Agua potable para comunidades originarias

Ingenieros del INTI desarrollaron un sistema de captación de agua de lluvia para que poblaciones indígenas ubicadas en zonas de difícil acceso tengan garantizado el derecho al agua.

María Florencia Alcaraz (Agencia CTyS)- Para llegar a la localidad de Tala Pocitoj, en Santiago del Estero, hay que emprender un viaje de una hora monte adentro desde la capital de la provincia, atravesando la aridez de las rutas del departamento de San Martín y cruzando de tanto en tanto uno de los pocos árboles que quedaron después del desmonte. El nombre Tala Pocitoj no aparece en ningún mapa. Excluidos del reconocimiento cartográfico los habitantes de esa comunidad también son marginados del acceso a las necesidades más básicas. Son pocas las familias que allí viven, pero su situación es crítica en términos de agua potable.

Las familias campesinas que habitan esta localidad pertenecen todas a la comunidad indígena Tonokoté, un histórico pueblo originario que se extiende por toda la provincia y que subsiste manteniendo los usos y costumbres de sus ancestros. Su pedido de agua potable llegó al INTI a través de su representante legal después de que se organizaran junto con otras familias de comunidades indígenas del noroeste.

“En particular son 5 familias que están en estado crítico porque no tienen agua potable y a la vez el municipio no puede proveerles de bidones”, explicó a la Agencia CTyS el  Ingeniero Martín Rearte del área de proyectos industriales del INTI Tucumán.

No sólo la distancia es un obstáculo para que el Estado pueda garantizar el reparto de tanques de agua potable y esta comunidad pueda vivir de manera digna, sino que la progresiva actividad del desmonte por causa del cultivo intensivo de soja también es un factor que dificulta la tarea. El desmonte ha dejado la zona sin árboles notorios, es por ello que cuando hay fuertes lluvias los caminos no se pueden transitar y comunidades como la de Tala Pocitoj quedan aisladas de los más básicos derechos.

“Tampoco podíamos desarrollar un sistema de extracción del agua del suelo porque ahí  el agua es muy salada y, a la vez, está contaminada con arsénico”, relató Rearte.

Una solución efectiva

La alternativa más viable que se encontró desde la Oficina de Ingeniería NOA, Programa de Industria de Servicios y Ambiente, fue diseñar un dispositivo que captara el agua de lluvia para su cosecha.

“Los sistemas de captación de agua se han implementado a lo largo del país en diferentes escalas y aplicaciones, para que las comunidades cuenten con la posibilidad de agua potable en regiones donde el bombeo o la conexión a una red son técnicamente inviables”, contó Rearte. Sobre este sistema en particular el especialista agregó: “hicimos una pequeña innovación en el sistema que elimina esas primeras aguas de manera automática y agregamos la opción de accionar manualmente en caso de alguna eventualidad.”

El dispositivo cuenta con una superficie de 50m2 para el consumo diario en épocas de sequías. Funciona captando el agua en dos tanques y las va acopiando. Pero, a la vez ,el sistema tiene su propio tanque de acumulación capaz de reunir el agua que les lleva el municipio en el caso de que puedan acercárselas.

Por otra parte, como el agua de lluvia  requiere de tratamiento para ser apta para consumo humano, las familias de la comunidad están siendo acompañadas con agentes sanitarios que integren el sistema a su manera de vivir.

El sistema es de simple fabricación, con recursos locales, generando así una experiencia que pretende ser transferida a los actores potenciales de esta aplicación tecnológica. En ese sentido, el objetivo es poder extender su instalación a las localidades de Pozo Mocitoj, Figueroa y Brea Pozo, también en Santiago del Estero.

Los Tonokoté mantienen las costumbres autóctonas de sus antecesores. Esto precariza aún más sus condiciones de vida ya que sus viviendas, por ejemplo, continúan construyéndose de forma redonda y de material poco duradero y techo de paja. “Mantener estas prácticas ponen en riesgo su salud. Las viviendas hechas de adobe, con pájaros viviendo en el techo propician las condiciones para que, por ejemplo, haya vinchucas”, explicó Rearte.

Es por ello que el dispositivo para captar el agua de lluvia debió ser instalado en una estructura emplazada específicamente para tal fin ya que no podía ubicarse en los techos de paja de las viviendas.

Este es el comienzo de una intervención tecnológica que priorizó abordar la cuestión del agua, pero que pretende optimizar las condiciones de vida de los Tonokoté de manera más amplia.