El sabor de los colores, el aroma de los sonidos

Investigadores españoles estudian el fenómeno de la sinestesia, por el cual algunas personas pueden experimentar sensaciones de diferentes sentidos pero con estimulación externa para solo uno de ellos. Además, describen los procesos cognitivos que la causan.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)-. ¿Es posible, acaso, sentir un dulce sabor al observar el color rojo? ¿Asociar, de forma inexplicable, ciertos colores a ciertas melodías? ¿O sentir ciertos olores al tocar determinadas texturas?

La respuesta es que sí: no es necesario ser personaje de algún cuento de García Márquez para experimentar estas sensaciones. La explicación tal vez se pueda hallar en un término acuñado en 1895 y que, desde entonces, ha servido para agrupar bajo un mismo nombre a todos estos casos similares: sinestesia.

Los complejos mecanismos que la explican, su aporte a los estudios para la neurociencia cognitiva y su relación con la memoria son algunas de las cuestiones que interesaron a los doctores Juan Lupiáñez y Alicia Callejas, de la Universidad de Granada, España. Día a día, desde los laboratorios del Departamento de Psicología Experimental, en la Facultad de Psicología, los investigadores se sumergen en el complejo e interesante mundo de la conciencia para intentar dar respuestas.

Una cuestión de sentidos

Pero, ¿qué es, en definitiva, la sinestesia? Proveniente de los vocablos griegos “syn” (unión), y “aisthesis” (sensación), el fenómeno alude, justamente, a la unión de distintos sentidos.  “En sinestesia, cuando percibimos un estímulo sensorial con una base física tangible, como un objeto, una letra o un sonido, a su percepción como tal se le suma una experiencia subjetiva de otra percepción”, explica a la Agencia CTyS el doctor Lupiáñez.

Esta segunda experiencia se presenta de una forma tan real como la primera, pero en ausencia, claro está, de su correspondiente referente externo. Una de las principales características del proceso es que dicha percepción es individual e idiosincrática. “Ese estímulo no daría lugar a esa experiencia subjetiva en la mayoría de la población, y esa nota musical no produciría esa sensación de sabor en otra persona”, profundiza Lupiáñez.

Explica Callejas que al estímulo inicial se lo denomina “inductor”, en tanto que la sensación adicional que se experimenta se la llama “concurrente”. Una persona sinestésica, por ejemplo, al ver el color rojo (inductor) puede llegar a sentir una sensación dulce (concurrente).

Al ser tantos los posibles inductores, las posibilidades de combinaciones de sinestesia son muy altas. El estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada, por ejemplo, ha identificado alrededor de cien, entre los que se encuentran sonido-color, olfato-color y sonido-textura, entre otros.

Según explica Lupiáñez, las teorías propuestas para explicar el fenómeno de la sinestesia han sido numerosas y han nacido tanto de la tradición psicológica como de la neurocognitiva.

“Desde la psicología se puede destacar la teoría que hace referencia a asociaciones creadas entre el inductor y el concurrente como forma de explicar la sensación subjetiva. La sinestesia, entonces, sería el producto de una cadena de asociaciones mentales en la que algunos de los pasos intermedios habrían dejado de ser conscientes”, apunta el investigador.

Sin embargo, aclara el académico español, el desarrollo de la neurociencia cognitiva ha sido clave para el gran resurgimiento del estudio científico de la sinestesia: “Muchos datos procedentes de esta disciplina apuntan a las diferencias en el funcionamiento del cerebro entre las personas sinestésicas y las que no lo son”.

Esta teoría sostiene que la sinestesia podría deberse a una activación cruzada entre áreas cercanas en el cerebro encargadas del procesamiento del estímulo inductor y las áreas de procesamiento de la experiencia sinestésicas.

Identikit de un fenómeno

Entre otras cuestiones, la sinestesia tiene ciertas características que la hacen única. Una de ellas es la estabilidad, aspecto que la distingue de las asociaciones de memoria y los recuerdos.

“La información que se aprende en un momento dado se almacena como una memoria y, conforme transcurre el tiempo desde que se aprendió, dicha información se va haciendo más y más inaccesible hasta que llega un momento en que no somos capaces de recordarla” explica Callejas, al denominar este fenómeno “curva de olvido”.

