Investigan los impactos y alcances de la sequía a nivel regional

El Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica trabaja de forma articulada para proporcionar datos científicos y reportes periódicos a gobiernos y comunidades, entre otros.

Fuente imagen: Prensa SMN.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Con miras a dar respuestas a un fenómeno tan complejo y amenazante que ya está afectando a diversos grupos socioeconómicos, el Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica (SISSA) provee herramientas e información sobre estos eventos naturales y sus impactos a gobiernos, instituciones no gubernamentales y privadas y otros actores sociales.

Integrado por los seis países miembros del Centro regional del Clima para el Sur de América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay), el SISSA tiene su base en distintos pilares. “Uno de ellos es generar herramientas para el monitoreo de las sequías; el segundo incluye evaluar riesgos e impactos para determinados sectores, mientras que el último incluye apuntalar la preparación y la planificación que estos sectores puedan realizar, en pos de anticiparse a las sequías o mitigar sus efectos”, plantea Carolina Vera, integrante de la unidad de coordinación del SISSA e investigadora del CONICET.

Si bien el sistema busca proporcionar información relacionada con sequías para toda la población, tiene tres sectores socioeconómicos prioritarios: la agricultura y ganadería, las actividades vinculadas a la hidroenergía y el transporte fluvial. “Se busca, continuamente, una interacción y un diálogo constante, a partir de lo que llamamos proyectos demostrativos que, a futuro, se pueden implementar con otros sectores” desarrolla Vera, doctora en Ciencias Meteorológicas. En Argentina, por ejemplo, hay una fuerte interacción con sectores agrícolas en Córdoba y, en relación a la navegación fluvial, con la zona de la cuenca Río Paraná, que incluye tanto al territorio argentino como paraguayo.

Cuarta reunión del Grupo de Trabajo de Monitoreo y Pronóstico del SISSA. Fuente imagen: Prensa SMN.


Este último punto, indica la investigadora, resulta un ejemplo de cuánto puede afectar la sequía a distintos sectores: la bajante del río puso en jaque a barcazas que transportan productos de gran impacto en la economía, ya que las embarcaciones debían reducir su carga o, directamente, no podían pasar. “En ese caso, se está implementando un proyecto que incluyó a todas las agencias y organismos que estuvieran vinculadas con el agua, ya sea puertos, prefectura o empresas privadas del transporte”, ejemplifica la científica.

En todo este trabajo de articulación, el conocimiento científico se vuelve una pata indispensable. “A lo largo de estos seis países, el SISSA cuenta con centros operativos, los servicios meteorológicos nacionales, que proveen una enorme cantidad de información. Es mucho el conocimiento que aporta el sector científico. Por ejemplo, se utiliza la información satelital para monitorear las sequías, ya que no se cuenta con un pluviómetro en cada kilómetro para contar con las condiciones de humedad”, plantea Vera.

Con la necesidad de una mirada tan integral, los sistemas articulados de trabajo incluyen investigadores de distintas disciplinas naturales –de la Meteorología, la Biología y ciencias agrícolas-, pero, también, de las ciencias sociales y económicas, para entender cómo se percibe el riesgo, cómo se toman las decisiones y cómo se evalúan las pérdidas.

Claro que el saber científico no aparece como la única voz válida. “Son tantos los actores sociales que participan y que se ven afectados, que el escenario de trabajo implica una verdadera construcción de conocimiento colectivo, desde técnicos y organismos hasta los usuarios. La gestión del riesgo y la búsqueda de posibles soluciones es totalmente integrada”, agrega.

Un panorama que se vuelve cada vez más crítico

Las condiciones de la actual sequía mantienen en fuerte alerta a distintos sectores socioeconómicos y productivos, por los efectos que ya se están observando y los que se prevén a futuro.

Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en los últimos cuatro meses de 2022, por ejemplo, en Argentina se recibió solo el 44 por ciento de la precipitación media, lo que se traduce en el menor valor en 35 años. Para conocer a fondo las causas de la sequía actual, aseguran los científicos, se deben esperar más estudios, aunque los primeros indicios hablan más de una cuestión natural que de efectos del cambio climático.

“Si bien las sequías son fenómenos naturales, que forman parte de la variabilidad climática, al mismo tiempo sabemos que, en el contexto de cambio climático, las mismas van a ser cada vez más frecuentes- explica Karina Flores, meteoróloga de la Dirección Central de Monitoreo del Clima del SMN-. Hubo un reporte reciente, con la participación de investigadores argentinos, que indicarían que la sequía actual correspondería al fenómeno de La Niña”.

La Niña es un evento que tiene lugar en el Pacífico ecuatorial, a miles de kilómetros de esta región. Su característica principal es que ocurren cambios en el océano, con la atmósfera acoplándose a estas variaciones. Cuando la temperatura de la superficie del océano baja y se vuelve más fría, corresponde a La Niña, mientras que, cuando se registra temperaturas más cálidas, se habla de El Niño.

Flores detalla que ya son “tres años consecutivos del fenómeno de La Niña, por lo que el impacto de la sequía es cada vez más grave, debido a la persistencia del déficit de precipitaciones”. Las consecuencias, amplía la investigadora, van desde las cuestiones agropecuarias hasta los reservorios de agua dulce, que, combinados con otros desastres naturales, conforman un panorama crítico.

“Se están observando disminuciones en los rendimientos de cultivos y en el almacenamiento de agua en el suelo, un aspecto que está en su cifra más baja en los últimos 60 años. A su vez, no hay que perder de vista los incendios de gran magnitud, en muchos puntos del país, y las olas de calor que se vienen sucediendo”, puntualiza la experta, quien agrega que son todos eventos críticos, tanto las sequías como los incendios, porque representan un enorme riesgo para la conservación de áreas naturales y la conservación de la biodiversidad.

Una de las disertantes, durante la Cuarta reunión del Grupo de Trabajo de Monitoreo y Pronóstico del SISSA. Fuente imagen: Prensa SMN.

El SMN es uno de los tantos organismos nacionales - junto al CONICET, el INTI, el INTA, la CNEA y varias universidades nacionales, entre otros- que integra la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías, donde se reúnen todos los meses para intercambiar información y se llevan a cabo reportes, en una suerte de síntesis o “foto” del escenario a nivel nacional.

“Cada uno de los organismos, que tenemos gran alcance territorial, compartimos la información en torno a los indicadores de sequía. De esta forma, se elabora un informe con un mapa de riesgo de sequía que, luego, se convierte en un insumo muy necesario para los tomadores de decisiones”, puntualiza Flores.

El reporte, publicado en la página web de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, perteneciente al Ministerio de Economía de la Nación, incluye tanto información técnica como aspectos relevados de sectores y comunidades sociales y las dificultades que experimentan sobre las sequías.