Voces y miradas desde lo público: un compromiso que se renueva

En el Día del Periodismo, invitamos a siete colegas de distintas instituciones y universidades públicas de todo el país para reflexionar en torno a los objetivos, ventajas y posibilidades del periodismo científico y la comunicación de la ciencia hecha desde espacios públicos.

Armando Doria, Subsecretario de Comunicación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y Director de NexCiencia

Hubo un tiempo que fue hermoso o, por lo menos, interesante. Los principales diarios publicaban habitualmente noticias y notas de fondo sobre ciencia y tecnología y contaban con suplementos semanales sobre el tema. En los kioscos de revistas había publicaciones varias que se editaban en nuestro país: Descubrir, Muy Interesante, Saber Más, Genios… Corrían los tempranos ‘90 y el “nuevo periodismo” de los ‘80 -de gran calidad formal y comprometido con el propio hacer del oficio- daba sus últimos (y vitales, en algunos casos) coletazos.

Como un fósforo que se consume en su propia naturaleza, la sociedad argentina del primer neoliberalismo quedó quemadita, doblada y en fragilidad extrema. Todo se apagó y, por supuesto, también muchos medios de comunicación de pequeña y mediana envergadura, muchos puestos de trabajo, muchas líneas editoriales de las grandes empresas de comunicación. En poco tiempo, los diarios, revistas o sitios web que publicaban notas sobre ciencia, tecnología y política científica nacional dejaron de hacerlo. Más bien que la paralización y desmantelamiento del sistema científico nacional tuvieron que ver. Más bien. Pero, una vez recuperada la inercia del sistema, a mediados de los 2000, no ocurrió lo contrario. El periodismo asociado al conocimiento se convirtió en una experiencia recoleta, en manos de pocas (y buenas) plumas, mantenidas en algunos medios casi por cierta culpa o con funciones ornamentales. Nunca antes en el último periodo democrático había existido semejante reconocimiento, apoyo e inserción del sistema científico en las problemáticas de bien público y en la modelización del desarrollo nacional. Pero ese cambio notable no se reflejó en la cobertura de los medios, que, a su vez, iban diluyendo su impacto de manera inevitable en el mar de las plataformas digitales.

La importante deuda con la difusión y análisis de la realidad científico-tecnológica de finales de la década del 2000 mantenía en la oscuridad la mayor parte del trabajo de las instituciones del sistema. Y fue entonces cuando, fuera de toda subordinación a esa inercia comunicacional, algunas instituciones decidimos convertirnos en generadores de contenidos. Ahora se podía: las redes sociales, la accesibilidad a la banda ancha y el acceso a una nueva era de telefonía celular y demás dispositivos permitieron abrir el camino. Desde la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA emprendimos un camino de profesionalización en los distintos niveles de la práctica comunicativa: redacción, diseño, fotografía, video. Con el apoyo incondicional de las autoridades a un nuevo y complejo desafío, fue posible comenzar a instalar nuevos canales de comunicación en muy poco tiempo. Y esa respuesta rápida ante la necesidad también la dieron otras facultades, universidades, instituciones científicas públicas de todo el país, que le abrieron sus puertas y formaron a muchísimas comunicadoras y comunicadores comprometidos y reflexivos que pronto estuvieron en condiciones de aportar a la democratización del conocimiento. Y los y las colegas de los medios tradicionales ahora también podían acceder a nuestros contenidos para leernos, reproducirnos, replicarnos, tomarnos como fuente o replantear los temas que comenzamos a presentar. Nosotros, nosotras con los condicionantes propios de las instituciones públicas; ellos, ellas con los condicionantes que imponen las empresas periodísticas y las políticas de mercado, y siempre con la mejor disposición para guiar y proveer fuentes de información.

Hay mucho para mejorar en lo que va de este breve recorrido y son múltiples los desafíos en medio de la volatilidad que implican las nuevas plataformas. Este es el comienzo y, pese a los cambios de cada día, todo parece indicar que a la comunicación nacida de los organismos públicos le queda un largo y emocionante camino por recorrer.


