“Es un momento de desarrollo científico importante en la Argentina”

El presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales fundada en 1874 y que tuvo entre sus miembros titulares a Bernardo Houssay y Luis Federico Leloir destacó el impulso que el Estado le está dando a la investigación en los últimos años y la importancia que tendría que los empresarios se comprometieran aun más con el desarrollo tecnológico e industrial.

¿Cómo definiría el actual momento que atraviesa la ciencia argentina?

Es un momento en el que hay un desarrollo científico importante en la Argentina. Hay una inversión considerable desde el Estado y hay muchos jóvenes que están comenzando carreras científicas que son muy promisorias, en las áreas de ciencias exactas, lo que genera una buena perspectiva para el futuro.

En este nuevo contexto, ¿la Academia también ha encarado nuevos desafíos?

Además de las reuniones que tradicionalmente mantenemos entre los miembros de la Academia y con otras academias de ciencias de toda América, estamos en una etapa en la que buscamos tener un mayor acercamiento y ser más conocidos por la sociedad. Con ese objetivo, en nuestra sede ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, comenzamos a ofrecer ciclos de conferencias de divulgación sobre temas científicos; tenemos, además, la intención de subir esas charlas a nuestra página web (http://www.ancefn.org.ar/), para que estén al alcance de un público más amplio.

¿La Academia también ha comenzado a promocionar la educación científica entre los niños y los jóvenes?

Sí, hace ocho años iniciamos un programa de educación científica destinado a mejorar la enseñanza de las ciencias a nivel primario y secundario. Para ello, organizamos talleres sobre “química verde” en Mendoza, Corrientes y Bahía Blanca, y el abril próximo realizaremos otro en Santa Fe. A ellos asisten profesores de química de enseñanza media, tanto argentinos como de países latinoamericanos. En estos cursos se abordan temáticas para la sustitución de procesos químicos tradicionales por otros de igual efectividad que reducen la contaminación y las necesidades energéticas. El objetivo es hacer conocer estos conceptos y su importancia para que sean difundidos en las aulas.

¿Y en qué consiste el programa destinado a las escuelas primarias?

El programa, llamado HACE, busca que desde las escuelas se incorpore a los chicos en el pensamiento científico. Para ello, requerimos de un entrenamiento previo de los maestros, por lo que la Academia ha desarrollado talleres en distintas provincias y en la capital. La idea en general es que el maestro oriente a los chicos para que hagan su experiencia, observándolos, pero sin que les anticipe las conclusiones y dejando que los alumnos deduzcan por sí mismos. El método está detallado en un libro que publicamos recientemente y se llama Educación en Ciencias Basada en Indagación: metodología innovadora para nivel primario y secundario.

¿Han publicado otros libros en los últimos años?

Sí, entre otros, hace poco publicamos La cuestión del agua, un libro que realizamos en colaboración con la Academia Nacional de Ciencias Económicas y la
Academia Nacional de Ingeniería y que analiza la situación de los recursos hídricos de nuestro país. Respecto a la química verde, un tema del que hablaba antes, publicamos el año pasado El Impacto de la Química Actual: Una Ciencia Central para el Desarrollo Sostenible.

¿Cómo analiza el proceso de incorporación de la ciencia en la sociedad?

Introducir a la ciencia en la cultura es algo muy importante y es algo que empezó a darse en los últimos años. Tenemos el caso de Tecnópolis, pero también la aparición de programas de televisión de divulgación científica, lo cual es muy bueno.
En mi experiencia, cuando regresé al país, en 1984, era notable la cantidad de inscriptos que había en Biología y se decía que era porque las películas de Jacques Costeau habían entusiasmado a muchos jóvenes, lo cual demuestra que es muy importante la promoción para que la sociedad se aproxime a la ciencia.

Pero el entusiasmo generado por esas películas fue pasajero, ¿usted cree que el entusiasmo que se da hoy puede ser duradero?

