“La educación media sigue reproduciendo las desigualdades”

La reconocida especialista en Educación, Guillermina Tiramonti, analiza la crisis de la escuela y desnuda las falencias del sistema educativo nacional. Además, propone una enseñanza que “transforme al alumno en investigador, en un productor de su propio conocimiento”.

Gaspar Grieco (Agencia CTyS) – En una entrevista concedida a la Agencia CTyS, la investigadora y docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Universidad Nacional de La Plata explica que el sistema educativo funciona desde “la lógica de la selección de los sectores medios y altos de la población” y propone una nueva matriz de enseñanza en donde los alumnos trabajen resolviendo proyectos integradores sin discriminar por disciplina.

Usted señaló en varias oportunidades que la escuela media está mal ¿Dónde ve las principales falencias del sistema educativo?
El nivel medio de educación es un nivel con problemas en todo el mundo occidental y cada país tiene una peculiaridad dentro de esa crisis generalizada. Uno de los principales problemas es que es una institución generada en un momento histórico muy diferente al actual y, por lo tanto, es una institución creada en diálogo con un contexto cultural de conocimiento de la sociedad diferente y hoy está manteniendo una estructura muy similar pese a que todo ha cambiado.
Por otro lado, el sujeto también ha cambiado. El alumno ya no proviene de los sectores medios, sino que es muy amplio y heterogéneo, y es una subjetividad construida con las nuevas tecnologías y, por lo tanto, son sujetos muy diferentes a los que pensó la escuela media tradicional. Entonces, la crisis de la escuela pasa por allí, porque no ha sabido ir cambiando para poder ir dialogando con estos cambios culturales.

En cuanto a la calidad de la escuela media se ve que muchos chicos terminan pero les va mal cuando ingresan a la universidad. ¿Por qué cree que pasa esto?

Lo que pasa es que se está usando el mismo dispositivo que se usaba para los chicos de los sectores medios altos que vienen con una cultura acorde a la cultura escolar. Para los chicos de bajos recursos, el docente lo que hace es empezar a aflojar y a adaptar la educación a los recursos de esos chicos.
La escuela va haciendo un mecanismo de adaptación a esos recursos que los chicos traen desde su origen en vez de hacer un acto de transformación e incorporación a los nuevos recursos. Entonces, esos chicos llegan a la universidad y se encuentran que les están reclamando recursos que no adquirieron en la escuela.

¿El hecho de que el docente “afloje” no será un intento por incluir a esos chicos para que no terminen dejando?

Absolutamente, pero hay un tema que se considera poco. Hasta los años 70, la Argentina estaba en un panorama económico y social de búsqueda del pleno empleo, de manera tal que toda la ampliación matricular era pensada para una población que iba a salir de la escuela y conseguir su trabajo.
A partir de las crisis de los 70 eso desaparece y surge un sistema que va dejando un 25 por ciento de la población afuera del mercado de trabajo, que es el mecanismo que tiene la sociedad moderna para integrar. Entonces, la escuela pasa a cumplir el papel de inclusión aún a aquellos que están por fuera del mercado de trabajo, y eso tiene un impacto enorme.
Entonces, la inclusión tiene el propósito de anclar en algún lado a esa población que no tiene ningún anclaje. La escuela empieza a ocupar ese espacio de sustituto de la filiación y es cada vez menos un espacio de enseñanza aprendizaje.

Usted, en uno de sus artículos dice que hay una suerte de mito que plantea que la escuela otorga las mismas posibilidades para todos, pero en realidad es sólo para un grupo social seleccionado.

Hay un mito y una promesa de que la escuela es para todos y que es lo que permite superar las limitaciones del origen. Ya desde los 70, muchos sociólogos demostraron que no es así, sino que la educación sigue reproduciendo las desigualdades. Pero, además, ese mito es muy funcional a cómo se legitiman las diferencias, porque si está abierta a todos y unos pudieron y otros no, la responsabilidad es de los que no pudieron. Entonces, allí aparece una responsabilidad individual.
El conocimiento que se difunde por la escuela media es un saber abstracto, es un saber que es más familiar para grupos sociales de determinada cultura que manejan ciertos códigos lingüísticos, que pertenecen a una casa donde se lee o se utilizan ciertos códigos.

