Una ventana al pasado: descubren nuevas especies de plantas prehistóricas

Los fósiles incluyen a musgos y hepáticas de unos 240 millones de años de antigüedad. El hallazgo, realizado por científicas argentinas en la provincia de San Juan, da indicios de que el período incluyó etapas de clima más húmedo y aporta nueva información sobre el ambiente de aquella época.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Más allá de los hallazgos de pequeños y gigantes animales del pasado, existe toda una rama de la paleontología que se dedica al estudio de fósiles de plantas y vegetaciones prehistóricas. Los registros de ellas dan cuenta de los ricos y complejos ecosistemas de hace millones de años y proporcionan información sobre aspectos como el ambiente, el clima y la interacción fauna-flora, entre otras cuestiones.

Ahora, un grupo de investigadoras del CONICET descubrió, en la provincia de San Juan, dos nuevas especies y un nuevo género de un tipo de plantas conocidas como briofitas. El hallazgo, de unos 240 millones de años y que pertenece al período Triásico, fue publicado en Ameghiniana, la revista de la Asociación Paleontológica Argentina.

“Las briofitas son un grupo de plantas muy chiquititas, las cuales se cree que son de las primeras que colonizaron el medio terrestre. Hay varios tipos, como los musgos, las hepáticas y los antoceros. En este trabajo, pudimos identificar ejemplares de las dos primeras”, explicó a la Agencia CTyS-UNLaM Adolfina Savoretti, becaria posdoctoral del CONICET y primera autora del trabajo.

Actualmente, las briofitas se encuentran en lugares húmedos y con poca luz, aunque también se encuentra en ambientes más secos. El problema, señalan las investigadoras, es que es difícil reconocerlas en el registro fósil.


“Cuando hablamos de plantas, las especies pueden preservarse en el ámbar de los árboles, se pueden deshidratar, carbonizar y aplastarse por una enorme presión o dejar una huella. En el caso de nuestros hallazgos, se dieron las últimas dos formas, que reciben el nombre de impresión-compresión”, apunta Josefina Bodnar, integrante del grupo e investigadora de la Universidad Nacional de La Plata.

El hecho de que se conservara la impresión junto a la compresión, además, permitió brindar un montón de detalles que ayudaron, luego, a la hora de describir y estudiar los registros. “En el caso de estas plantas, se preservaron incluso las estructuras reproductivas sexuales, lo cual es extremadamente raro de encontrar en el registro fósil. Todo eso colabora enormemente en nuestros análisis”, detalla Savoretti, becaria posdoctoral en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) y docente en el Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales (ICPA, UNTDF). El equipo se completa con la Dra. Eliana Coturel y Marisol Beltrán, becaria doctoral de CONICET.

Una aproximación al clima de otras épocas

El hallazgo de estas plantas de tanta antigüedad permite empezar a comprender cómo era el clima en esa época. “El musgo que descubrimos nosotras vivía sobre un árbol, el cuál aun no sabemos de qué especie era – detalla Savoretti, quien es bióloga botánica-. Por investigaciones realizadas previamente por parte de nuestro grupo de trabajo sabemos que en la zona había tanto coníferas como helechos con semilla arborescentes. Pero lo más importante es que este tipo de musgos son indicadores de microambientes con gran humedad”.

En esta línea, Bodnar suma que el hallazgo de estas briofitas da cuenta de nuevos escenarios para la literatura científica. “Se había planteado, en distintos trabajos, que el clima en esta región de Argentina, durante el período Triásico, era muy seco. El descubrimiento de estos fósiles nos viene a decir que no fue todo igual, sino que hubo, evidentemente, períodos con niveles más altos de humedad”, resalta la investigadora.

El grupo de investigadoras trabajando en los yacimientos en San Juan. Fuente imagen: gentileza investigadoras.

En la paleontología, a la hora de trabajar en el campo, unos centímetros pueden ser claves, porque supone una variación de millones de años entre un período y otro. Y es esa antigüedad, sostienen las investigadoras, la que genera la alegría y la satisfacción a la hora de tan importantes hallazgos. “Descubrir fósiles así es muy parecido a la ciencia ficción, porque abrís la roca y aparece algo que absolutamente nadie había visto en más de 240 millones de años. Y eso, a su vez, te lleva a ver el paisaje actual e intentar imaginar cómo había sido hace tanto tiempo”, describe Bodnar.

Para la investigadora de la UNLP, además, este tipo de estudios es clave para entender el escenario presente, comprender los cambios que ocurrieron para que se desarrollen los ecosistemas que vemos en la actualidad y lo importante que son las plantas en la línea de la evolución humana.