Comenzó la campaña oceanográfica del CONICET a bordo del Puerto Deseado

El barco zarpó el jueves 24 de enero, a las 16, desde Mar del Plata y durante casi tres meses se realizarán estudios relacionados con la biodiversidad y la geología de la plataforma continental argentina y de las aguas antárticas y subantárticas.

Emanuel Pujol (Agencia CTyS) - El investigador Juan Martín Díaz de Astarloa, coordinador científico del primer tramo de la campaña antártica de verano 2012-2013, comentó a la Agencia CTyS que “uno de los principales objetivos será estudiar la diversidad de la fauna marina que habita al oeste de la península antártica, en el Mar de Bellinghaussen, como así también en otros sectores de la Antártida Argentina”.

Durante la expedición, Díaz de Astarloa recolectará peces en aguas argentinas con el propósito de colaborar con la construcción del Código de Barras de la Vida (iBOL, por su abreviatura en inglés), un proyecto internacional en el que participan organizaciones de 50 países y que, desde el año 2005, ya logró identificar más de 100 mil especies sobre la base de su ADN mitocondrial.

Más de 200 organizaciones en todo el mundo trabajan para construir este Código de Barras de la Vida, pero hubo un vacío en el estudio de la biodiversidad de los peces de las aguas antárticas y subantárticas hasta que se iniciaron las campañas oceanográficas del CONICET a bordo del buque Puerto Deseado en el 2009.

Durante los casi tres meses de travesía, además de buscar nuevas especies, los científicos examinarán factores físicos como la salinidad, temperatura y las corrientes marinas, y cómo se comportan estas variables para describir los distintos ambientes.

Para la campaña de este verano, se le incorporará un nuevo guinche de pesca al buque Puerto Deseado con la intención de poder recolectar animales que habitan a 3000 metros de profundidad.

“La red que utilizaremos funciona muy bien para capturar los organismos del fondo marino, tanto vertebrados como invertebrados. Pero esta será la primera vez que usaremos un guinche de pesca para tratar de alcanzar los 3000 metros de profundidad, si bien lo máximo que hemos llegado en años anteriores es hasta los 800 metros de profundidad”, mencionó el biólogo de la Universidad Nacional de Mar del Plata y del CONICET.

Cada temporada se le realizan diversas mejoras al buque oceanográfico con el propósito de potenciar el resultado de las investigaciones. Al respecto, Astarloa indicó que “el objetivo del CONICET, a través de la Comisión de Actividades Oceanográficas, es que el buque esté cada vez más equipado, para perfeccionar y permitir el desarrollo de estudios multidisciplinarios que sean útiles para un número cada vez mayor de investigadores”.

A bordo del Puerto Deseado hay un laboratorio de biología, como así también otros destinados a la oceanografía, la química, la microbiología, los sondeos acústicos y la geología.

La primera etapa de la campaña concluirá a mediados de febrero. Posteriormente, se realizará un estudio sobre la plataforma continental argentina, a partir de un acuerdo entre el CONICET y la Cancillería. En tanto, durante el regreso del buque desde Ushuaia a Mar del Plata se desarrollará la tercera etapa de la campaña, que estará bajo la coordinación del doctor Daniel Roccatagliata, investigador del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

En este último, tramo participan siete grupos de investigación que trabajarán en un variado espectro de temas. “Se harán estudios sobre los virus que infectan a las algas, el parasitismo en peces marinos, la ecología del mesozooplancton, la biodiversidad y biogeografía de moluscos y crustáceos bentónicos, entre otros”, especificó Roccatagliata en diálogo con la Agencia CTyS. Y agregó: “Con tal fin, durante esta etapa se recolectarán peces y su fauna acompañante con redes de pesca, además de tomar muestras de agua, plancton y bentos”.

La identificación de las especies por sus formas y su genética
La identificación de las especies (taxonomía) se puede realizar por su apariencia física, aunque esta labor es muy compleja, porque de la misma manera que cada ser humano tiene un aspecto particular, cada individuo dentro de los millones de especies que componen el reino animal y vegetal es diferente a los demás.

En cambio, el Código de Barras de la Vida identifica de modo inequívoco a cada ejemplar. Al respecto, el doctor Astarloa observó que “de acuerdo a la taxonomía tradicional, en mi especialidad, que son los peces, examinamos el número de radios de las aletas, las escamas, la forma del cuerpo, etcétera, pero esta labor es muy dificultosa cuando hay especies muy semejantes. En cambio, con la identificación genética no hay lugar a las dudas”.

En tanto, el doctor Daniel Roccatagliata trabaja en la biología de crustáceos peracáridos del Mar Argentino. “Uno de los objetivos del grupo de investigación que dirijo es resolver las lagunas de conocimiento taxonómico que existen en este tema. Restan aún cientos de nuevas especies por describir, faltan revisiones globales, y es cada vez más necesario contar con guías y claves ilustradas que permitan a los ecólogos marinos y los especialistas de otras áreas poder identificar a estos crustáceos peracáridos con cierto grado de confiabilidad”, aseguró el coordinador científico de la última etapa del buque Puerto Deseado.