Lo que está diciendo es que el sistema selecciona a los más aptos para el desarrollo del mismo…

Al más apto para adaptarse a esa cultura pero además el sistema está pensado para seleccionar; no es un sistema basado en el aprendizaje, se aprenden cosas pero en base a eso se selecciona. Sino, el modelo sería distinto y estaría basado en el aprendizaje.

Con respecto al Plan Conectar Igualdad ¿Cree que se lleva adelante adecuadamente?

Sin duda, el hecho de que muchas familias que nunca tuvieron acceso a la computadora ahora lo tengan es muy bueno. Yo creo que la forma en que se repartieron las netbooks estuvo más bien guiada por el criterio de las empresas, de repartir netbooks para ser consumidores, usuarios de las computadoras. Yo no veo que eso sea malo, pero  no se trabajó en cambiar el modelo de enseñanza aprendizaje, para que esa netbook sea un instrumento adecuado para el modelo de enseñanza, porque si seguimos pensando que el docente es el que da clase, la computadora no sirve para nada relevante.
No hemos pensado que si tenemos una computadora en la clase, tenemos que cambiar la escena áulica y el proceso de enseñanza. La Argentina ha hecho un avance, a diferencia de otros países de América Latina, que es producir contenidos porque tiene muchos portales; lo que no se ha conseguido es que esos contenidos producidos se hagan presentes en las escuelas. Entonces, los profesores siguen haciendo lo mismo de siempre o utilizan la computadora casi como reemplazo del cuaderno.

¿Y usted qué propone?

Yo creo que hay que cambiar esa matriz moderna que separó el conocimiento abstracto, teórico, para unos y el conocimiento práctico para otros. Hay que pensar en una matriz tecnológica que incorpore el proceso de producción del conocimiento a la tarea escolar, que transforme al alumno en investigador, en un productor de su propio conocimiento porque además ahora está toda la tecnología para hacerlo y esto genera no solo otro interés en el alumno sino otras posibilidades para todos los chicos: el pasar por el proceso de producir su propio conocimiento. Enseñar por proyectos no es algo nuevo, pero el sistema se resiste.

¿Y de esa manera usted cree que el alumno se va a interesar más por aprender?

Las experiencias que hay dicen que sí. Los jesuitas en Barcelona hicieron varias escuelas donde los chicos trabajan por proyecto. No hay más disciplinas, no hay más horarios fragmentados  por materias, los chicos tienen un proyecto y tienen que trabajar en ese proyecto con docentes que los guían y les transmiten conceptos. Nosotros hicimos actividades para pensar la escuela media donde invitamos a los chicos, los hicimos trabajar produciendo en grupo y una de las cosas que planteaban es que aprenden mejor cuando están produciendo ellos, aprenden en diálogo con sus compañeros, lo que demuestra que un diálogo horizontal es mucho más rico para el aprendizaje que un docente dando clases.

Usted también toma como modelo el caso de Finlandia ¿Cuáles son las características de ese modelo?

Yo hablo de los finlandeses porque vienen de un sistema basado en el aprendizaje  de los alumnos, en la autonomía y en la capacidad de producción y creatividad de los chicos. Todo eso está sostenido en una altísima calidad de sus docentes y una remuneración también muy alta, y nosotros no tenemos ni esa calidad ni esa remuneración. Por supuesto tenemos que caminar hacia docentes bien formados y bien pagos, pero no tenemos que esperar a tener el PBI de Finlandia, tenemos que ver cómo, sobre la base de nuestras tradiciones, empezamos a experimentar para que los chicos sean protagonistas de su propio aprendizaje, para que los docentes pasen de ser decidores de las verdad a guías de los chicos.

