La identidad genética y la lucha por los Derechos Humanos

En un día histórico para el país, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recuperó a su nieto expropiado por la última dictadura tras 36 años de búsqueda. Esta nota de la Agencia CTyS explica cómo la genética es determinante para identificar datos de filiación de ADN entre abuela y nieto.

Agencia CTyS - “Él me buscó, vino a Abuelas, fue a la CONADI (Comisión Nacional para el Derecho a la Identidad), fue recibido y escuchado y hoy me dicen: ‘Es tu nieto en un 99,9 por ciento’”, anunció Estela de Carlotto en una conferencia de prensa desde la sede Abuelas de Plaza de Mayo.

Guido, el nieto 114 recuperado hoy, es hijo de Laura Carlotto, secuestrada a fines de noviembre de 1977 cuando tenía tres meses de embarazo.

"Estamos muy felices por la noticia. Por cuestiones legales, lo único que puedo contar es que se trata de un músico y que se realizó el estudio de ADN voluntariamente", celebró el Secretario de Derechos Humanos y tío del joven recuperado, Guido Carlotto.

¿Pero cómo se determina “a ciencia cierta” cuál es la relación de parentesco? El uso de la genética forense para la identificación y el reconocido índice de abuelidad son capaces de establecer datos de filiación entre personas con una probabilidad del 99,99 por ciento, como acredita el caso del nieto de Estela de Carlotto.

Victor Penchaszadeh, miembro argentino del grupo científico que creó el índice de abuelidad destacó, en diálogo con la Agencia CTyS, los aportes de las Abuelas en cuanto a los avances de la genética como disciplina, y el prestigio alcanzado por el Banco Nacional de Datos Genéticos.

“En el momento en que ocurre el terrorismo de Estado en Argentina la genética de identificación dependía de características que circulan en la sangre, como los grupos sanguíneos y los antígenos de histocompatibilidad. El hallazgo de Alec Jeffreys (genetista inglés) hacia fines de los 70 fue lo que se llamó huellas digitales genéticas. En ese momento aparece la posibilidad de hacer identificación humana analizando el ADN”, recordó el investigador y docente de la Universidad Nacional de La Matanza.

La utilización del ADN para casos de derechos humanos apareció con las atrocidades cometidas en Latinoamérica y en el mundo. Aparece la necesidad de identificar personas vivas que han sido víctimas de supresión de identidad. Este es un delito de lesa humanidad reconocido por la ONU, entre otros organismos.

Para Penchaszadeh “no existe manera de falsificar un dato de ADN” porque, según sostiene, “no hay ninguna prueba científica de ningún tipo que sirva a menos que sea reproducible. Eso es lo que se llama validez clínica de una prueba”.

Un dato que resulta curioso es que la gran mayoría de las personas adoptadas o expropiadas sienten, en algún momento de su vida, como ocurrió con el nieto de Carlotto, la necesidad de conocer sus orígenes genéticos.

“Es una realidad y tiene que ver con el valor que la gente da a su identidad y a sus orígenes. Eso no quiere decir que el único ni el más importante elemento de identidad personal sea el genoma. También está la historia, la cultura, la crianza, la religión, y otras circunstancias de vida”, opina Penchaszadeh.

En el año 1984, a pedido de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), la célebre genetista Mary Claire King y su grupo arribaron a la Argentina donde probaron por primera vez el índice de abuelidad en el Laboratorio de Inmunogenética del Hospital Durand. Esta prueba permitió el reconocimiento de la niña Paula Logares, la primera nieta recuperada. El caso fue tan exitoso que en el año 1987 se creó por Ley de la Nación 23.511 el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), con el objeto de “obtener y almacenar información genética que facilite la determinación y esclarecimiento de conflictos relativos a la filiación”.

El BNDG, hoy funcionando bajo la órbita del MinCyT por Decreto 38/2013, recibe aproximadamente a unas 1000 personas por año que dudan sobre su identidad genética. Cuenta, además, con 310 muestras de abuelas que buscan a sus nietos ocultados bajo la oscuridad de la última dictadura.