Turismo sustentable: la conciencia socio-ambiental por encima del negocio

Los expertos aseguran que protege el ambiente, la diversidad cultural y fomenta el desarrollo local inclusivo sin perjudicar a la rentabilidad económica.

Agencia CTyS (Javier D’Alessandro) – En los últimos 50 años, la cantidad de turistas ascendió de 25 a poco menos de 900 millones al año y, según cálculos de la Organización Mundial del Turismo, en 2020 serán 1.500 millones, casi el doble del nivel actual.

Esta asombrosa expansión no respetó fronteras, culturas ni ecosistemas, y muchas veces impulsó el desarrollo económico de diversas regiones, pero también produjo severos impactos ambientales y socioculturales en ellas.

Hoy, en el marco de una crisis ambiental global, con una creciente conciencia de respeto al medio ambiente, las culturas locales y los recursos naturales,emergió una nueva forma dentro del negocio, conocida como turismo sostenible o sustentable.

“El turismo sustentable es una estrategia de desarrollo local que cuida y preserva los espacios naturales, socioculturales y económicos”, definió Darío César Sánchez, Doctor en Geografía e investigador adjunto del Conicet.

Como explicó a CTyS Regina Schlüter, titular de la maestría en Turismo de la Universidad de Quilmes, esta idea surge “cuando se aceptó que los recursos naturales se agotan y hay que conservarlos, conciencia que pronto se extendió al medio social y su economía”.

Al respecto, Sánchez, miembro del Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU-Conicet), añadió que esta iniciativa “implica conciliar el interés económico con la conservación de la naturaleza y la cultura local para generaciones futuras”.

Por su parte, Ernesto Gamboa, Prosecretario de la Cámara de Empresarios Turísticos de Santa Fé destacó que “este no es un nuevo tipo de turismo”, como lo son el turismo rural o el cultural. “Más que una tipología, es un paradigma de desarrollo de la actividad”, señala.

Los destinos sustentables en Argentina

El Grupo de Turismo Sustentable (GTS) es una ONG de la provincia de Santa Fe que impulsa el desarrollo de destinos sostenibles en la cuenca del Paraná, y ofrece alternativas para viajar y descansar, en armonía con el entorno y su gente.

“No es fácil lograr un turismo sostenible y a la vez rentable, porque hoy es una alternativa de muy baja escala, lo que compromete la sustentabilidad económica”, reveló Ernesto Gamboa, director del GTS y Prosecretario de la Cámara de Empresarios Turísticos de Santa Fe.

“Lo ideal sería generar conciencia en los mercados de demanda, porque, básicamente, el problema está ahí, la gente no sabe que puede conocer y recorrer su país, ayudando al desarrollo local y protegiendo la naturaleza”, propuso el empresario.

Estancias agrícolas en Carcarañá, deportes de alto riesgo en el Paraná, turismo rural en estancias coloniales o tours para conocer la cultura y costumbres de los pueblos originarios, son algunas de las alternativas generadas por los propios pobladores locales.

Pero Santa Fe no es el único destino sostenible del país. La Patagonia y el Noroeste han adquirido una fuerte conciencia de conservación, y localidades como Esquel, El Bolsón y Puerto Madryn fueron las pioneras en implementar criterios de sustentabilidad.

En la costa bonaerense, el delta del Paraná y las sierras de Tandil y La Ventana también aparecieron los primeros hoteles aprobados bajo parámetros de sostenibilidad IRAM, y fueron los primeros de Sudamérica en adaptarse al nuevo paradigma de turismo.

El eje de la sustentabilidad: la prevención

Todas las fuentes consultadas por CTyS coincidieron en que las acciones preventivas son la base de este nuevo paradigma, ya sea con educación, estrategias diferenciales o políticas públicas vinculadas a la sostenibilidad.

“El turismo sustentable es, en esencia, preventivo, tiene esa idea, intervenir antes de que los problemas ocurran”, expuso Alicia Gemelli, coordinadora del Programa de Turismo Sustentable de la Secretaría de Ambiente de la Nación.

Esa dependencia trabaja en conjunto con los municipios turísticos para favorecer el desarrollo del turismo sustentable, y brinda asistencia técnica y financiamiento a proyectos que desarrollen y cumplan con las condiciones de sostenibilidad turística.

Gamboa, por su parte, hizo hincapié en la educación: “En muchos casos, los problemas se fundan en la falta de conocimiento, por lo que es necesario generar una cultura de cuidado del ambiente, tanto de los turistas como de los empresarios”.

“Las empresas están tomando conciencia sobre la responsabilidad social empresaria. Muchas incentivan destinos vinculados a la acciones de sustentabilidad. En Argentina, de a poco, esa cultura se está desarrollando”, enfatizó.

