Las ciencias se ponen al servicio de la Justicia

La Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA fue sede del I Seminario de Biología Forense, donde expertos de diversos campos como la Entomología, la Odontología o la Bioarqueología explicaron el aporte de sus disciplinas a la resolución de casos policiales.

Agencia CTyS-UNLaM- ¿Se puede reconocer un cuerpo sólo con su registro dental? ¿Qué rol tienen las algas en cadáveres encontrados en ríos o lagos? ¿Cómo se cuidan las evidencias de los casos policiales? El I Seminario de Biología Forense, que reunió a expertos y especialistas de diversas disciplinas, respondió todos estos interrogantes y puso de manifiesto la importancia de la ciencia para colaborar con la resolución de crímenes.

El evento estuvo organizado por el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y el Programa Nacional Ciencia y Justicia del CONICET y contó con las palabras de bienvenida del doctor Juan Carlos Reboreda (Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA) y del ingeniero Héctor Pralong, de la Gerencia de Vinculación Tecnológica del CONICET.

Todos los oradores presentes en el Seminario tienen una amplia trayectoria en sus campos. Una de las principales promotoras del evento, la doctora Nora Maidana, es la única perito en casos de muerte por sumersión de Sudamérica y participó en más de setenta causas para determinar si una persona falleció ahogada en un cuerpo de agua.

“La ficología, que es el área en que trabajo, es el estudio de las algas. Aporta datos para resolución de casos de muerte por ahogamiento y para determinar la presencia del sospechoso en el lugar del hecho”, inició su ponencia Maidana, quien es Investigadora Principal del CONICET.

La experta explicó que, en los casos en que se encuentran cuerpos en el agua, el deceso puede ser accidentado –como en el caso de sufrir un shock térmico, un golpe antes de caer al agua, un infarto, etcétera- o intencional. Allí se vuelve clave un test para averiguar si hay algas en distintas partes del cuerpo, como en la médula ósea, huesos largos o el corazón.

Maidana aclaró que muchas veces se dan falsos resultados negativos como falsos resultados positivos, siendo clave en todo el proceso la necesidad de un protocolo que se cumpla de forma eficaz.

“Son necesarios los controles estrictos de la pureza de los reactivos y la limpieza de todas las herramientas. Lo mismo a la hora de tomar muestras de tejidos cadavéricos. La contaminación de las pruebas o un mal accionar pueden comprometer todos los análisis”, aseguró.

Entre esqueletos y piezas dentales

Otra de las oradoras fue la doctora Claudia Aranda, quien disertó sobre los aportes de la bioarqueología para las Ciencias Forenses. “Estudiamos restos humanos esqueletizados o momificados y su contexto de hallazgo, lo cual permite conocer acerca del estilo de vida y las prácticas mortuorias de las poblaciones del pasado. También puede ayudar a la identificación de personas desaparecidas”, desarrolló.

Además de hablar sobre las metodologías de excavación, Aranda resaltó la importancia de la documentación escrita, de la historia oral de la región y de los análisis bioarqueológicos integrales para realizar estudios químicos y de ADN.

Marta Maldonado, por su parte, habló sobre el rol de la Odontología en la investigación forense. Coordinadora del Departamento de Odontología Legal de la Morgue Judicial, Maldonado explicó que la aplicación de los conocimientos odontológicos es de gran aporte para la identificación de restos humanos, la reconstrucción de hechos, la datación de la edad y otra información clave.

“Se debe cotejar y correlacionar los datos que aporten los familiares o historias clínicas, es decir, los Pre Mortem, con los datos que aporte el cadáver, o Post Mortem. De la coincidencia entre ambos datos surge el dictamen de la identidad, atendiendo a la calidad y cantidad de coincidencias”, aseguró.

Maldonado, además, ejemplificó con casos donde este campo de trabajo tuvo un rol clave: el atentado a la AMIA, el accidente del helicóptero militar en el Campo de Polo Argentino, el accidente de LAPA o la identificación de los restos de Ernesto Che Guevara, que se efectuó a partir de la comparación de datos físicos, especialmente de la información odontológica.

La evidencia, con cadena de custodia
Entre los distintos oradores también estuvieron la doctora Haydée Pizarro, quien contó como la limnología –estudio de lagunas y lagos, ríos y embalses, entre otros cuerpos de agua- analiza variables y condiciones en que se encuentran los cuerpos. “Por ejemplo, dentro de las propiedades físicas y químicas, el nivel de pH es importante a la hora de analizar los procesos de descomposición, al igual que la temperatura”, analizó la experta.

También hubo tiempo para el estudio de los hongos, a cargo de la doctora María Cecilia Tranchida (UNLP), o el papel de la entomología en el contexto de la descomposición cadavérica, del doctor Néstor Centeno (UNQ). La Doctora Graciela González, por su parte, habló sobre la cadena de custodia, sistema de control y registro sobre la evidencia de los casos policiales desde su hallazgo hasta que finalice el proceso.

“Es crucial garantizar la integridad de las muestras y esto debe considerarse en un sentido mucho más amplio del que solemos evaluar en al ámbito académico”, afirmó González, quien es miembro del Consejo Asesor del Programa Nacional Ciencia y Justicia.

Entre otras cuestiones, la especialista recalcó la importancia de que “la evidencia que se recolectó en la escena sea la misma que se está presentando ante el tribunal, o el analizado en el respectivo dictamen pericial”, así como los cuidados y protocolos en la identificación y registro de evidencias, la recepción en el laboratorio y su protección.