Victoria Arrabal, Periodista del Área de Prensa de la Universidad Nacional de Rosario

Desde hace trece años, el Área de Comunicación de la Universidad Nacional de Rosario publica semanalmente notas sobre ciencia en el diario Rosario 12, en su página web https://unr.edu.ar/portal-noticias-id/ y en las cuentas oficiales de Facebook, Instagram y Twitter. La creación de estos espacios de periodismo científico y el sostenimiento en el tiempo tuvo impactos tanto hacia adentro como hacia afuera de la institución, así como también en la dinámica de trabajo de los comunicadores de la Universidad.

Por un lado, la comunidad académico-científica, que es la que expone sus procesos de investigación, reconoce y valora las producciones periodísticas, dado que visibilizan una tarea silenciosa, pero con beneficios para la sociedad.

Por el otro, los medios de comunicación locales y nacionales (diarios, radios, canales de TV, portales de internet) replican estos contenidos o lo toman como fuente de información para producciones propias, lo que posibilita una más amplia circulación de las investigaciones en otros formatos y lenguajes.

En cuanto a la labor de los periodistas de la Universidad, los temas científicos de todas las disciplinas pasaron a formar parte de la agenda semanal de trabajo y obligan a repensar, en cada producción, la mejor manera de comunicar las investigaciones, el uso del lenguaje adecuado para amplias audiencias y los recursos específicos disponibles en cada plataforma y red social para potenciar estos contenidos e interactuar con la comunidad.

Hacer periodismo científico desde una Universidad Pública es necesario. Porque es garantía de pluralidad de voces y miradas sobre diversos temas. Porque da cuenta del trabajo de los investigadores y pretende un encuentro de saberes. Porque el acceso a ese conocimiento es concebido como un derecho humano.


Luciana Mazzini Puga, Periodista de la Agencia de Noticias Científicas UNQ, de la Universidad Nacional de Quilmes

La pandemia hizo visible la necesidad de contar con un periodismo confiable, que comunique con rigurosidad y fuentes confiables. En ese contexto, el periodismo científico tiene un rol y una responsabilidad central. Es fundamental que la sociedad sepa qué se investiga, qué se hace dentro de los laboratorios, qué se hace en la academia además de estudiar. Se trata, en definitiva, de democratizar los saberes y comunicar aquello que se investiga.

El impulso a este tipo de periodismo es más que necesario. Sobre todo si hablamos de aquel periodismo científico creado desde instituciones públicas, como las universidades, que es donde nacen grandes proyectos e investigaciones que permiten el progreso científico y tecnológico del país.

Igual de fundamental es el anclaje con el territorio que rodea a estas instituciones. Comunicar los saberes, pero, también, comunicar de qué manera impactan ellos en la gente. La importancia mayor radica en intentar achicar cada vez más la distancia existente entre la sociedad y la ciencia.


Equipo de la Agencia UNCiencia, de la Universidad Nacional de Córdoba

En un planeta donde el conocimiento se expande a tasas exponenciales, ¿cuáles son las mejores estrategias para democratizar el acceso al conocimiento científico por parte de un público general? ¿Cómo se logra, desde las universidades nacionales, centros e institutos del sistema científico nacional que la población pueda aproximarse y comprender esos avances, aun sin contar con formación específica en un determinado campo disciplinar?

De lo que se trata es de cómo se promueve el desarrollo de una cultura científica que provea a cada habitante de las herramientas y los dispositivos necesarios para realizar un análisis crítico y fundamentado de los beneficios y las desventajas implícitos, por ejemplo, en la adopción de ciertas tecnologías, la elección de sistemas productivos o los modos en que se configura la expansión urbana, por mencionar solo algunos casos.