Es por esta curva del olvido, justamente, que se puede diferenciar a una persona sinestésica de aquella que no lo es. “Si una persona está describiendo simples asociaciones aprendidas, conforme pasa el tiempo cometerán más ‘errores’ al nombrar el color asociado a una letra o número”, profundiza la investigadora.

En cambio, las personas sinestésicas, que realmente experimentan o ven un color al ver una letra o un número, indicarán siempre el mismo color que sintieron, independientemente de cuánto tiempo hace que se los consultó por primera vez.

La otra identificación, e íntimamente relacionada con la anterior, es el carácter perceptivo de las personas sinestésicas, es decir, que no están basadas en la memoria. “Varias investigaciones demuestran que en personas sinestésicas que experimentan letras con colores particulares, dichos colores son percibidos de una forma muy similar a como si estuvieran de hecho presentes en el papel”, apunta Lupiáñez.

La tercera particularidad de este fenómeno es su carácter idiosincrático, como explica Callejas: “Aunque los colores que una determinada persona percibe para un conjunto de letras y números permanece relativamente estable a lo largo del tiempo, su conjunto de colores es en muchas ocasiones distinto al de otra persona sinestésica”.

Incluso, afirma la científica, “es bastante interesante estar presente en una conversación en la que distintas personas con sinestesia comparten sus experiencias. Sobre todo porque cada uno de los interventores defenderá que su conjunto de colores son los ‘correctos’ y los demás no tienen sentido alguno”.

Infancias sinestésicas

Investigaciones realizadas por científicos de Canadá explicarían que en realidad la sinestesia es una característica presente en todos los seres humanos durante sus primeros meses de vida, pero que sólo algunos continúan en esta condición a lo largo de los años.

“La doctora Maurer propuso, a partir de varios experimentos, que todos los humanos somos sinestésicos durante los dos o tres primeros meses de vida, debido a un exceso de conectividad entre áreas cerebrales que en el cerebro adulto se eliminan o pierden su funcionalidad”, señala Lupiáñez.

Lo hecho por Maurer, explica el científico español, fue descubrir que aquellos bebés que se habituaban a estímulos (visuales o sonoros) de determinada intensidad, respondían en cambio a sonidos o luces de intensidad distinta. La clave está en que esa diferencia de efectos entre las dos modalidades sensoriales no se produce en niños de más edad.

Un viaje al centro de la conciencia

Una de las razones que más seducen para estudiar los casos de personas sinestésica es, sin duda, los conocimientos que estos arrojan sobre la cuestión de la conciencia. “La sinestesia es una situación única para el estudio de la conciencia en lo referente al qualia, es decir, a la experiencia idiosincrática y subjetiva del mundo que cada persona tiene”, aporta Callejas.

Pero, ¿a qué se debe tanto interés en los casos sinestésicos? “Los estudios sobre conciencia nos enseñan que la forma de cada individuo de experimentar el mundo y todo lo que esto implica, como qué siente una personas al sentir frío, es totalmente única y difícil de explicar y entender por el resto de las personas”, aduce Callejas.

La sinestesia, explican los científicos, es un modo único de intentar entender mejor cómo el cerebro construye la mencionada qualia. “Podemos intentar entender cómo es la percepción y las experiencias de las personas que tienen esta capacidad. Sin embargo, no podemos alcanzar un entendimiento completo del fenómeno ya que es inherentemente subjetivo: es vivido en primera persona y no compartido con otros”.

Más allá de confirmar los motivos que llevan a que ciertas personas sean sinestésicas, todavía quedan muchas cuestiones por estudiar respecto a esta temática, como la posibilidad de que la sinestesia sea hereditaria, o la relación entre este fenómeno y la memoria.

“Para las personas sinestésicas, la mezcla de sensaciones a través de la que perciben el mundo es la forma normal de hacerlo y siempre lo ha sido. Es más, estas personas nunca se darían cuenta de que su forma de percibir es particular de no ser porque en un momento dado les hacemos caer en la cuenta de que nosotros no”, concluye Callejas.