La ciencia del buen medir

Héctor Laiz, gerente de Metrología y Calidad del INTI, define y explica los objetivos de esta ciencia que se encarga de la calidad y precisión de todo tipo de medidas. Además, cuenta las tareas que se realizan en el Instituto en relación a la metrología y los impactos de los cambios en la revisión de unidades, realizada en 2019.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- De tanta práctica seguro lo tenemos muy naturalizado. Pero lo cierto es que día a día usamos, cientos de veces, algún tipo de medición. Pesamos, calculamos y diagramamos a partir de todo tipo de unidades y escalas, para cuantificar (casi) todos los aspectos de la vida. Hay una disciplina científica, llamada metrología, cuyo objeto de estudio es precisamente el de abarcar todos los ámbitos donde se realizan mediciones, ya sea en la investigación científica o en la vida cotidiana.

“Cuando nace un bebé, se lo pesa, se lo mide y se le toma la temperatura. Cuando nos hacemos un análisis clínico, se mide el colesterol, la glucosa o la presión. En la industria, la calidad y la innovación se sustentan en mediciones de complejidad creciente. La metrología es la ciencia que se ocupa de que todas estas mediciones sean confiables y evolucionen de manera acorde a las necesidades”, define Héctor Laiz, gerente de Metrología y Calidad del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Por Ley, el INTI es la institución, a nivel local, encargada de realizar, mantener y diseminar los patrones nacionales de medidas, lo que lo convierte en el Instituto Nacional de Metrología.

“Contamos con laboratorios en los que se realizan los experimentos necesarios para materializar las definiciones de las unidades de acuerdo al Sistema Internacional. También tenemos la responsabilidad de asegurar la equivalencia y aceptación internaciones de los patrones nacionales. Es decir, que Brasil, Europa o China reconozcan una medida de longitud o masa o cualquier otra magnitud hecha en Argentina”, amplía Laiz.

De esta forma, los patrones nacionales se diseminan a la industria y al resto de la sociedad a través de calibraciones de patrones secundarios o instrumentos de medición que miles de usuarios envían regularmente al INTI. “Nuestro desafío es que las capacidades de medición sean facilitadoras para el desarrollo de todas estas actividades. O, dicho de otra forma, que la falta de esas capacidades de medición no se convierta en un obstáculo para el desarrollo”, asegura.

Un caleidoscopio de medidas

Al ser tan diversos los campos de aplicación de las medidas -gramos, metros, segundos, voltios o grados kelvin, entre tantos otros-, los laboratorios del INTI tienen capacidades para trabajar en áreas como la electricidad, la masa, la fuerza, la temperatura, la acústica y la química, solo por nombrar a algunas de ellas.

Este aspecto implica, a su vez, una multiplicidad de formaciones entre los equipos de trabajo: profesionales de la Física, la Química, la Ingeniería eléctrica, mecánica o electrónica y personas graduadas de colegios industriales, entre otras carreras.

“En el INTI se desarrollan desde las investigaciones más básicas, como son experimentos cuánticos fundamentales, cuyos descubridores han sido merecedores de premios Nobel, hasta calibraciones industriales en lugares tan remotos como gasoductos en el estrecho de Magallanes o balanzas de camiones en minas a 4000 metros sobre el nivel del mar”, precisa.

Por otra parte, el campo de la metrología tuvo un cambio sumamente importante en 2019 cuando se realizó una revisión del Sistema Internacional de Unidades. Los cambios en las definiciones de las unidades, detalla Laiz, están siempre motivados por la evolución tecnológica, ya que el desarrollo científico y tecnológico demanda mayor exactitud en los patrones de medida y, a su vez, posibilita relacionar las unidades con principios cada vez más fundamentales.

“En 2018, el kilogramo, por ejemplo, seguía definido en base a una pesa depositada en Francia- ejemplifica el gerente de Metrología y Calidad del INTI-. Esto era así desde 1875 y no se había cambiado porque no había experimentos que relacionaran una masa con una referencia física con menor incertidumbre que la se obtenía al comparar esa pesa”.

Para dicho año, ya había dos experimentos que permitían relacionar la masa con la constante de Planck, una de las más fundamentales de la Física, con una incertidumbre similar a la mencionada. Eso posibilitó redefinir todo el Sistema Internacional de Unidades, en función de constantes fundamentales.

“Este cambio abre la posibilidad de realizar todos los patrones en cualquier lugar y en cualquier momento, sin depender de prototipos únicos, como esa pesa que estaba en París. También se podrán realizar patrones primarios para cualquier valor de la escala, por ejemplo, para 1 miligramo o una tonelada. Esto abre nuevas posibilidades de desarrollo y permite mejorar la exactitud de medición”, concluye.