La mirada de los jóvenes ante la discriminación

Docentes de la UNLaM llevaron adelante un estudio que arrojó importantes reflexiones. La vicedecana del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales, Dra. Santorsola, habla de la importancia de la educación para reconocer los derechos que garanticen la inclusión social.

Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM) -La participación de la UNLaM en la construcción del Mapa de la Discriminación, publicado en 2012 por el INADI, dejó sentadas las bases para que un grupo de especialistas de distintas disciplinas continuaran con esa línea de investigación en la región oeste del Conurbano Bonaerense.

Fruto de ese exhaustivo trabajo, el libro “La mirada de los jóvenes ante la discriminación”, dirigido por el Dr. Daniel Martínez, arroja datos reveladores sobre el impacto que tiene la educación superior en la percepción y las prácticas o intervenciones de los jóvenes ante esta problemática social. 

En diálogo con CTyS-UNLaM, la Dra. Victoria Santorsola, integrante del equipo transdisciplinario de investigación, comenta los antecedentes y algunas de las conclusiones del estudio comparativo que ya se transformó en insumo para generar estrategias de resolución de situaciones de discriminación en cualquier ámbito social.

“La educación superior hace la diferencia en relación a los problemas de la discriminación, porque cuando se les preguntó a los jóvenes sobre este tema, aquellos que están impactados por el discurso formal -es decir, por los conocimientos adquiridos en la Universidad,- tenían mayores herramientas para responder en relación a los problemas de discriminación, que aquellos que no tenían estudios universitarios”, explica la investigadora.

Según Santorsola, los estudiantes tendieron a posicionarse en una concepción solidaria al modelo social en relación a la discapacidad, lo que significa que la representación social con respecto a la discriminación varía según el nivel educativo de la población analizada (jóvenes de entre 18 y 35 años de la región del conurbano bonaerense).

Según la vicedecana del Dpto. de Sociales y Humanidades, “cuando el otro es percibido como algo distinto a mí, en términos de jerarquías y valoraciones, no lo estoy viendo como a un igual, desde la perspectiva de los derechos”’.

Es desde el reconocimiento de los derechos que los jóvenes pueden generar estrategias de resolución de situaciones de discriminación que suelen estar naturalizadas en la vida cotidiana, precisa el estudio.

En este sentido, Santorsola ejemplificó cómo, frente a las mismas elecciones sobre prácticas frente a la discriminación, los estudiantes universitarios tienen mayores recursos informativos para intervenir en estas situaciones. 

“Ellos -debido a la información sistematizada que circula en este tipo de instituciones- pueden recurrir al empleo de la palabra, la denuncia o la identificación de prácticas de discriminación por atributos como la situación de género o aspectos ideológicos y económicos, rompiendo con la naturalización de realidades que en la vida cotidiana no son reconocidas como situaciones de discriminación”, subrayó.

Consultada sobre la forma en que se visualizan estas prácticas al interior de la Universidad, la investigadora destacó “la impronta antidiscriminatoria que tiene la UNLaM desde sus bases fundacionales”. 

“Es una universidad con un mandato fundacional de atender a la comunidad, de afianzar a los jóvenes en una zona donde gran parte de la población tenía prohibido seguir con los estudios universitarios”, sostuvo al recordar que un alto porcentaje de los estudiantes constituyen la primera generación de universitarios de su familia. 

También destacó aspectos de la infraestructura y recursos didácticos orientados a facilitar el acceso y el desempeño de los estudiantes con discapacidad motora y visual o con dificultades económicas.

Esta universidad cuenta con accesos a nivel en todas sus aulas; computadoras con programas informáticos e impresora para escritura Braille y bibliografía en este sistema; intérpretes de lenguaje de señas; asistencia y seguimiento al alumno que lo solicite; asientos con prioridad para discapacitados y varios tipos de becas para aquellos que afronten dificultades económicas, enumeró la vicedecana.

“La educación hace una diferencia y esto implica que realmente todas las intervenciones que se hagan desde la perspectiva educacional, a favor de prácticas antidiscriminatorias, permitirán reconocer la diversidad de capacidades en relación a un mundo totalmente desconocido para nosotros”, concluyó Santorsola.