Elisabeth Binder: “Mientras más diferentes sean las mentes que tengamos, mejor será la ciencia que podamos producir”

La investigadora y doctora en neurociencias de la Sociedad Max Planck estuvo de visita en el país como disertante de un Simposio Internacional organizado por el IBioBA CONICET-Max Planck. En esta entrevista, analiza cuánto ha avanzado la ciencia en estudios sobre el estrés, los impactos de la pandemia y por qué es importante el apoyo del Estado a la ciencia y la tecnología.

Créditos: Pablo Dondero y Federico Zampaglione, gentileza MINCYT.

Nicolás Camargo Lescano y Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM)- En el campo del estrés -concepto cada vez más utilizado y conocido en el vocabulario cotidiano-, la ciencia ha podido ofrecer, durante las últimas décadas, información esencial para entender sus mecanismos moleculares y los procesos que este fenómeno desencadena en los seres vivos. Allí, parecen intervenir no solo cuestiones de ambiente, sino también aspectos genéticos y epigenéticos. El escenario se vuelve más complejo e indispensable de analizar si se tiene en cuenta la reciente pandemia por COVID-19, con el consecuente aislamiento social y con profundos impactos en la salud mental.

Estos fueron algunos de los temas abordados, en su reciente visita a Argentina, por Elisabeth Binder, integrante del Instituto Max Planck de Psiquiatría de Múnich y neurocientífica especializada en el estudio de los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad.

Binder, de larga trayectoria en el campo de la salud mental, fue una de las disertantes del Simposio Internacional “Fronteras en Biociencias”, organizado por el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, CONICET-Partner Max Planck) y que reunió, días atrás, a 30 disertantes argentinos y alemanes de la Sociedad científica del país germánico. Se trató, además, de una actividad académica de posgrado y difusión científica del IBioBA, realizada en el marco del Proyecto Biomedicina FOCEM del Mercosur.

“Hay una creciente investigación en la ciencia internacional sobre el estrés y es muy importante, porque nuestras sociedades cambian constantemente y están surgiendo entornos cada vez más estresantes. Especialmente para los jóvenes, que sienten las consecuencias, por lo que se realizan muchas investigaciones en diferentes niveles para comprender, por ejemplo, lo que sucede en el cerebro cuando el estrés genera efectos negativos. O cómo y por qué es diferente el impacto del estrés en las distintas personas, ya que no a todas afecta igual”, explica la experta.

En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Binder analiza los impactos de la pandemia, pondera el nivel de la ciencia argentina y pone bajo la lupa las cuestiones que aún quedan por resolver en materia de igualdad, dentro del ámbito científico-tecnológico. “El problema con la salud mental es que tenemos tratamientos que no funcionan para todos. Y por eso los trastornos psiquiátricos son difíciles de tratar y puede haber casos de ‘resistencia’ al tratamiento. Recaen alrededor del 50 por ciento de las personas que sufren estos trastornos, que nunca se recuperan por completo. Por lo tanto, existe una gran necesidad de obtener mejores tratamientos”, alerta la experta.

Han pasado tres años desde el inicio de la pandemia, que causó un enorme impacto en todos los niveles de la salud... ¿Es aún demasiado pronto para tener una idea acabada sobre los impactos de la pandemia en la salud mental?

Con el aislamiento social, y la consecuente reducción del contexto social, empezamos a ver cómo aumentaban las cifras de enfermedades psiquiátricas y cómo parecían existir ciertas situaciones que, de alguna forma, modificaban los resultados. Como que, por ejemplo, si tenías una estructura familiar era mejor que si estabas solo. O la edad, especialmente los jóvenes y adolescentes. Para ellos, las interacciones sociales son críticas y esenciales para desarrollarse, porque es donde aprenden a interactuar como un ser social fuera de la familia. Si esto no sucede, es muy estresante para ellos. No es casualidad que, en todos los países, se ve un gran aumento de problemas de salud mental en la adolescencia.

Usted ha hablado de la importancia de hacer, en psiquiatría, un diagnóstico basado en mecanismos celulares y moleculares, más que en síntomas. ¿Qué implica este enfoque y qué ventajas puede ofrecer?

Ahora mismo, por ejemplo, si tomamos los síntomas de la depresión, tenemos más de nueve en nuestro manual de diagnóstico. Hay más de 900 combinaciones posibles diferentes con las que se puede diagnosticar depresión a un paciente. Pero casi todos los pacientes pueden ser diferentes en los tipos de síntomas que tienen, por lo que ni siquiera en el nivel de los síntomas son similares. A su vez, también sabemos que, cuando se trata a un paciente con un medicamento, nunca se puede predecir si le irá bien. Creemos que esto se debe a que no entendemos cuál es el problema exacto que tiene cada persona.

"Nuestras sociedades cambian constantemente y están surgiendo entornos cada vez más estresantes", alerta Binder. Crédito imagen: Pablo Dondero y Federico Zampaglione, gentileza MINCYT.


