Un modelo que comienza con la dictadura

El Proceso de Reorganización Nacional derogó el impuesto a la renta y al patrimonio en 1977, lo que significó la imposición del IVA como sustento de la recaudación nacional.

Leandro Lacoa (Agencia CTyS) - La última dictadura militar dejó un fatídico legado en todos los ámbitos de la sociedad argentina. El aspecto económico tal vez es el que más evidenció los cambios forjados por el gobierno que usurpó el poder el 24 de marzo de 1976.

A poco de instalada la Junta Militar presidida por Jorge Rafael Videla, su ministro de Economía, Alfredo Martínez de Hoz, plasmó, a través de los comunicados conjuntos de las FF. AA, los destinos que tendría Argentina en sus asuntos internos y externos.

La política fiscal planteada era la evidencia de los tiempos que se avizoraban. “El sistema impositivo actual lo heredamos de la última dictadura militar que con los lineamientos del modelo neoliberal promovió impuestos al consumo, totalmente regresivos, en adición a un recorte presupuestario en pos del superávit fiscal”, explicó Jorge Devesa, coordinador de la carrera de Contador Público de la Universidad Nacional de La Matanza.

En 1977, se determina, por medio de un decreto, la derogación de los impuestos a la herencia, la renta y el patrimonio, que según la investigación del especialista, benefició a “los sectores más concentrados de la economía nacional”.

En línea con las medidas neoliberales, el gobierno dictatorial elevó el Impuesto al Valor Agregado al 21%, situación que no cambió hasta la actualidad. Así, la presión tributaria recayó sobre los sectores más empobrecidos que destinan la mayor cantidad de sus ingresos al consumo de bienes de primera necesidad.

“A partir de 1976 asistimos al incremento permanente de nuestra deuda externa, la que fue originando año a año la necesidad de mayores recursos del Estado para el pago de los vencimientos y esos recursos salieron de la mayor recaudación estatal del IVA”, aseguró Devesa.

Desde entonces, el IVA representa el grueso de los ingresos a las arcas nacionales, que actualmente llegan al 30% y en suma, la recaudación de todos los impuestos a los consumos representa el 66%.

La herencia del proyecto de Martínez de Hoz estableció mínimas exigencias del Estado a las empresas nacionales y trasnacionales. Hoy, el gravamen a las rentas financieras sólo implica un 0,35 % del PBI.

“Sólo se recaudan cerca de 3.600 millones de pesos, es decir, un 0,35 % del PBI aproximadamente, mientras que en la mayor parte de los países desarrollados, como Suecia, este gravamen junto con el impuesto al patrimonio y la herencia significan el 60 % de lo que recauda el Estado”, enfatizó el especialista de la UNLaM.

Pese a los cambios de los últimos años, la recaudación nacional se sustenta no sólo con el IVA, sino también con otros impuestos al consumo que se obtienen a nivel provincial y municipal establecidos en los gobiernos democráticos posteriores al Proceso.

El problema de la evasión

En los países con sistemas tributarios poco eficientes, como sucede en Latinoamérica, existen altos porcentajes de evasión, debido a la recaudación de impuestos sobre el consumo.

“En este esquema las altas tasas del IVA y las ineficiencias de control han actuado como un incentivo a evadir el impuesto recaudado por parte de quienes actúan en las distintas etapas del proceso económico como intermediarios entre el Estado que debe recibir y el consumidor que paga el impuesto”, advirtió el investigador de la UNLaM.

Durante 2002, la evasión del IVA llegó al pico máximo de 34,8%, lo que representa una pérdida de la recaudación de unos $ 14.772 millones. Pese a que los organismos públicos aumentaron su presión sobre las cadenas del proceso económico aún existe un 15% de pérdidas en la recaudación.

Los ejes del sistema tributario

Desde 2003, el índice de pobreza se redujo más del 30% por el crecimiento económico; sin embargo, el coeficiente que mide cuán desigual es la sociedad se redujo sólo un 11%, debido a la existencia de un mecanismo que grava con un 21% todos los bienes y servicios.

”Un trabajador que perciba el salario promedio nacional de $ 3500 mensuales, destinará la totalidad de ese ingreso a consumir alimentos, transporte y servicios públicos, y como todo está gravado, de su salario destina $ 850,15 para pagar impuestos”, puntualizó Devesa.

Otro de los tributos importantes en la recaudación son las retenciones a las exportaciones que se refuerzan en el gobierno de Raúl Alfonsín, con el objetivo de obtener ingresos para cumplir con los pagos de la deuda externa. Luego de la hiperinflación de fines de los 80´S y del plan de convertibilidad de Domingo Cavallo se reducen a su mínima expresión para tomar relevancia a partir de 2003.

Actualmente, las retenciones generaron un fuerte debate parlamentario durante 2008 por la discutida resolución 125, pero lo cierto es que explican un gran porcentaje de la recaudación del Estado, más del 5% del PBI.

Ante la recuperación salarial desde 2003, creció la recaudación del impuesto a las ganancias sobre los salarios de los obreros, que superó los 300 millones de pesos de recaudación en el último año.

Hasta este momento, este tributo recae en los asalariados que perciben 5.782 pesos mensuales en caso de ser solteros y 7.998 pesos mensuales para los casados con dos hijos. Desde los sectores gremiales se sostiene que esta escala es insuficiente por el nivel de inflación y el aumento de los salarios.