Ingeniería espacial, una industria de alto vuelto

Distintos especialistas de la industria y el desarrollo espacial dialogaron en la jornada “Argentina y su gente: satélites por y para argentinos”, un encuentro para conocer las aplicaciones de estos megaproyectos pensados para ampliar el conocimiento del cielo y la tierra.

(Agencia CTyS - UNLaM) La cantidad de sales disueltas en los siete mares, la influencia de las plagas en los cultivos tucumanos, el riesgo de incendio de pastizales y el mapa más completo de la provincia de Buenos Aires son tan solo un escueto racconto de los sectores en los que la imagen satelital llegó para quedarse.

Con cuatro décadas de desarrollo en Argentina, la industria espacial local se encuentra en su apogeo y proyecta concretar sus objetivos futuros de soberanía con tres líneas directivas: capacitación de recursos humanos, sustitución de importaciones y desarrollo de servicios espaciales a nivel internacional.

Pensada para comunicar la importancia del desarrollo espacial local y su rol en las actividades económicas, estatales y sociales a lo ancho y a lo largo del país, el Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas (EPAC) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) encabezaron la jornada “Argentina y su gente: satélites por y para argentinos”, en la biblioteca de la Academia Nacional de Medicina, donde especialistas de CONAE, INVAP, UNSAM y CNEA, entre otros, contaron de qué se trata esta actividad y la complejidad que significa.

Al comienzo de la jornada, Fernando Hisas, gerente de Proyectos de CONAE, reconstruyó las etapas en las que se gesta la producción espacial, los posibles avatares a los que tendrá que enfrentarse cada artefacto y la rigurosidad que se necesita para sortear esos obstáculos. Como ejemplo, describió los testeos a los que se somete el satélite, como las cámaras de termovacío y las vibraciones para recrear el despegue y las condiciones del espacio.

A su vez, ponderó la necesidad de cubrir áreas de producción que, en una primera instancia, no se realizaban en el país, objetivo que se enmarca en el “programa de especialización” que propone aumentar la capacidad tecnológica, la especialización de los recursos humanos y el desarrollo de servicios como el control de la información y lanzamiento de satélites.

Por último, adelantó que, entre los proyectos coordinados por CONAE y desarrollados por INVAP, industrias relacionadas universidades públicas, institutos especializados y cooperadores de otros países, se destaca la construcción del cohete lanzador Tronador II y III, que se espera para 2019, una base de lanzamientos en Bahía Blanca, los satélites SAOCOM A&B y dos nuevos satélites SABIAMAR.

Por su parte, Sandra Torrusio, investigadora principal de CONAE, desarrolló las aplicaciones en emergencias y salud de la imagen satelital e hizo hincapié en la importancia de acercar estos desarrollos tecnológicos a las aulas. Por ello se diseñó el “Programa de Entrenamiento Satelital para niños y jóvenes 2Mp”, en el que se les propone a los chicos resolver distintas problemáticas a partir del uso de imágenes satelitales.

Mas tarde, la Dra. Patricia Kandus, investigadora del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín, planteó la necesidad de conocer los humedades del territorio argentino a partir de estas herramientas.

SAOCOM, el coloso de las alturas
Uno de los trabajos más ambiciosos que lleva adelante INVAP es el satélite SAOCOM, que implica el trabajo de más de 900 profesionales de todo el sistema científico tecnológico nacional. Este proyecto cuenta con un radar de apertura sintética, que reemplaza a la tecnología óptica y prescinde de la luz para generar imágenes.

El SAOCOM funciona en base a microondas que emiten haces móviles desde un punto fijo que hacen un barrido sobre las superficies en forma oblicua, generando lugares de luz y de sombra. Esto permite no solo registrar imágenes en días nublados y de noche, sino colectar datos que de otra forma sería complejo precisar, como el nivel de hundimiento, oscilación, humedad y el tipo de textura de las superficies.

Las características de esta tecnología son aplicables tanto al sector agroindustrial como para el monitoreo de los cambios medioambientales: sus imágenes pueden utilizarse tanto como soporte para las decisiones de siembra y fertilización, como sistema de alerta temprana para recuperación, control de humedad del suelo, monitoreo de cambios, deformaciones y la velocidad con que ocurren, detección de objetos, análisis de derrame de petróleo, monitoreo de nieve, hielos y glaciares.

En el desarrollo, encargado por la CONEA y dirigido por INVAP, colabora el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).