Allí es donde los proyectos de comunicación de la ciencia impulsados por instituciones públicas tienen la oportunidad de desempeñar un rol protagónico, especialmente a través de la difusión de los resultados de las innumerables investigaciones que se impulsan en cada rincón del país, la mayoría de las cuales buscan dar respuestas a problemáticas de esa naturaleza y procuran a brindar soluciones a demandas autóctonas.

En UNCiencia –la Agencia de comunicación de la ciencia, el arte y la tecnología, de la Universidad Nacional de Córdoba–, esa idea descansa sobre un principio rector: universidad pública, conocimiento público. Y bajo esta concepción, el acceso al conocimiento producido en el país es un derecho de las personas. De allí surge el compromiso por comunicarlo y difundirlo en la más amplia variedad de formatos, asegurar su accesibilidad y promover su apropiación por parte de la sociedad.

Se trata, en última instancia, de sostener y garantizar el carácter público del conocimiento generado en una universidad pública, a través de la comunicación de la ciencia. Y por ello, este tipo de iniciativas adquieren una importancia estratégica para el crecimiento del país.

La Universidad Nacional de Córdoba posee una tradición histórica en iniciativas abocadas a la difusión de las investigaciones que se llevan adelante en sus espacios. Gestada como una agencia de noticias científicas del interior del país, UNCiencia surgió en 2014 y es resultado de una extensa trayectoria en este campo de la comunicación.


Vanina Lombardi, Periodista de la Agencia TSS, de la Universidad Nacional de San Martín

Al difundir y dar a conocer los avances y desarrollos que se generan desde las instituciones públicas, con información clara y datos confiables, el periodismo científico no solo promueve la democratización de los conocimientos que allí se buscan y producen, sino que también ayuda a combatir la desinformación y clarificar dudas frente a noticias falsas, que provocan confusión y angustia en temas tan sensibles y controversiales como la salud y el ambiente.

Además, al ampliar el alcance y las audiencias que acceden a la información sobre el quehacer de las instituciones públicas del sistema científico-tecnológico nacional, el periodismo científico ayuda a potenciar las reflexiones sobre la relevancia de cada logro o línea de investigación, así como los riesgos y beneficios que puedan implicar las distintas tecnologías e innovaciones.

En otras palabras, el periodismo científico generado desde espacios públicos ofrece más herramientas a la sociedad civil en su conjunto, para que puedan participar de manera informada en el debate sobre las decisiones en cuanto a qué tipo de ciencia queremos generar, para qué y para quiénes.


Esteban Rosso, Responsable de prensa y comunicación en el Instituto Nacional del Agua

Estamos en un punto donde ya no se discute la crisis en los medios de comunicación tradicionales. Desde hace años, los medios gráficos, la radio y la televisión vienen sufriendo cambios, algunos beneficiosos y otros no, ante el embate cada vez más creciente de internet como sistema de conexión y comunicación entre las personas.

Día a día aparecen nuevos formatos: Blogs, Podcasts, Videos, etcétera. Pero también un uso más intensificado y segmentado de las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram o TikTok, con públicos específicos. Y, en el último tiempo, el creciente empleo de plataformas de streaming. Todo este universo digital somete al público a un modelo comunicativo y de consumo on demand, que mezcla información con entretenimiento y el ocio.

En esta biosfera digital, la producción de contenido queda democratizada a niveles insospechados. El contrasentido es un aumento en el acceso a la información, con la siguiente sobreinformación, donde cada vez se hace más difícil determinar la calidad del contenido y, por lo tanto, distinguir la noticia verdadera de la noticia falsa.

Ante este escenario, comunicar ciencia y tecnología desde adentro de las instituciones presenta oportunidades y desafíos. Para difundir se necesitan mediadores, periodistas científicos o científicos con vocación periodística, que acompañen los procesos del periodismo, la divulgación y la comunicación sobre aquellos temas que impactan en la vida cotidiana y sobre los que operan diferentes intereses.

Hoy más que nunca se hace necesario ofrecer a la sociedad información de calidad, en virtud de la responsabilidad que tenemos quienes nos desempeñamos en la función pública, y, especialmente, en aquellos organismos donde se produce el conocimiento. Debemos informar a la sociedad de manera responsable y orgánica.


