Investigan el origen de una enfermedad congénita en infantes

Un grupo de trabajo del CONICET analizó muestras de ADN de niños y niñas de Argentina para estudiar el origen de esta afección, llamada hipopituitarismo congénito, que produce alteraciones en el crecimiento, entre otros síntomas. A partir de este trabajo, se podrá, en un futuro, mejorar el diagnóstico y el tratamiento de esta patología.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- El hipopituitarismo congénito es una enfermedad de origen genético que involucra una afección en la hipófisis, una glándula ubicada en el centro de la cabeza y encargada de funciones como reproducción, metabolismo y crecimiento. Un grupo de investigación del CONICET estudia cuáles son los genes que producen esta afección, que tiene como principal característica el generar alteraciones en el crecimiento y que afecta a uno de cada 4000 nacidos vivos a nivel mundial.

“El problema con esta enfermedad es que es muy amplio el rango de síntomas visibles, es más, un alto porcentaje de pacientes no tienen un diagnóstico certero. Al ser una enfermedad de origen genético, si hay variantes que no fueron estudiadas a nivel experimental, te obliga a estudiar cada caso en particular”, explicó a la Agencia CTyS-UNLaM la doctora María Inés Pérez Millán, investigadora adjunta del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional (iB3-UBA) y líder del proyecto.

“La patología tiene como principal característica la alteración del crecimiento, siendo el único tratamiento disponible la aplicación de inyecciones diarias de hormona de crecimiento. Pero es más complejo, en la mayoría de los casos se producen deficiencias en otras hormonas también, afectando otros mecanismos importantes, como la reproducción y la fertilidad; como así también defectos en la formación de otros órganos. Puede provocar una serie de afecciones en el nervio óptico, el cerebro, la mandíbula o el oído. Y, además, puede estar acompañado de retrasos neuromadurativos”, enumeró la científica.

Con esta problemática como objeto de estudio, el equipo de investigación está llevando adelante varias líneas de trabajo, en colaboración con la Universidad de Michigan. En un reciente trabajo publicado en la revista The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, analizaron muestras de 170 pacientes pediátricos, proporcionadas por los equipos médicos de los Hospitales Ricardo Gutiérrez y Garrahan.

“Fue interesante ese trabajo en equipo porque, cuando propusimos hacer esta investigación, desde muchos lugares nos ofrecieron estas muestras. Pasamos de tener 50 datos a tener más de 300, y eso es importante porque no hay muchos estudios de poblaciones en Argentina y hay muy poquito en Sudamérica”, precisó Pérez Millán, quien agregó que ya secuenciaron y están analizando muestras de hospitales de distintas zonas del país.

Para los análisis, además de contar con estas muestras de pacientes pediátricos, se analizó también material genético de padres y hermanos, tuvieran la enfermedad o no. “Fue clave contar con ese material, porque se puede ir haciendo un trabajo de comparación, lo cual permite revisar las variantes genéticas que te generan dudas y que no sabes si tienen influencia en la enfermedad o no”, agregó la investigadora.

En los estudios realizados hasta el momento, se describía que el gen más frecuentemente alterado -es decir, con mutaciones- en pacientes con esta enfermedad era uno llamado PROP1. “Sin embargo, en todas las muestras que analizamos para este trabajo con datos locales no encontramos ninguna mutación en ese gen. A su vez, encontramos genes alterados de los cuales hay muy pocos reportes e información. Eso te demuestra la importancia de poder contar con estudios en poblaciones locales”, subrayó María Andrea Camilletti, becaria postdoctoral del CONICET e integrante del equipo.

En otro de los trabajos publicados recientemente en American Journal of Human Genetics, el mismo grupo de investigación, en colaboración con la Universidad de Michigan, realizó estudios de un gen específico, Pou1f1, a partir de una técnica llamada mutagénesis masiva. “De una región muy pequeña de este gen, que sabemos que es clave para esta enfermedad, mutamos todas las bases del ADN posibles, para poder generar un catálogo de variantes y analizar sus efectos finales en el desarrollo de la enfermedad”, puntualizó Pérez Millán.

De esta forma, “si un profesional de la salud encuentra mutaciones nuevas en esta región de Pou1f1 en sus pacientes que nadie había estudiado, puede ver este catálogo para saber si dicha variante es patogénica o no hace nada. Entonces, permite no tener que hacer todos los estudios cada vez que se encuentra una variación nueva”, amplió la jefa de grupo, quien agregó que uno de los becarios doctorales que integra el equipo, Sebastián Vishnopolska, está haciendo este tipo de trabajo con otros genes específicos.

Las científicas también destacaron que toda la información nueva que se produjo a partir de estos trabajos servirá tanto para poder brindar asesoramiento a las familias como para facilitar diagnósticos y tratamientos.

“Lo ideal sería poder diagnosticar al paciente ni bien nace, para ya iniciar el tratamiento. Por el momento, el tratamiento principal es con hormona de crecimiento, el mismo que se le aplicó, por nombrar un caso muy conocido, a Lionel Messi. Y la información generada también puede ser importante para familias que decidan tener futuros bebés”, consideró Camilletti.

Saberes que confluyen

Estos trabajos son un claro ejemplo de un grupo multidisciplinario, formado por Vishnopolska y Julian Martinez Mayer, becarios doctorales; y Florencia Mercogliano y Camilletti, becarias postdoctorales. También integran el equipo médicos del Hospital R. Gutiérrez - Débora Braslavsky, Ana Keselman e Ignacio Bergadá- y del Hospital Garrahan -Marta Ciaccio, Maria Isabel Di Palma y Alicia Belgorosky-. Se le suma, además, el aporte bioinformático del grupo del doctor Marcelo Marti.

“Esa interacción con los médicos es muy buena porque no sólo se involucran en mandarnos las muestras, a veces incluso de casos archivados de hace años. También debaten con nosotros los casos, hay mucho ida y vuelta entre lo que el grupo de investigación aporta desde la ciencia básica y lo que ellos ven en los pacientes, ya sea como síntomas o partir de un diagnóstico”, resaltó Camilletti.