Investigarán escapes de gases de efecto invernadero en la Antártida

Investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) medirán y moderarán en 3D las acumulaciones congeladas de gas metano que están retenidas en el lecho marino y que están siendo liberadas a la atmósfera como consecuencia del calentamiento global.

Agencia CTyS (Emanuel Pujol) - El coordinador de Ciencias de la Tierra del IAA, Rodolfo del Valle, explicó a la Agencia CTyS cómo es este proceso: “Al derretirse los hielos, se generan escapes de gas metano, el cual genera 25 veces más efecto invernadero que el dióxido de carbono; luego, una vez que se incorpora a la atmósfera, provoca mayores derretimientos y nuevos posibles escapes”.

De manera semejante a la que se encuentran napas de agua bajo la superficie terrestre, el lecho marino en la Antártida contiene depósitos de gas metano congelado que corren el riesgo de ser liberados a la atmósfera a partir del acelarado aumento de la temperatura en los polos.

Se sabe que hay una enorme cantidad de gas de efecto invernadero retenido, pero aun no se ha cuantificado con precisión, por lo que el equipo de investigación dirigido por Rodolfo del Valle utilizará herramientas de muestreo de última generación para moderar en tres dimensiones las acumulaciones en riesgo de ser liberadas.

El doctor Rodolfo del Valle fue quien descubrió dichos escapes de gas hace una década. “Se ven burbujas en aguas superficiales cercanas a la costa de la Península Antártica. Ya muestreamos cualitativamente estos escapes con métodos muy sofisticados; se trata de gas metano en un 95 por ciento. Ahora, lo que resta saber es cuánto gas hay retenido en la zona cercana a la superficie y así tener una idea de cuán grande es el problema”, relató el geólogo.

Si estas acumulaciones de gas fueran detectadas en otras partes del mundo, podrían ser utilizadas como recurso energético, pero la Antártida está protegida contra toda exploración comercial y allí no se puede hacer prospección minera. No obstante, el científico del IAA aseguró que “deben ser estudiadas, puesto que sus escapes son peligrosos para el clima mundial”.

Un ciclo muy peligroso
El calentamiento climático está impactando fuertemente en las regiones polares y allí el derretimiento de los hielos es evidente. En el último año, en el Sector Antártico Argentino, se observó que algunos glaciares han retrocedido hasta 35 metros.

En este sentido, el doctor del Valle señaló que el incremento de la temperatura atmosférica en la Península Antártica durante los últimos 50 años fue de 2,5°C, superando ampliamente la tasa global de calentamiento, que fue de 0,6 ± 0,2°C en el último siglo.

"En consecuencia, la superficie de las barreras de hielo al norte del Círculo Polar Antártico se redujo en unos 13.500 km2 en el período 1975-2006, y las barreras de hielo en el Noreste de la Península Antártica perdieron 4.300 km3 de su volumen en esos 31 años, lo que representa un 83 por ciento de lo que era entonces", agregó.

Este calentamiento afecta a las especies que precisan del hielo para tomar sus alimentos y desarrollarse. Asimismo, también ha generado otro fenómeno que puede agravar la situación: el escape de gases de efecto invernadero congelados en la plataforma continental.

Con el calentamiento de las aguas costeras y el derretimiento de los hielos, se desestabilizan los reservorios congelados de gas metano (CH4) que están retenidos en el fondo del mar. Así, se incrementa el denominado efecto invernadero y se promueven nuevos derretimientos.

“Se genera un ciclo que pone en riesgo las condiciones de vida de las especies Antárticas y, en el mediano plazo, puede provocar un muy significativo aumento global del nivel del mar y pérdidas importantes de tierra en las zonas costeras”, observó el especialista del IAA.

Campañas para estudiar el volumen de gas metano
En una primera etapa, los investigadores estudiarán la forma en 3D de los depósitos que corren peligro de deshielo. Para ello, durante el próximo verano, dispondrán de un sonar de barrido lateral portátil, que les permitirá conocer la morfología del fondo marino en un ancho de 100 metros a cada lado del bote en movimiento.

“Con ese sonar, que es de última generación y pesa solamente unos cinco kilos, lograremos conocer el fondo del mar en dos dimensiones; por ello, también usaremos un perfilador sísmico, que nos aportará una imagen vertical continua del sustrato marino, de manera que alcanzaremos la tercera dimensión y sabremos la ubicación y la forma de las acumulaciones de gas”, relató Rodolfo del Valle.

Este estudio vertical será hasta unos 100 metros de profundidad, porque si bien puede haber acumulaciones a mayores profundidades, solamente las que están en las partes más superficiales son los que corren riesgo de descongelarse por estar prácticamente en contacto con el agua del mar.

Del Valle precisó que “se desconoce qué forma tienen los depósitos, a qué profundidad se encuentran y, por ello, el estudio que emprenderemos nos permitirá estimar cuánto gas metano puede ser liberado a la atmósfera a distintos puntos de aumento de la temperatura del mar".

En una segunda campaña, que se desarrollaría en el invierno de 2012, los investigadores se desplazarán sobre la capa congelada del mar y harán perforaciones de hasta cien metros, para extraer muestras de los hidratos de metano congelados y poder estudiarlos en detalle.

“Puede que estos depósitos tengan forma de rosario, de lentes o cilindros verticales u horizontales y no podemos hacer esas perforaciones de manera azarosa, sino sabiendo cuáles son los lugares más propicios, para aprovechar al máximo el equipamiento de perforación que es muy costoso”, mencionó el científico del IAA, instituto de investigación dependiente de la Dirección Nacional del Antártico.

Se utilizará un perforador ultrasónico que trabaja en seco y no inyecta ningún líquido contaminante. “El alquiler de este equipo representa un gasto millonario, pero es la única forma de completar el estudio sin afectar al ecosistema de la Antártida”, concluyó.