Estudian componentes de las plantas y el suelo para conocer el pasado geológico

Científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) y de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) analizan los silicofitolitos presentes en el interior de las turberas para conocer el ambiente natural que existía hace 12 mil años.

Gaspar Grieco (Agencia CTyS) - En muchas oportunidades, cuando se pretende estudiar el pasado geológico más reciente de los ambientes fueguinos, se suele recurrir al estudio de plantas o sus componentes. El polen, las diatomeas (algas microscópicas) y las esporas son las herramientas (proxies) más utilizadas. Ahora, científicos del Laboratorio de Geomorfología y Cuaternario del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), en conjunto con investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), recurren a una metodología novedosa: el análisis de los fitolitos de sílice.

El sílice es un biomineral disponible en el suelo que es absorbido por las plantas a través de las raíces. Luego, es transportado por el xilema (sistema vascular de las plantas) y repartido entre tallos y flores. Finalmente, la planta muere y se descompone, pero quedan pequeñísimos restos, endurecidos por el sílice absorbido, llamados fitolitos.

En diálogo con la Agencia CTyS, una de las responsables de la investigación, perteneciente al Grupo de Geoecología de Suelos y Ambientes Sedimentarios de la UNMDP, María Laura Benvenuto, explica que “el sílice mejora la fotosíntesis y promueve el crecimiento de las plantas. También reduce los daños provocados por agentes patógenos e insectos, regula el desequilibrio de nutrientes, aumenta la resistencia al estrés y se ha observado que ayuda a disminuir la toxicidad en presencia de metales pesados”.

Al mejor estilo Sherlock Holmes, los investigadores buscan  los microscópicos componentes en las turberas (humedales de variado tipo conformados por materia vegetal descompuesta) de Tierra del Fuego para conocer cómo era el ambiente hace 12 mil años, en el período Cuaternario tardío. Estos diminutos elementos en forma de piedritas, que quedan conservados por miles de años, reciben el nombre de silicofitolitos (sílico, “sílice”; fito, planta; lito, piedra).    

Una de las responsables del proyecto, investigadora del CONICET y miembro del grupo de investigación de Geomorfología y Cuaternario del CADIC, Andrea Coronato, explica a la Agencia CTyS la importancia del estudio: “A través de los fitolitos y del polen se reconstruye qué especies vegetales formaban las turberas en esa época. Luego, se asocia a esas especies con las características generales del clima, determinando condiciones ambientales, por ejemplo, propias de un clima frío o templado, árido o húmedo. Los fitolitos nos ayudan a conocer como  era el clima a lo largo de la historia geológica reciente”.

Con la información recolectada a lo largo de varios años de investigación, los científicos pudieron determinar parte la historia climática de un sector del fin del mundo. “Hacia 12.700 años el clima era mucho más frío y había glaciares a baja altura. Luego, desde 10 hasta 8 mil años atrás, el clima comenzó a calentarse, lo que hizo que desaparecieran los glaciares y se desarrollara un  bosque abierto con pastizales propios de climas templados. Finalmente, hacia 5 mil años atrás, comenzó una etapa con un clima muy parecido al actual que permitió la instalación definitiva del bosque y los pastizales, en su actual configuración y distribución geográfica”, puntualiza la investigadora.

Los primeros resultados de los estudios, realizados en la turbera de la desembocadura del río Turbio y en estratos de turba fósil del depósito aluvial del arroyo Catalanes,  en la zona central de Tierra del Fuego, muestran que las comunidades de gramíneas ya formaban parte de la vegetación fueguina mientras se desarrollaban la turbera de río Turbio, hace 8000 años y el pastizal del arroyo Catalanes hace 11.000 años.