de los sedimentos y a diferentes niveles de profundidad. Los contaminantes se incorporan a los materiales magnéticos, es decir, aquellos que pueden ser atraídos por otros con las mismas características físicas.

En Argentina, el Instituto de Física Arroyo Seco (IFAS), que pertenece a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) fue el pionero en aplicar el magnetismo al estudio de la contaminación ambiental, desde 1998 en toda Latinoamérica.

El número de estudios sobre contaminación con aplicación de esta técnica aumentó gradualmente desde la década de 1980 en los países desarrollados, especialmente en Europa y América del Norte. No obstante, las investigaciones equivalentes en países de América Latina son muy escasas.

Pero, ¿qué es el magnetismo ambiental?

“Los estudios magnéticos se basan en las señales que emiten las fuentes contaminantes, por ejemplo, los elementos tóxicos en grandes cantidades, como los metales pesados” explicó a la Agencia CTyS, el Doctor en Física, Marcos Chaparro, quien lidera estos estudios, bajo la supervisión de la directora del grupo de investigación sobre paleomagnetismo y magnetismo ambiental del IFAS, Ana María Sinito.

Los investigadores pueden calcular lo que denominan “aumento magnético” de un área de interés determinada, es decir, la variación de las señales magnéticas que se captan a partir de diferentes instrumentos.

Entre las herramientas que se utilizan en la investigación se pueden mencionar los suceptibilímetros, los magnetizadores, los desmagnetizadores magnéticos y térmicos, y por último, los magnetómetros. Sin embargo, los instrumentos aplicados cambian de acuerdo a si se toman muestras in situ (en el campo) o si se analizan en el laboratorio, lo que representa las dos instancias de estudio.

El investigador del CONICET indicó que “en el sustrato, en los suelos y sedimentos, por constitución y por origen ya existe una señal magnética, pero se necesita distinguirla, por eso el magnetismo puede existir por otros procesos que están presente en el ambiente”.

Las anomalías magnéticas surgen de las alteraciones en la intensidad del campo magnético en el sustrato terrestre, pero no todas estas variaciones son producto de la contaminación, sino que hay un magnetismo propio de algunos tipos de rocas.

Esas variaciones en los campos magnéticos interesan a los investigadores que pueden distinguir qué zonas poseen más o menos cantidad de elementos tóxicos o nocivos para el ambiente.  Sin embargo, las investigaciones de esta especialidad deben combinarse con aportes de la Química, que provee datos precisos respecto a las características de cada compuesto contaminante.

En general, los estudios del magnetismo ambiental pueden relevar tres fenómenos diferentes: el diamagnetismo, el paramagnetismo y el ferromagnetismo. Una sustancia es diamagnética cuando es atraída hacia la región donde el campo magnético es más débil, mientras que una paramagnética se dirige hacia la región donde el campo es más intenso.

Por su parte, el ferromagnetismo es un punto de interés particular. Este fenómeno se produce por aquellos materiales que pueden ser atraídos, mediante la aplicación de un campo magnético externo, como por ejemplo, un imán natural o un electroimán. Los principales materiales de este tipo son el hierro, el níquel, el cobalto y sus aleaciones.

Los estudios en Argentina

El IFAS es una institución pionera en estos estudios y en más de una década realizó investigaciones de campo en varios puntos del país.

”Iniciamos los estudios en 1998 y hasta ahora investigamos suelos, sedimentos de arroyos y lagos en Tandil, La Plata, rutas de la provincia de Buenos Aires y la Antártida”, contó Chaparro, quien también viajó con su equipo de investigación a la India, para analizar y comparar la sedimentación de ríos y otros espejos de agua.

Los especialistas llevaron a cabo estudios magnéticos “in situ” y en el laboratorio de contaminantes, por eso recolectaron “testigos de sedimentos” de suelos y arroyos de las regiones mencionadas, aunque también relevaron las señales derivadas de la contaminación por emisiones vehiculares.

”El muestreo o trabajo de campo es distinto de acuerdo a las características del suelo y lo que se hace es seleccionar un área de interés y a partir de ahí se pueden hacer muestras en forma superficial o en profundidad”, precisó el físico.

Asimismo, el Dr. Chaparro comentó que “en Antártida se estudió la base Marambio y allí se realizaron mediciones sobre el asentamiento humano, para eso se registró la zona geográfica y después se construyeron mapas para tener una representación de los parámetros magnéticos de interés”.

Si bien pensar en la Antártida remite a una imagen de continente virgen e indemne, los investigadores del IFAS detectaron aumentos magnéticos, relacionados con la contaminación generada por metales pesados.

”El hecho de tener un asentamiento humano, con tránsito de vehículos y una usina que funciona a combustión ha generado que haya contaminación, pero que solo afecta a nivel local”, concluyó el especialista.