Revalorizar el compost: una práctica sustentable para cuidar el ambiente

Especialistas destacan esta alternativa a la gestión de residuos, que permite recuperar los desechos que genera el propio sistema, reciclar nutrientes y regular el stock de carbono en el suelo. Con esta modalidad, se podría disminuir la cantidad de basura orgánica descartada en los hogares, que actualmente representa un 50 por ciento, para luego ser devuelta a la tierra en forma de humus para las plantas y cultivos.

Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM) - El Mes del Compostaje es un festejo internacional que se celebra cada año desde el Día del Agua (22 de marzo) hasta el Día de la Tierra (22 de Abril) en el que las personas, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos locales promueven la práctica del compostaje. De esta forma, se busca generar conciencia y compartir conocimientos que brinden soluciones a la generación y tratamiento de residuos, al aportar a la fertilidad de los suelos y vinculando a la humanidad con los ciclos de la naturaleza.

Para dar idea de las dimensiones de la problemática de la basura, según un informe realizado por ONU Ambiente en 2018, en el mundo se generan 1500 millones de toneladas de residuos por año, mientras que en Latinoamérica se generan 541 mil por día. De ese total, 145 mil toneladas finalizan en basurales a cielo abierto. Además, se espera que para 2030 esta última cifra aumente en un 25 por ciento. “El mejor residuo es el que no se genera”, sostienen los expertos y sentencian que el 90 por ciento de aquello que consideramos basura no lo es.

Pero, ¿qué es el compostaje? Se trata de un proceso biológico que permite transformar los residuos orgánicos en abono, una enmienda ideal para enriquecer y reactivar el suelo de la huerta, jardín o cantero.

El mejor residuo es el que no se genera”, sostienen los expertos y sentencian que el 90 por ciento de aquello que consideramos basura no lo es.

“Esta práctica se puede realizar desde los hogares, así como también a gran escala, como en la industria agroecológica. Consiste en la mezcla específica de residuos ricos en carbono -como aserrines, papel, cartón, cáscara de arroz, restos de poda, paja seca-, con los ricos en nitrógeno, como el estiércol, restos de frutas y verduras, yerba y té”, definió Agustín Colson, técnico investigador en la Agencia Avellaneda del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA- AMBA).

La transformación de los residuos es llevada adelante por microorganismos descomponedores, como hongos y bacterias. “Estas especies son verdaderos recicladores que, mediante su acción, descomponen, desarman y reorganizan la materia, generando compost, una enmienda estabilizada con múltiples beneficios para el suelo”, continuó Colson, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Entre las principales ventajas que presenta este tipo de reciclado, se encuentran un menor costo en la gestión de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), mayor disponibilidad y recuperación de nutrientes, menor cantidad de residuos depositados en rellenos sanitarios o en basurales, menos vectores de enfermedades y ausencia de patógenos en el sitio de disposición final, disminución de gases de efecto invernadero (GEI) y regulación en el ciclo del agua (que aporta una mayor resiliencia ante fenómenos como sequías o inundaciones).

“En la actualidad, los residuos en las ciudades representan un cuatro por ciento en el total de la generación de gases de efecto invernadero, una de las principales causas del calentamiento global. Es decir, tienen el mismo porcentaje de incidencia que los procesos industriales, para tomar magnitud”, afirmó la ingeniera química Elizabeth Peralta, investigadora y miembro de la comisión asesora de la Asociación Argentina de Compostaje (ASACOMP).

“Nos posibilita, a quienes vivimos en las grandes urbes, reconectarnos con la naturaleza y, de alguna manera, hacernos cargo de los residuos que nosotros mismos generamos. Además, permite disminuir la compra de insumos externos, como fertilizantes, que muchas veces se producen de manera contraproducente para la naturaleza. Es realmente impresionante el impacto positivo que puede tener el compostaje domiciliario”, aportó, en este mismo sentido, Colson.

“Si tomamos una bolsa de residuo promedio, prácticamente entre el 50 y el 60 por ciento de los materiales corresponde a restos de residuos orgánicos productos de nuestra alimentación. Entre un 15 y un 20 por ciento de esa bolsa suele ser cartones y papeles, que no es otra cosa que celulosa, también materia orgánica. El resto está ocupado por plásticos, que también podrían ser reciclados, así que, básicamente, el 90 por ciento de lo que consideramos basura no lo es”, comentó el especialista.

Dónde y cómo compostar

Si bien muchas personas separan sus residuos, los desechos orgánicos aun representan un conflicto en su vida cotidiana. Para cada realidad, existen diferentes tipos de composteras y modos para hacer de esta práctica un hábito regular.

“En las ciudades, por ejemplo, en muchos casos deberemos recurrir a sistemas cerrados, contenedores, tachos o artefactos a los que llamamos compostera. Cuando hacemos un manejo de pequeños volúmenes de residuos domiciliarios, contamos con poco espacio y requerimos mantener cierta estética e higiene para que el compostaje sea algo sostenible en el tiempo”, explicó Colson.

Sin embargo, el experto apuntó que también puede realizarse en espacios amplios, como huertas de traspatio o comunitarias. “En ese caso, pueden utilizarse los residuos de jardín, como pasto, hojas, restos de podas, junto con los desechos de la cocina. En este escenario,es recomendable un sistema semicerrado tipo corral, cajón o tacho de dimensiones considerables. Por ejemplo, una compostera de un metro cuadrado por un metro de alto dividida en dos secciones, donde se puedan procesar los residuos de hasta 10 personas”.

Algunos tips que facilita Colson son que el diseño de la compostera debe tener facilidad para revolver los materiales y regarlos, y que debe contar con tapa para su cobertura ante lluvias y/o presencia de animales que puedan ingresar al recipiente.

El compost se encuentra listo para su utilización luego de 5 o 6 meses en invierno y en 3 meses durante el verano, una vez que no se identifique el origen de los materiales, cuando tenga temperatura estable, olor a tierra mojada y presente un color marrón a marrón oscuro.

“Desde el AMBA se debería llevar a cabo un plan de compostaje. En muchos municipios existen las secretarías de medio ambiente, que están tomando gran relevancia. Es una problemática muy concreta y que debemos tomarla con seriedad. Por supuesto que debe estar bajo un marco regulatorio y promoviendo todas sus aristas, no solo el compostaje domiciliario, sino también haciendo que las intendencias y el gobierno de la provincia sean responsables de los residuos sólidos urbanos, como los restos de poda o los residuos que se generan en los espacios públicos en eventos.

También es importante que se impulse un fuerte plan de comunicación que informe a la sociedad sobre los beneficios que genera de manera individual y colectiva este tipo de prácticas”, amplió Colson.

“Algo importante es que no importa si no sale bien el proceso al principio: lo importante es involucrarse, equivocarse y volver a intentar. Es un aprendizaje, es volver a conectarnos con el ciclo de la naturaleza, hay que reconectar con la voluntad de generar cambios y cuidar el planeta”, concluyó la ingeniera Peralta.