¿Usted ve en el docente una suerte de resistencia a implementar este tipo de cambios?

Hay muchas dificultades, pero lo principal es que el docente no se imagina cómo dar clases si no es de la forma tradicional y eso es absolutamente comprensible porque es una práctica sostenida exitosamente durante 100 años. Yo creo que hay que buscar una forma en que el docente pueda utilizar la tecnología para desarrollar sus clases y en eso tiene que haber compromiso de los equipos técnicos del Estado. Para eso hay que generar una tecnología para que los docentes trabajen colectivamente, los cuales tienen que tener un tiempo para trabajar en común.

Y además, siempre se le echa la culpa al pibe…

Cuando en la escuela se fracasa, la sociedad siempre le echa la culpa al alumno y se piensa que la escuela nunca tiene nada que ver y el docente es inocente al igual que la institución, pero todos coinciden en que hay que castigar al chico haciéndolo repetir.
Todas las estadísticas dicen que los chicos que repiten tiene en el año que repiten peor rendimiento en las materias que ya habían aprobado en el primer año, o sea que no le sirve al alumno para nada, pero es muy difícil discutir este tema, porque la gente dice “¿y entonces, el que estudió?, no es justo”. Pero está esa idea de un sistema hecho sobre la base de la selección y los que no aprueban es porque son tontos, vagos, o porque vienen de familias desintegradas.
Lo mismo pasa con la gratificación, los chicos tienen que gratificarse. Aprender es gratificante, pero la escuela lo utiliza como castigo… “Hay que estudiar y sacrificarse, los chicos tienen que tener conciencia que en la vida todo se consigue sacrificándose, con sufrimiento”, es lo que se suele decir.

¿En Argentina, hay alguna experiencia donde se esté cambiando la matriz de aprendizaje?

Hay algunas escuelas técnicas privadas que lo hacen. Tenemos que poner a algunas de estas escuelas, que hacen cosas tan interesantes, a trabajar en pos del sistema público. En Córdoba están las llamadas escuelas PROA que han empezado a hacer cosas muy interesantes porque pensaron cambiar la escuela pero cambiando los modelos de aprendizaje y utilizando la tecnología. Entonces, poniendo el eje en el uso de las nuevas tecnologías han empezado a hacer cosas, las que deberían ser pensadas para buscar modelos de cambio de la escuela media.

Si usted conoce estos casos al igual que otra gente que también los conoce ¿Por qué no se intenta cambiar algo desde el Estado?

Porque es muy complicado. Vos tenés todo un sistema consolidado que se basa en la currícula por disciplinas, los profes formados por disciplina y el nombramiento de los profes por disciplina. Para poder mover eso hay que acordar con todos los gremios, porque eso significa cambiar el puesto de trabajo, entre otras cuestiones. Segundo, hay que hacer una movilización fuerte con los docentes, cambiar el sentido común instalado y eso es muy difícil. Y además, el sentido común de la población es muy conservador. Es muy difícil luchar contra el sentido común, porque nuestros políticos alguna empatía con la población tienen que tener. Por eso es necesario discutirlo, generar alguna apreciación en la población de que la escuela va mal.

*Licenciada en Ciencia Política (Universidad del Salvador) y Master en Educación y Sociedad. Fue Directora de la FLACSO entre los años 2003 y 2009. Coordinó el Área Educación y Sociedad de la FLACSO entre los años 1993 y 2000. Actualmente es docente e integrante del Consejo Académico de la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación de FLACSO, maestría que dirigió entre los años 1995 y 2013. Es Directora Académica del Seminario virtual La educación secundaria: principales temas y problemas en perspectiva latinoamericana y docente del Diploma Superior en Gestión Educativa, también de FLACSO. Profesora titularde la cátedra Políticas Educativas de la Universidad Nacional de La Plata. Ha desarrollado actividades como consultora para varios organismos nacionales e internacionales (OEI, CEPAL, INAP, BM). Dirige la revista Propuesta Educativa y es autora de varios libros y numerosos artículos.