Cómo sucede en otras áreas de la salud…

Sí. Por ejemplo, si pensamos en la cardiología, cuando se tiene un dolor en el pecho, este es un síntoma. Pero si vas a la sala de emergencias con este dolor en el pecho, te harán muchas pruebas y el equipo profesional intentará averiguarlo. "¿Es un ataque cardíaco? ¿Es en realidad algo con el estómago, algo con el esófago, algo con la espalda?". Y luego, con todos los estudios hechos, el paciente recibe el tratamiento adecuado. Y entonces estamos en el nivel en el que tratamos el dolor de pecho y no los síntomas. Necesitamos entender lo que le pasa efectivamente al paciente antes de diagnosticarlo y otorgar un tratamiento.

Ha tenido colaboraciones científicas con el IBioBA. ¿Cómo valora estos intercambios y qué importancia le adjudica a las colaboraciones internacionales dentro de la ciencia?

En particular, con el grupo de Eduardo Arzt (fundador y ex director del IBioBA) nos hemos focalizado en una molécula de estrés que se llama FKBP5. Esta molécula parece ser un “switch”, por lo que puede ser una predisposición genética a activar el estrés más fácilmente. Y, entonces, se tiene un mayor riesgo de sufrir un trastorno relacionado con el estrés, pero también una predisposición epigenética. Entonces, si un individuo se expone a un trauma infantil o a una adversidad a temprana edad, este cambio epigenético se fortalece. El grupo del doctor Arzt ha aportado métodos y puntos de vista completamente diferentes al problema. En un paper que hemos desarrollado en colaboración, nos enfocamos mucho en el ADN y el ARN, mientras que el grupo de Eduardo lo hizo en la proteína, examinando estas modificaciones postraduccionales.

Este es un año particular en Argentina, debido a las elecciones presidenciales que se desarrollarán en octubre. Desde su experiencia y desde cómo se constituye este aspecto en Alemania, ¿qué visión tiene respecto a esta cuestión?

Sí, es importante que el Estado apoye a la ciencia. Porque, de hecho, cuando la gente está enferma o necesitas soluciones a distintos problemas, entonces se busca que la comunidad científica realmente pueda ofrecer una respuesta a ese escenario. En este sentido, Alemania está bastante bien, porque el Estado realiza una inversión considerable en ciencia, pero también allí están surgiendo algunos partidos políticos, al igual que en el resto de Europa, que quieren reducir la financiación de la ciencia. Así que creo que eso es algo contra lo que también deberemos luchar.

¿Cómo ve el escenario respecto a la igualdad de género en los distintos ambientes de la ciencia y la tecnología?

Creo que sigue siendo un desafío, porque todavía hay mucho camino por recorrer. Si tomáramos en cuenta este Simposio, por ejemplo, creo que es una muestra que hay muchas mujeres que tienen un nivel enormemente alto a nivel científico. Pero el aspecto de la igualdad de género creo que es algo por lo que uno necesita trabajar y asegurarse de que todos y todas tengan las mismas oportunidades. Y, si tenemos en cuenta otras cuestiones, vemos que también hay otros aspectos que parecen suponer una desventaja, como que, por ejemplo, provengas de una familia donde no hay experiencia académica. Entonces, la pregunta parece ser ¿cómo podemos asegurarnos de que personas de todas partes puedan realmente tener acceso a la ciencia y convertirse en científicos? Es algo en lo que debemos trabajar duro para ser realmente inclusivos. En este ámbito, todos tienen ideas, razonamientos y enfoques diferentes y, mientras más mentes diferentes tengamos, mejor será la ciencia que podamos producir.


En un trabajo publicado en 2022 en la revista Molecular Psychiatry, del grupo Nature, el grupo de Arzt y de Binder descubrieron las bases del funcionamiento, a nivel molecular y celular, de una familia de antidepresivos conocidos como tricíclicos. Los resultados, a largo plazo, podrían servir de base para el desarrollo de terapias más personalizadas y fármacos con menos efectos colaterales, estiman los investigadores.


Elisabeth Binder estudió Medicina en la Universidad de Viena, Austria, y Neurociencia en la Universidad Emory en Atlanta, EE. UU. En 2007, fue nombrada líder del grupo de investigación en el Instituto Max-Planck de Psiquiatría dentro del Programa Minerva de la Sociedad Max-Planck.

Desde agosto de 2013, Binder es directora del Departamento de Investigación Traslacional en Psiquiatría del Instituto Max-Planck de Psiquiatría.

Sus principales intereses de investigación son la identificación de moderadores moleculares de la respuesta a factores ambientales, con especial atención en el trauma temprano y las interacciones gen x ambiente.

Estudia cómo dichos factores influyen en las trayectorias hacia la enfermedad psiquiátrica o el bienestar para, en última instancia, utilizar esta información para nuevas estrategias de prevención y tratamiento.