“Ellos buscaban generar un cambio de mentalidad"

Una nueva faceta de los cuatro de Liverpool sale a la luz de la mano del Físico y especialista en biomecánica, Ernesto Blanco, en cuyo libro Los Beatles y la Ciencia intenta dilucidar cómo la música de John, Paul, George y Ringo ayuda a entender la ciencia desde un costado más entretenido y curioso.

Guillermo Meliseo (Agencia CTyS-UNLaM) - Ellos eran todo. O, por lo menos, el público que los supo conocer allá por los años '60s lo sostenían fervientemente. The Beatles fue un suceso mundial que, además de revolucionar la forma de componer y apreciar la música popular, incentivó a la comunidad académica a estudiar el fenómeno de la beatlemanía, tanto desde su imagen como también desde sus letras, acordes y sonidos.

Una de las últimas investigaciones sobre los cuatro de Liverpool se desprende del libro Los Beatles y la Ciencia del físico y especialista en biomecánica, Ernesto Blanco, donde el autor analiza la discografía de la banda para poner en evidencia el conocimiento especializado de los músicos a la hora de interpretar sus canciones. Además, el autor desmitifica la dupla música-ciencia al sostener que “escribir un paper y hacer música es lo mismo porque nos convoca con todo nuestro ser”.

¿Los Beatles eran conscientes de lo que hacían, es decir, de su papel como divulgadores científicos?  

Seguramente, los Beatles no eran conscientes de eso porque ellos no eran científicos, ni tampoco tenían un interés marcado por la ciencia. Sin embargo, en algunas cuestiones sí estaban familiarizados; por ejemplo, el pitido de ultra sonido que John Lennon quiso incluir en el álbum Sargent’s Pepper Lonely Hearts Club Band como una señal para los perros. Hay una cierta intención, pero yo veo que la conexión más fuerte y consciente de los Beatles en relación a la ciencia está puesta en la idea de ir más allá de la música, el cambio de mentalidad, la búsqueda de otras formas de ver el mundo, de la experimentación, más allá de los límites y que su propio éxito les ofrecía. Esa forma de ir más allá de las cosas tiene que ver un poco con lo propio de la  ciencia como disciplina. Parte de la ciencia es ir más allá de los límites. Esa cuestión de los Beatles los acerca a una mentalidad un poco consciente de la ciencia y de lo que tiene que ver un científico. 

La lectura del libro recuerda a los manuales pedagógicos de las escuelas, con gráficos, dibujos y aclaraciones en formato viñeta. ¿Esa fue siempre la finalidad del libro o, más bien, fue un modo entretenido de acercar la música al lector?  

Yo creo que lo pedagógico y didáctico surge solo, como cuando se usan a los superhéroes para explicar la física. Esto sería lo mismo pero con un grupo musical que generó un impacto a nivel cultural muy grande. Creo que lo didáctico surge de mi experiencia con la música y la investigación. Cuando preparé el libro fui encontrando cosas muy fascinantes y anecdóticas que quise compartir. No hay una intención explícita de educar, mediante la ciencia, a partir de lectura de los Beatles. Creo que lo didáctico tiene que ver con el deseo de comunicar y el resultado termina siendo un compendio de canciones que dan cuenta que las ciencias están en todos los ámbitos de la vida.

Usted analiza las canciones de los Beatles y demuestra cómo la ciencia se ha filtrado instintivamente en los acordes de los músicos.  ¿Se puede utilizar este enfoque para explicar una “ciencia de la música”, por ejemplo, explorando diversos ritmos y estilos musicales? 

¡Sin duda! Creo que si uno indaga por la historia de los artistas musicales se va a encontrar con muchas sorpresas. Por ejemplo, si uno toma un DVD de Shakira, no solo se puede interpretar las letras de sus canciones, sino también analizar toda la expresión corporal que le agrega a su baile, la biomecánica que pone en juego o, quizás, determinados rasgos de su aspecto que pueden hacerla más llamativa, y eso se entronca con toda una serie de cuestiones de psicología evolutiva. Así como se puede tomar a Shakira, también podemos hablar de Soda Stereo, Charly García o los Rolling Stone. De hecho, más adelante, estoy pensando en hacer algo vinculado con los Rolling Stone.

 La ventaja de los Beatles, con otros ejemplos, es que ellos crearon un cierto respeto desde la gente que se aproxima a la ciencia desde el lado académico, más allá de que sea música popular. Es decir, los Beatles fueron un fenómeno mundial y se han ganado un cierto respeto en todos los espacios de la cultura. La ciencia es una forma de ver el mundo, cualquier cosa puede ser vista desde una perspectiva diferente. Quizás a la mayoría del público le resulta novedosa porque no están acostumbrados a ver a su artista favorito de otra forma que no sea arriba de un escenario. 

