Un espacio para disfrutar y jugar con la ciencia

En el Lugar a Dudas, ubicado en el flamante Centro Cultural de la Ciencia, grandes y chicos comparten contenidos científicos a través de la interacción, juegos y desafíos. La propuesta busca convertirse en punto de encuentro entre la comunidad científica y la sociedad.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Por aquí, dos jóvenes se divierten bailando al tiempo que conocen, en cada paso, los movimientos de una abeja para comunicarse con su colmena. Por allá, un niño y su padre se valen de pequeños juguetes y un programa de animación para hacer su propia película. Más acá, un abuelo y su nieta no paran de sonreír al sacarse fotos con una cámara especial y aprender, de paso, el concepto de simetría.

El espacio Lugar a Dudas parece perseguir y cumplir los mismos objetivos del flamante Centro Cultural de la Ciencia , en el que está emplazado: convertirse en un lugar de encuentro e interacción entre la comunidad científica y el público en general. O, dicho de otra forma, aprender sobre ciencia jugando y divirtiéndose.

"Nuestra idea era abrir un lugar donde la gente pudiera entrar libremente, disfrutar y que la ciencia sea algo que se pueda aprehender en distintos niveles y distintas edades”, señala a la Agencia CTyS la doctora Vera Brudny, coordinadora del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación.

Ubicado en el Polo Científico Tecnológico (Godoy Cruz 2370, Palermo) inaugurado por la Presidenta Cristina Fernández hace pocas semanas, el Centro Cultural de la Ciencia cuenta con varios espacios de divulgación: un laboratorio educativo, auditorios, una biblioteca, un aula digital y un parque de las ciencias, espacio verde que tiene juegos de plaza con contenidos y estética de tipo científico.

Pero el área “estrella” parece ser el espacio Lugar a Dudas, que sólo está abierto sábados y domingos y que en sus tres primeros días convocó a más de 1500 visitantes. Con un alto nivel de interacción que incluye juegos, propuestas y desafíos, el espacio está dividido en tres muestras permanentes: El Azar, El Tiempo y La Información.

Cada uno de estos temas es abordado desde la perspectiva de diversas disciplinas científicas, como la física, la química, la biología, la computación o la matemática, entre otros. Así, se proponen juegos como la Melodía escondida, donde se propone adivinar una canción a partir de acelerar o desacelerar su ritmo, o simular ser espías y aprender a encriptar y descifrar mensajes.

Si bien algunas propuestas se basan en la percepción visual, como videos donde se pueden apreciar el paso del tiempo en aspectos cotidianos –el crecimiento de una persona o el enmohecimiento de una rodaja de melón- en la gran mayoría de los módulos priman la interacción y la participación activa de los visitantes.

La clave del Lugar a Dudas radica en que en cada juego se aprende algo distinto. Se descubre, así, que las abejas pueden identificar de mejor manera las flores por su visión ultravioleta, se aprenden términos y sus grafismos en distintos idiomas o se experimenta el modo en que los murciélagos se orientan en la oscuridad.

Un proyecto inédito

Guadalupe Díaz Constanzo es doctora en Física y responsable del contenido del área El Azar. Allí, se puede jugar a ser compositor de un vals único, a partir de 16 compases creados por Mozart hace más de 200 años y con 43 mil millones de resultados distintos. También se averigua cuantas probabilidades hay que nazca alguna persona con las mismas características físicas a las propias o se intenta adivinar el peso de una moto. La  ciencia, por supuesto, subyace en cada rincón del lugar.

“El trabajo para pensar este espacio empezó hace dos años, coordinado por Diego Golombek- explica Díaz Constanzo-, junto a otras dos científicas y tres integrantes del área de Diseño. Hubo numerosas reuniones e intercambios de ideas y opiniones para conformar el Lugar a Dudas”.

En algunos módulos también participaron investigadores de la Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y de la Universidad de Maimónides. Con ideas originales en algunos casos o inspiraciones en museos de otros países, uno a uno fueron surgiendo los proyectos que conforman actualmente el espacio.

Para la investigadora y académica, si bien esperan que el lugar sea visitado por toda la familia, el principal objetivo que tenían a la hora de pensar cada módulo eran los jóvenes y adolescentes. “El modo de interacción fue uno de los grandes ejes a la hora de  elegir o descartar ideas. Y si bien hay ideas que son totalmente analógicos porque no tienen pantallas o tecnología, lo cierto es que está inmerso en una propuesta mucho más grande y compleja que propone todo el tiempo la interacción”, destaca.

Díaz Constanzo señala además que la importancia de esta iniciativa es que la estructura y el modo en que fue pensada son únicos. “En la Argentina ya había museos interactivos de ciencia, algunos de iniciativa privada o pertenecientes a alguna universidad. Pero de carácter nacional como está pensado este lugar es único”, resalta.

La doctora Brudny, por su parte, subraya el aporte del Lugar a Dudas y del Centro Cultural en general como un espacio que contribuya a alimentar la cultura científica de la sociedad, especialmente en las nuevas generaciones. “Tenemos que hacer algo para incentivar a los jóvenes y niños para que piensen que hacer una carrera científica es una opción posible y que no se vean detenidos por preconceptos o prejuicios”, concluye.

El Lugar a Dudas abre sus puertas para el público general sábados y domingos de 13 a 19.30. Para visitas educativas se puede escribir a  visitasescolares@ccciencia.gob.ar. Para más información sobre el Centro Cultural de la Ciencia ingrese aquí.