Una nueva era para la bioquímica

Un investigador del CONICET y docente de la UBA explica alcances y ventajas de la técnica por la que tres científicos fueron galardonados con el Nobel de Química 2017. A partir de la innovación se pueden observar procesos biológicos hasta ahora nunca estudiados.

Agencia CTyS- UNLaM- “La bioquímica entra en una nueva era”, aseguró la Academia de Ciencias de Suecia, encargada de premiar a los investigadores Jacques Dubochet (Suiza), Joachim Frank (Alemania) y Richard Henderson (Escocia) con el Nobel de Química 2017, entregado días atrás. Ahora bien, ¿de qué se trata la innovación realizada y por qué es tan importante en el campo?

A nivel técnico el logro lleva el título de  “desarrollo de la microscopía electrónica de bajas temperaturas”, lo que implicaría “congelar” moléculas biológicas –más pequeñas que las células, como el caso de las proteínas- y “espiar” procesos que nunca habían podido ser estudiados.

“La utilización de microscopios permite ver elementos de muy pequeña dimensión, como es el caso de las células” explica Damián Álvarez Paggi, investigador del CONICET y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “Pero llega un punto en el que no se puede observar elementos más pequeños, por lo que estos investigadores decidieron utilizar electrones en lugar de luz, para poder ver esas moléculas más pequeñas. A eso se refiere que sea una microscopía ‘electrónica’”, amplía.

El investigador aclara que igualmente esta técnica no se hace dentro de la célula, sino que se extraen las proteínas o moléculas biológicas a analizar y se las estudia por afuera. El otro paso del procedimiento incluye “congelar” el agua alrededor de la muestra biológica, para que las muestras no se deshidraten y “frenar” su movimiento, permitiendo una mayor resolución en la imagen.

La importancia del avance, en todo caso, está en el conocimiento que se genera, ya que esta técnica ha avanzado y mejorado tanto que permite obtener imágenes con resolución atómica de elementos que no son accesibles mediante técnicas más tradicionales como la difracción de rayos X.

“En las últimas décadas ha existido un gran énfasis en el desarrollo de avances y tecnologías puestas al servicio de obtener imágenes de esos sistemas microscópicos”, asegura.

“Podemos pensar que entender un proceso biológico es como tratar de entender un auto- ejemplifica el investigador-. Si no sabes lo que es un auto y te sentás y empezás a mover la llave, apretar el freno, el acelerador, algo vas a empezar a entender cómo funciona. Pero si levantamos el capó y podés tener una imagen del motor, los distintos componentes y cómo están conectados el escenario es distinto”.

Así, la técnica ganadora del Nobel –creada en los años ’80 y perfeccionada en las últimas décadas- permitiría, por ejemplo, estudiar un virus completo, su material genómico y cómo se acomodan las proteínas alrededor. Esa información llevaría a un diseño más inteligente y efectivo de anticuerpos. Sin ir más lejos, con la nueva técnica se pudo obtener recientemente una imagen tridimensional completa del virus del Zika.

La otra faceta de la innovación es la económica. “Los equipos son muy caros, tanto para la adquisición, como el mantenimiento y el funcionamiento por lo que el equipamiento se encuentra disponible en no muchos lugares. Es realmente una tecnología de punta, por lo que todavía el precio es prohibitivo. Sin embargo, es posible acceder empleándolo como un servicio”, aclara Álvarez Paggi.

Sin embargo, el investigador espera que ese escenario cambie. “Muchas veces con los desarrollos tecnológicos se vuelven más accesibles, se abaratan componentes. Pasó, por ejemplo, con la secuenciación de ADN. Ojalá pueda, en unos años, llegar a ser mucho más masivo”, concluye.