Julieta Vignale, Coordinadora de Comunicación y Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo

Las experiencias que vivimos dejan marcas y aprendizajes en los recorridos de nuestras sociedades. La pandemia evidenció la necesidad de conocimiento, circulación de información, interpretación, curiosidad y crítica respecto a los acontecimientos que involucraron el cruce entre ciencia y sociedad en nuestra cotidianeidad. ¿Cuál es el puente que adquiere protagonismo en esta vía? La comunicación y el periodismo de ciencia conforman este enlace valioso para contribuir a la cultura científica de la ciudadanía.

Y es que durante estos años pudimos reconocer aún más la importancia de estar bien informados, de aprender a discernir una fuente confiable de una fake news, de entender que la sobreinformación no implica calidad de contenidos. De repente, el lenguaje científico se convirtió en algo habitual en nuestra interacción cotidiana, porque mientras convivíamos con incertidumbre, miedos, cuidados, cansancio, ansiedad y desasosiego, la investigación científica se ponía a disposición en una inmediatez no convencional que impactaba en nuestras vidas a diario.

En ese contexto, fue indispensable la necesidad de adaptación del lenguaje técnico desde la comunicación de las ciencias para evitar confusión o falsas expectativas, aunque ciertamente no siempre se cumplía. Y es que en una situación como la que vivimos, el desafío y compromiso involucra medios, periodistas, gobernantes, científicos/as, ciudadanía, instituciones y también empresas.

Para comunicar la ciencia es necesario conocer sobre ella, esa caja negra que a veces parece inaccesible e incuestionable. ¿Pero cómo la percibimos? En algunos tramos, la ciencia se vale de evidencias que dan certezas, pero, asimismo, se construye a partir de interrogantes y potencialidades que dan impulso a sus prácticas en busca de nuevas respuestas. Por lo tanto, comunicarla implica también conocer su dinámica, sus formas, sus procesos y avances, en virtud de cada particularidad disciplinar.

Sería ficción pensar que la ciencia es neutral o ahistórica, al igual que el periodismo en su quehacer mediático. Y aquí hay que preguntase qué obstáculos y limitaciones encuentra el/la periodista de ciencia actualmente. Aún es necesario incorporar más profesionales especializados en la estructura de medios de comunicación ante la preponderancia de periodismo generalista, ya que claramente impacta en la credibilidad, el análisis, la validez informativa y el pensamiento crítico. Sin periodismo especializado en ciencia se corren riesgos como la falta de rigurosidad y distorsiones interpretativas con propósitos político-mediáticos.

Necesitamos hablar de ciencia desde otro lugar, desde espacios, dinámicas y formatos diferentes para lograr acercar la ciencia a la gente. ¿Desde dónde lo podemos lograr? La Comunicación Pública de la Ciencia representa articular políticas y voluntades entre organismos del estado, del sector educativo y científico- tecnológico, junto al sector productivo y comunicacional. El impulso de valorizar y posicionar esta tarea en nuestra sociedad proviene principalmente universidades, centros de investigación y áreas gubernamentales que se dedican a formar profesionales, brindar herramientas, recursos y propiciar intercambios que promuevan la cultura científica e incidan en la percepción de la ciencia como trasformadora de problemáticas sociales, vinculadas -por ejemplo- al medio ambiente, a la salud, a las ciencias sociales, a la innovación y políticas de desarrollo productivo, sin por ello desconocer casos controversiales.

La mediación necesaria entre el quehacer científico y la sociedad posibilitará más ciencia en lo cotidiano y su apropiación ciudadana abrirá nuevos interrogantes sobre el mundo. Ni sabios ni ignorantes, hay que caminar hacia una integración de saberes. Si bien existen diversas políticas, experiencias y acciones en curso, aun queda mucho por hacer, federalizar y -paradójicamente- comunicar la ciencia que se realiza desde este sur global.