Una pequeña batalla para el hongo, una gran victoria para el hombre

Científicos de la UNNE buscan ciertas especies de estos diminutos organismos que actúan como controladores naturales de un parásito que provoca graves problemas sistémicos y oculares. Como su portador es el perro, se dispersa fácilmente por calles y parques, afectando principalmente a los niños.

Nadia Luna (Agencia CTyS) - Para estos diminutos atacantes, el ser humano vendría a ser algo así como el coloso Gulliver. Sin embargo, al igual que a los pequeños habitantes de Liliput, su minúsculo tamaño no les impide causarle serios problemas a los “gigantes” a quienes se enfrentan.

Aunque sólo parezca cosa de ficción, algo similar ocurre cotidianamente en parques y plazas del Nordeste Argentino (NEA), pero es importante destacar que estos parásitos tienen una amplia distribución en el país. El parásito Toxocara canis se encuentra aquí y allá, en el ambiente y en el suelo, porque su portador es el perro. Cuando ingresa al organismo del hombre, puede causarle graves afecciones sistémicas y a nivel ocular, con diferente gravedad.

Por eso, científicos del Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional del Nordeste (IMR - UNNE) trabajan en la búsqueda de hongos que atacan a los huevos del parásito al degradar la quitina que conforma sus paredes, actuando así como controladores biológicos del T. canis.

“El principal beneficio de usar un agente natural de control es que evita recurrir a productos químicos que sean dañinos, no solamente para el parásito, sino también para el hombre, como los pesticidas”, explica a la Agencia CTyS el Dr. Gustavo Giusiano, investigador de la UNNE y del CONICET en el IMR. La investigación es el tema de tesis de doctorado de la Bioquímica Viviana Bojanich, dirigida por los Dres. Giusiano y Basualdo Farjat. El  equipo se completa con Magdalena Mangiaterra y Mercedes Sarmiento.

La enfermedad que causa el T. canis se conoce como toxocariasis y es cosmopolita. Sin embargo, en el NEA hay una alta incidencia, debido a que abundan los espacios verdes y el mejor amigo del hombre deambula constantemente por ellos, provocando una significativa dispersión del parásito. Así, todos los habitantes se enfrentan al riesgo, pero en mayor medida, aquellos que tienen más contacto con la tierra, como los chicos, mientras juegan.

“En este momento, estamos buscando hongos en muestreos de tierra que vamos tomando en la zona”, señala Giusiano. “Por otro lado, criamos larvas de Toxocara para extraer sus huevos y, luego, enfrentarlos con las diferentes especies de hongos que vamos encontrando para identificar aquellos que son quitinolíticos -capaces de degradar la quitina-”, precisa el investigador.

Para Giusiano, dos factores importantes en la erradicación de esta afección, que complementan el aporte de la investigación que realizan en el instituto, es la información y prevención. “Muy pocos saben sobre el tema. Es necesario difundir, no solamente dentro de la comunidad, sino también dentro de municipalidades y escuelas, que son lugares en los que abundan los parques y areneros”, remarca. Asimismo, considera fundamental mantener la higiene de alimentos y lugares públicos, desparasitar a los perros y lavarse las manos de manera frecuente.