La cultura como motor de la evolución humana

La comunidad Xavánte del Mato Grosso evolucionó catorce veces más rápido que sus poblaciones hermanas. Los científicos del CONICET y de la Universidad Federal de Río Grande do Sul de Brasil, comprobaron que esos cambios fueron promovidos por sus prácticas culturales.

Gaspar Grieco (Agencia CTyS) - A lo largo de la historia, cientos de hombres de ciencia han querido develar los orígenes de la vida. Ya en la Grecia antigua, filósofos elaboraron las primeras ideas que sostenían que todas las especies surgían de un antepasado común. Siglos más tarde, el biólogo suizo Charles Bonnet acuñaba el término “evolución” y en 1859, Charles Darwin armó un meticuloso cuerpo teórico para probar los comienzos del hombre en su Origen de las especies. Hoy, los científicos de la nueva ola están observando que la cultura es un factor determinante en la evolución humana.

Los especialistas que integran el laboratorio de Diversidad, Sistemática y Evolución del Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) descubrieron que la población originaria Xavánte, del Mato Grosso brasileño, evolucionó fisonómicamente más rápido que sus comunidades hermanas, debido a cambios culturales diversos que la configuraron como sociedad. Estos cambios fueron detectados en el cráneo de los individuos.

El trabajo, que se llevó a cabo junto a investigadores de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Brasil) y fue publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences, determinó que los cambios en la fisonomía de los pobladores, que evolucionaron hacia cabezas más grandes y caras más altas y angostas, han podido producirse gracias a rituales religiosos, tabúes sexuales y el lenguaje, entre otras prácticas, que produjeron un aislamiento cultural de los grupos hermanos.

“Lo que se configura como ambiente natural para cualquier otra especie, en los humanos está opacado por el medioambiente cultural. Hay prácticas culturales que hacen que una población evolucione aisladamente y se produzcan cambios en varios rasgos; nosotros observamos cambios en el fenotipo craneofacial”, explica a la Agencia CTyS el doctor en Ciencias Biológicas Rolando González-José, responsable del proyecto e investigador del CONICET.

González-José y su equipo compararon la variación cultural, genética, geográfica y climática de 1203 individuos de las poblaciones Xavánte, Kayapó, Baniwa, Ticuna, Kaingang y Yanomama del Mato Grosso brasileño. Las tres primeras sociedades comparten variantes de la lengua originaria Jê que luego mutó hacia tres lenguas diferentes.

Los resultados de la investigación fueron asombrosos: se pudo descubrir que la morfología craneofacial característica de los Xavánte se dio en un período de 1500 años (¡tan sólo 60 generaciones!), en el que evolucionaron catorce veces más rápido que sus sociedades hermanas.

El árbol de la vida

Son pocas las personas que nunca se han preguntado sobre sus orígenes. Llegar a las raíces del árbol genealógico no es una tarea sencilla pero, como todo árbol, éste también tiene ramas que poco a poco se van ramificando dando a luz a nuevos retoños. Sin embargo, a diferencia de la naturaleza, la savia de los seres humanos esta compuesta por el ADN y la cultura.

Partiendo de las raíces que agrupan a las 6 poblaciones estudiadas, los científicos del CENPAT lograron constatar el momento en el cual las poblaciones fueron divididas formando nuevas ramas en el árbol genealógico. Esas ramas comparten parte del ADN y se las consideran “hermanos lingüísticos” por tener formas de la misma macro-lengua.

"Sabiendo a qué velocidad muta el ADN y estimando hace cuánto vivió el ancestro común para estas tres lenguas, se puede estimar el tiempo de las distintas ramas de ese árbol. Así, se pudo dar cuenta de que la separación entre los Kayapó y los Xavánte fue hace 1500 años. Luego, se fue recorriendo todo el árbol hacia atrás, y midiendo la velocidad en que cada población desarrolló su fenotipo partiendo del ancestro ”, detalla González-José.

Según el científico, los resultados obtenidos ratifican la teoría evolucionista de Darwin. “Estamos, en definitiva, ponderando al medioambiente, y dentro de este, los rasgos culturales más que los naturales. Teniendo eso en cuenta, los mecanismos evolutivos clásicos darwinianos funcionan de la misma manera: selección natural, deriva genética y mutación”, indica.

Hijos del Amazonas

Todas las poblaciones establecidas en torno al Amazonas tienen características similares. En tanto, los Xavánte comparten la misma información genética casi en su mayoría, a tal punto que estudios anteriores demostraron que en el año 1977 el 25 % de los habitantes de una aldea eran hijos de un único jefe y sus cinco esposas. Esta particularidad es denominada “deriva génica”.

Por otro lado, estudios comparativos indican que existen claras diferencias evolutivas entre las sociedades de las tierras bajas y las del Altiplano central. En las tierras altas, hay grandes poblaciones agrícolas que comparten lazos económicos y políticos. Por lo tanto, se facilita el flujo de genes y rasgos culturales. En cambio, en el Mato Grosso, las comunidades viven principalmente de la caza y la recolección, lo que promueve el aislamiento cultural y biológico.

“En las tierras altas el mecanismo evolutivo que prima es la migración, es decir que hay mucha variación genética que está distribuida dentro de las poblaciones, más que entre la población. En el Mato Grosso sucede justamente lo contrario, se trata de grupos que viven en ambientes muy aislados. Allí prima más la evolución dada por la deriva génica y como consecuencia se dividen y van fragmentando el genoma del grupo ancestral”, concluye el investigador.