En ese sentido, lo menciona varias veces al matemático Pitágoras, haciendo alusión a esta idea de que, con la ciencia, se puede observar el mundo…

Bueno, justamente, la física implica eso. Las ciencias, cada vez más, tratan de matematizar el mundo, por eso nos dan precisión, seguridad, cierto grado de certeza, que, a veces, puede ser engañosa. Y ese es un aspecto que está presente en la música, es decir, las regularidades matemáticas que están implicadas en la música no solo la encuentran los científicos sino también los mismos artistas: los tiempos entre acorde y acorde, los silencios y las pausas estipuladas, el ritmo. Los artistas, muchas veces, reconocen las estructuras y las funciones matemáticas que tienen sus canciones.

¿Cómo fue la experiencia de fusionar la música con la ciencia, considerando que la primera es más subjetiva y de libre interpretación, mientras que la ciencia es más objetiva y racional?

Creo que las dos disciplinas trabajadas en profundidad requieren de mucha emoción, intuición, creatividad, pero también pensamiento y tiempo. Por ejemplo, la canción “Yesterday” la escribió MCCartney después de haberla soñado y una de las cosas que él dijo fue que ese sueño fue el fruto de muchos años de escuchar música. Y la parte final de la letra implicó mucho trabajo de borrador. Con la ciencia pasa lo mismo, por ejemplo, cuando los investigadores llegan a sus conclusiones a través de sueños o de casualidades. Entonces, tanto la música como la ciencia nos conectan con nuestra esencia humana: con la razón, con las ideas, las expresiones, los sentimientos, el disfrute, el trabajo duro, la desilusión, el llanto, el disfrute, etc. En ese sentido, para mí, hacer música con la banda no es distinto que escribir un libro o un artículo científico, porque eso también nos convoca con todo nuestro ser.

 ¿De qué se trata esta “conferencia científica musical” llamada Beatlemanía Científica que realiza en el planetario con una banda en vivo?

Surgió a partir de la investigación sobre Perezosos gigantes, que habitaron en Sudamérica hace 10 mil años. Con estos bichos se descubrió que, con los huesos del oído, se podían detectar las frecuencias que habían escuchado en su momento. Ahí empecé a leer más sobre acústica y sobre los sonidos de los animales y eso me llevó hacia la música. Después, empecé a generar charlas sobre estos perezosos utilizando instrumentos musicales, mostrando los principios entre la ciencia y la música; la ciencia y los sonidos, y luego, lo fusioné con lo que a mí me gusta, que son los Beatles. Al mismo tiempo, se dio la casualidad que en el grupo de trabajo había un compañero que tocaba la guitarra. Entonces, empezamos a ensayar juntos y armamos un ciclo de charlas, en el planetario, que llamamos “Beatlemanía científica”, donde primero hacemos una introducción desde las ciencias, utilizamos efectos para hacerlo más entretenido, y luego arrancamos con las canciones.

¿Y su gusto por los Beatles se potenció con el crecimiento de la beatlemanía científica o siempre tuvo en claro quienes eran los número uno? 

Mi gusto por los Beatles surgió cuando estaba en la adolescencia, un amigo me pasó un cassette de los 20 grandes éxitos de los Beatles. Y a partir de ahí, empecé a comprarme más discos y libros. Con el paso de los años, mi gusto empezó a apagarse un poco, pero volvió a florecer con la Beatlemanía. Hay canciones que antes las escuchaba de una forma y ahora las comprendo desde otro lado. 

Con todo el recorrido musical que hizo para la elaboración del libro. ¿Cuáles son las canciones que no pueden faltar en una presentación? 

Una es “Across the Universe” que, cuando yo era adolescente, me resultaba muy inspiradora. A mí siempre me gusto la astronomía, la física, el hecho de entender el universo. Una de las cosas que planteo en el libro es que “Across the Universe” fue una canción que se lanzó al espacio hacia la estrella polar, como un homenaje a los Beatles por el aniversario de la NASA. Lo que significa también que, como especie humana, nos pusimos de acuerdo sobre qué canción podemos mandar al espacio. Ese juego de la ciencia ficción de imaginar extraterrestres que podrían escuchar la canción, para mí, fue muy trascendental; es una canción que me emociona a la hora de interpretar. También hay otras como “Yesterday”, toda la historia del sueño de Paul McCartney, el acorde inicial de “A Hard Day's Nigh”, “Strawberry Fields Forever”. Por ejemplo, “Golden Slumbers” es una canción para hacer dormir a los chicos. También, el color rojo y su impacto en la canción de “Yes It Is”, que habla de su chica vestida de rojo y de la importancia evolutiva para los primates. Hay muchas que nos hablan de ciencia y ritmo, ciencia y acordes, y ciencia y expresión corporal.

*El Dr. Ernesto Blanco es Licenciado en Física, con una Maestría en Física de Partículas y doctorado en biomecánica aplicado a los animales por la Universidad de La república (Uruguay). También es docente e investigador por CONICET. Fue conductor y coguionista de las dos temporadas de Superhéroes de la física, programa emitido por Televisión Nacional de Uruguay (2011-2013). En los últimos años llevó a cabo un proyecto destinado a estudiantes de nivel secundario llamado “Beatlemanía científica”, en el que se ilustran conceptos de física y biología mediante la interpretación en vivo de canciones de los Beatles.