La vida de los pueblos prehispánicos inmortalizada en fotografías de piedra

El arte rupestre es mucho más que dibujos en una pared. Es una de las manifestaciones artísticas más antiguas del hombre. Debido a su importancia, arqueólogos del ISES (CONICET – UNT) se dedican a “escuchar” lo que cuentan las paredes de la localidad catamarqueña de Antofagasta de la Sierra para conocer cómo vivían los primeros habitantes de la región.

Nadia Luna (Agencia CTyS) - Viajar en el tiempo no es un privilegio del que sólo gozan personajes de ficción como Terminator, los protagonistas de Lost o el Dr. Brown de Volver al Futuro. Porque en Antofagasta de la Sierra, Catamarca, hay unos “paredones” (farallones de roca ignimbrita) de entre 15 y 40 metros de altura que son como espejos que reflejan el pasado. Basta con situarse frente a ellos para comenzar el viaje y descubrir los secretos milenarios que nos cuentan. ¿Cómo? A través del arte rupestre.

Se trata de representaciones grabadas o pintadas sobre superficies de piedra que conforman una de las expresiones más antiguas del hombre. Nada más ni nada menos que un archivo natural repleto de historias. Un equipo de investigadores del Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET – Universidad Nacional de Tucumán) se dedica a rescatar estos testimonios para conocer cómo vivían y pensaban los primeros habitantes de la región, desde el 8.500 AP (antes del presente) en adelante.

“El arte rupestre no se encuentra en sitios descampados, donde no hay ningún tipo de recursos, sino que está presente en el área de actividad de las personas”, cuenta a la Agencia CTyS el arqueólogo e investigador del CONICET Álvaro Martel. Su tutor es el Dr. Carlos Aschero, vicedirector del ISES y especialista en arte rupestre que también trabaja, desde hace varias décadas, en el sitio arqueológico Cueva de las Manos (Santa Cruz).

La localidad de Antofagasta de la Sierra está a más de 3 mil metros de altura y forma parte de la Puna. La técnica de arte rupestre más frecuente en la zona es el grabado, aunque también existen algunas representaciones pintadas. “Los motivos más antiguos tienden a las figuras abstractas o geométricas, como círculos, zig-zag, líneas y agrupaciones de puntos. Progresivamente, se van incorporando elementos figurativos: aves, camélidos y figuras antropomorfas”, precisa Martel.

Para aquellos primeros habitantes, el arte rupestre era una manifestación simbólica elaborada para intercambiar información social. Hoy, gracias a estas representaciones y a los restos arqueológicos hallados en la zona estudiada, de unos 40 km2, los investigadores pueden conocer la evolución de esas sociedades.

“En momentos tempranos, hay recurrencia de escenas de caza. Después, cuando surgen las economías pastoriles, se empiezan a representar llamas en una asociación mucho más directa y pasiva con la figura antropomorfa”, relata el investigador. “Posteriormente, aparecen las temáticas caravaneras, que muestran la movilidad de los grupos pastoriles que conectan distintas regiones a partir del uso de caravanas”, agrega.

Trasladando el pasado al laboratorio

Para estudiar estas representaciones rupestres, los investigadores realizan un registro minucioso del campo, que comienza con el llenado de fichas en las que se consignan una serie de variables necesarias para el análisis. Luego, se lleva a cabo un registro gráfico en distintos soportes y formatos, como la filmación, la fotografía digital (color, sepia, blanco y negro) y dibujos a mano alzada. “La idea de tener diferentes tipos de registros es que en uno siempre encontramos algún detalle que en el otro se perdió. De esta manera, vamos complementando la información”, señala el arqueólogo.

Según Martel, otra cosa que resulta muy útil pero que ya no se hace tanto son los calcos en pliegos plásticos. “Se cubre el panel con un plástico y se lo calca con marcador indeleble, igual que los calcos que hacíamos en la escuela”, grafica. “Lo bueno de esta técnica es que, de alguna forma, te permite llevar el panel al laboratorio”. De todas maneras, el investigador aclara que gracias a los avances tecnológicos, también es posible hacer un calco similar en computadora.

¿Pero cómo saben los arqueólogos cuándo se hizo tal o cual dibujo? Los fechados absolutos por medios físico - químicos son muy costosos para el arte rupestre. Por eso, el método más usado en el mundo tiene que ver con una asignación cronológica de forma indirecta, a partir de los estudios estilísticos.

“Esto se logra comparando los estilos del arte rupestre con los estilos de las representaciones que aparecen en otros soportes móviles, como cuencos de calabaza o superficies de cerámica. Estos objetos, encontrados en contexto de excavación, sí pueden ser fechados de forma absoluta”, explica Martel, y remarca que, a medida que pasa el tiempo, son más aciertos que desaciertos los que obtienen con este método.

Imágenes que resisten el paso del tiempo

Antofagasta de la Sierra es un desierto extremo. Por este motivo, donde se concentra la mayor cantidad de evidencias de asentamientos de comunidades prehispánicas es en torno a los cauces de agua permanentes.

En tanto, el clima árido tiene ventajas y desventajas para la conservación del arte rupestre. “Las pinturas se conservan bien porque, al haber una bajísima humedad, no permite la formación de hongos o líquenes en las mezclas pigmentarias usadas para las representaciones”, argumenta el investigador. “Pero, a la vez, como es un lugar con mucho viento, se produce una degradación importante sobre los grabados por erosión eólica. Aunque esto depende mucho de las orientaciones de los paneles”, concluye.

Actualmente, Martel continúa estudiando el arte rupestre de la zona, focalizando en los períodos formativo y tardío. Además, está trabajando en un proyecto sobre rutas de interacción social y tráfico de caravanas, que es algo característico de las sociedades pastoriles, cuyo desplazamiento fue dejando distintos tipos de evidencias acerca de sus campamentos y sitios rituales.