En la misma sintonía, Schlüter reforzó la idea de prevención, desde una perspectiva singular: desarrolló la idea del “marketing a la oferta”, es decir que el tipo de turista que recibe un destino, está relacionado con cómo se vendió ese lugar.

“Si se muestra ‘venite para acá que podés hacer lo que se te da la gana’, va a venir un tipo de turista. Pero si se dice: ‘nosotros somos una ciudad orgullosa de nuestra limpieza y de nuestros recursos y los cuidamos’, va a venir otro”, remarcó.

Para la investigadora, el eje de la cuestión es “enseñar que el turista no es un dios al que hay que servir”. “Sólo es decir: ‘Bienvenido a mi casa, estás son mis reglas, sos bienvenido, pero respetalas’, tan simple como eso”, completó.

Los impactos negativos del turismo tradicional

Entre los principales impactos en la naturaleza, destacan los incendios, la tala indiscriminada de árboles, la acumulación de basura, y las modificaciones en la flora y la fauna por la desaparición o introducción forzada de animales y plantas.

“El abastecimiento de agua potable, la disposición final de los residuos, la compatibilidad de los usos del suelo o el agotamiento de los recursos naturales deben ser considerados cuidadosamente para garantizar un turismo sustentable”, subrayó Darío Sánchez.

Por otro lado, los problemas sociales y culturales asociados al crecimiento de la actividad son muy diversos y, aunque en el ideario popular la idea de sostenibilidad está asociada con el cuidado del ambiente, el turismo sustentable también debe encargarse de ellos.

La pérdida de la calidad y las características paisajísticas propias del lugar por la urbanización; la sobrecarga en la infraestructura de servicios públicos; y la segregación de la población local, son graves efectos colaterales que deben prevenirse y evitarse.

En este sentido, Schlüter resaltó que “es importante respetar los esquemas de valores y costumbres de la población local, para que un desarrollo económico no los pase por encima como si fuera una topadora”.

“El turismo es una industria multimillonaria, con una lógica de producción capitalista, pero que con un desarrollo más justo, puede contribuir a la inclusión social. Por eso, investigamos formas que prioricen al ser humano y no al capital”, puntualizó Sánchez.

Un sistema de evaluación turística

Sánchez presentó en 2009 el “Sistema Básico de Indicadores de Sustentabilidad Turística” (SIST), herramienta científica de evaluación de calidad turística, parte de un convenio de cooperación entre la entonces Secretaría de Turismo –hoy ministerio- y el Conicet.

“Este sistema permite cuantificar y precisar los impactos ambientales, económicos y socioculturales del turismo, para mejorar la toma de decisiones y enfrentar los problemas sobre un conocimiento sólido y desde una óptica común”, acentuó el investigador.

La iniciativa derivó de la Ley Nacional de Turismo –Nº 25.997-, sancionada en 2004 y que declaró a la actividad como “estratégica y esencial para el desarrollo del país, prioritaria dentro de las políticas de Estado”.

Pero esta ley también impuso que el turismo “debe desarrollarse en armonía con los recursos naturales y culturales a fin de garantizar sus beneficios a las futuras generaciones” y lo definió como un “derecho social y económico de las personas”.

Todas estás premisas se cristalizaron en el “Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable 2016” (PFETS), impulsado por el Ministerio de Turismo de la Nación, para el cumplimiento de las estrategias y políticas de sostenibilidad turística de la Ley 25.997.

“Lo que el PFETS se propone es implementar un modelo de desarrollo turístico respetuoso del ambiente que satisfaga las necesidades presentes, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias”, apuntó Sánchez.

En este contexto, el académico consideró que un SIST “debe enmarcarse en una concepción científica optimista y analítica, convencida de que a partir del conocimiento y el compromiso político, el cambio para beneficio de la sociedad es posible”.

El turismo en las Universidades

“En un principio, la gente que estudiaba la Licenciatura en Turismo, lo hacía para trabajar en una agencia de viajes”, recordó Regina Schlüter y agregó que “esa era la concepción tradicional de las carreras de turismo”.

No obstante, la investigadora recalcó que “en algunas universidades nacionales radicadas en destinos turísticos con mucha trayectoria, como Comahue o Mar del Plata, las carreras y el perfil de los graduados apuntaba más a la planificación estratégica de la actividad”.

“Ahora, con la masificación del turismo, se están reformulando muchos planes de estudio, pero las carreras siguen, en su mayoría, orientadas más a nivel práctico, sin interesarse demasiado en la investigación”, afirmó.

Según la especialista, “el trabajo investigativo se aborda en su mayoría desde ciencias paralelas, como la sociología, la geografía o la antropología”. “Es algo que va a llevar mucho tiempo para modificarse, porque hace muy poco que el Conicet acepta en la carrera de investigador científico a un licenciado en Turismo”, expresó.