La hermana de todas las plantas

Científicos del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCu) en colaboración con la Universidad de Indiana en Estados Unidos secuenciaron por primera vez el genoma mitocondrial completo de esta planta y descubrieron que absorbe y preserva genomas de otras especies vegetales nunca antes registradas.

Agustina Fuertes (Agencia CTyS) – Millones de años atrás, cuando las plantas con flor comenzaban a poblar el planeta, existieron dos linajes fundamentales para el desarrollo posterior de la flora terrestre: una de estas especies, ya extinta, dio origen a todas las especies de plantas conocidas hasta la actualidad. La otra, llamada Amborella trichopoda, fue la única sobreviviente al paso del tiempo, y es por ello que los científicos la estudian hace más de una década para comprender su taxonomía.

Esta especie, que crece únicamente en Nueva Caledonia, Oceanía, tiene la particularidad de adquirir genes mitocondriales con otras clases de plantas, musgos y algas. Este hallazgo, que fue descubierto en conjunto con científicos norteamericanos, resulta de vital importancia para comprender la evolución y el mecanismo de estas angiospermas ubicados en entornos selváticos.

“Al estudiar esta parte de la célula, encontramos una gran cantidad de genes que no habían recibido de sus padres, sino que pertenecían a otras plantas bastantes distintas que no se relacionan entre si”, asegura la doctora en Biología Celular y Genética Molecular de la Universidad Nacional de Cuyo e investigadora del CONICET, María Virginia Sánchez Puerta, quien participa esta investigación.

La secuenciación del genoma mitocondrial es una novedad para esta especie, a la que la investigadora define como “la hermana de todas las plantas”. Generalmente, las plantas poseen aproximadamente 300 mil pares de bases en sus genomas mitocondriales, pero en el caso de la Amborella, los científicos tuvieron que analizar 4 millones, por lo que el estudio llevó más tiempo de lo esperado.

La investigadora asegura que, en un principio, el trabajo resultó confuso: “Se pensaba que sólo se habían transferido algunos genes, pero ahora descubrimos que fueron genomas enteros los que entraron en la planta y, si bien no sabemos de qué forma se incorporaron, quedó claro que lo que llegó no fueron genes aislados sino mitocondrias completas”, explica Sánchez Puerta en diálogo con la Agencia CTyS.

ADN “basura”

Alrededor de esta planta conviven millones de bacterias y hongos. Sin embargo, sólo se fusionaron con la Amborella genes pertenecientes a otros organismos verdes. Esto significa que existe una “selección” que, según los estudios realizados, tiene relación con la historia evolutiva de esta longeva especie.

“Estos genes no se expresan en la planta, es decir, los mantiene, pero los guarda como ADN basura”, explica la investigadora. El modo en que son absorbidos estos genes aún se desconoce, pero la especialista relaciona el hecho con el ámbito selvático en el que esta especie se desarrolla.

“Al crecer una planta sobre la otra, es decir, ser epifitas, la hoja se cubre con musgos y líquenes compuestos de hongos y algas verdes, por lo cual ambos podrían ser posibles donantes de las angiospermas”, detalla la bióloga. Sin embargo, agrega, “esto es muy difícil de comprobar porque la incorporación sucedió hace millones de años”.

A pesar de las incógnitas aún presentes, la secuenciación del genoma permitió a los investigadores ampliar su conocimiento sobre esta especie y dejar una puerta abierta a la evolución: “Quizá, alguna vez la planta utilice estos genes muertos y genere otro tipo de variabilidad, pero eso todavía no esta demostrado”, concluye la científica.