Para que las cosas funcionen debe darse un impulso a largo plazo y eso es algo a lo que debemos acostumbrarnos en la Argentina. Las cosas no se hacen de un día para el otro.
Espero que lo que se hace actualmente tenga continuidad en el tiempo y que no se repitan épocas de retroceso como las que ya hemos sufrido. Mucho de lo que estamos recuperando hoy estuvo en suspenso durante décadas.

¿Podría dar algunos ejemplos de avances que quedaron detenidos?

Por ejemplo, Argentina tuvo un proyecto informático importante en los años 60 y luego pasó lo de la Noche de los Bastones Largos. En ese momento, había un gran impulso a la ciencia, que se perdió y ahora se está retomando, pero uno ve que otros países tuvieron mucha más continuidad y que hemos perdido mucho tiempo.

Antes, se fugaban los cerebros y ahora vuelven los científicos...

Está volviendo mucha gente. El salario y demás condiciones han mejorado mucho para los investigadores y eso es un hecho. Pero también el desarrollo científico es problemático si los especialistas no tienen posibilidades de aplicar sus innovaciones en el país y, hoy, no tenemos una industria nacional que absorba a los científicos, por lo que terminan trabajando en los organismos estatales como el CONICET. Creo que se ha hecho mucho para promocionar desde el Estado, pero también habría que conseguir un mayor desarrollo industrial autóctono, es decir, que las empresas se aboquen a tener investigación en laboratorios industriales.

¿Qué se podría hacer para que las empresas inviertan más en ciencia y tecnología?

Éste no es un problema fácil de resolver. Pero, tomando como ejemplo a Brasil, lo que allí se hace es imponer a las empresas cuestiones impositivas para obligarlas a invertir en desarrollo.
Por suerte, las autoridades del Ministerio de Ciencia de Argentina conocen bien esta cuestión y están actuando para resolverlo. Lo que pasa es que no es fácil, es un problema cultural.

¿Es viable presionar impositivamente o habría muchos reclamos?

Poder, se puede. En Brasil, las empresas tienen que derivar cierto porcentaje de sus ganancias a cuestiones de desarrollo, por lo que pueden decidir entre establecer sus propios laboratorios o, de otra manera, abonar impuestos que se destinan al sistema científico público.

Hablando del sistema científico público, desde la Academia propusieron el surgimiento del CONICET...

Efectivamente. En 1956, la ANCEFN propuso la creación del CONICET y fue la encargada de delinear la estructura y funciones del mismo. Asimismo, miembros de la Academia fueron integrantes del primer directorio.

¿Cómo está compuesta la Academia?

La Academia está compuesta por miembros titulares, que en un máximo pueden llegar a ser 40. Este tope, determinado por la legislación que rige a las Academias Nacionales, debería poder ser ampliado, teniendo en cuenta el desarrollo científico alcanzado por el país.
Como es común a las academias, hay también miembros correspondientes, los cuales pueden ser argentinos o extranjeros que no residan en el área de la capital.  Está también la categoría de emérito, reservada para aquellos académicos titulares que por diversas circunstancias no puedan continuar cumpliendo con regularidad los compromisos  inherentes a la titularidad. Y, finalmente, están los miembros honorarios, que es un espacio reservado para personalidades muy importantes que visiten la Academia o tengan una relación con nosotros.

En la Academia han tenido personalidades muy importantes y no solo entre sus miembros honorarios…

Entre nuestros miembros titulares tuvimos a dos argentinos que ganaron el Premio Nobel: Bernardo Houssay y Luis Federico Leloir. Y entre los honorarios hemos tenido a Einstein, por ejemplo, que visitó la Academia en 1929. Pero estas son algunas de las cosas que no se saben tanto de la Academia y nos gustaría que se supieran un poco más, por lo que en estos últimos años estamos buscando distintas formas de estar más cerca de la sociedad.

*El doctor Roberto Cignoli es académico titular de la ANCEFN desde 1998 y asumió la presidencia en mayo de 2012. Es investigador Superior del CONICET en las áreas de lógica matemática y álgebra de la lógica.
AGENCIA CTyS- Entrevista realizada por Emanuel Pujol