Arquitectura sustentable... ¿Dónde y para quién?

Las construcciones alimentadas con energías renovables son la tendencia en el mundo de la arquitectura. Sin embargo, los costos que conlleva escapan a las posibilidades de millones de personas. En este informe, la Agencia CTyS releva una discusión actual: ¿De qué se habla cuando se habla de sustentabilidad?

Gaspar Grieco (Agencia CTyS) - Enormes paneles solares para ahorrar energía, gigantes edificios cubiertos de arbustos, terrazas cual selvas y hasta balcones con plantas que se riegan solas para economizar agua. La arquitectura sustentable hoy es tendencia en el mundo del diseño de inmuebles pero su costo es  exageradamente alto. Entonces, en América Latina, donde entre el 50 y el  75 por ciento de las viviendas son construidas por sus habitantes y el 40 por ciento carece de una casa adecuada  ¿Pueden esas construcciones ser realmente sustentables?

El concepto “sustentable”, comenzó a tomar relevancia en 1987 cuando la World Commission on Environment and Development de las Naciones Unidas, publicó el reporte llamado Our common future (Nuestro futuro en común). Según el organismo internacional, la sustentabilidad debe apoyarse en tres factores esenciales: el ambiental, el social y el económico. Pero, por alguna razón, en el mundo de la arquitectura el factor “ambiental” prima por sobre los otros dos. Eso propone,  al menos, discutir el concepto de sustentable.

Una excepción a esta peculiar tendencia puede observarse en el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE), Unidad Ejecutora de Córdoba dependiente de la Asociación de Vivienda Económica  y el CONICET. Allí, los investigadores desarrollan tecnologías para abaratar costos de construcción, realizan proyectos de gestión integral para el hábitat popular, capacitando familias de bajos recursos y  entes públicos y privados abocados al tema.

En diálogo con la Agencia CTyS, el director del CEVE, arquitecto, investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba, Aurelio Ferrero, explicó su principal premisa: “Para nosotros, que trabajamos en vivienda, la principal cuestión está relacionada a lo social, uno de los tres pilares de la sustentabilidad. Lo que hace a la equidad y justicia en la ciudad es la accesibilidad, las oportunidades económicas de una familia para el acceso a una mejor situación habitacional”.

Siguiendo esta lógica, Ferrero destaca la necesidad de contextualizar al momento de hablar de sustentabilidad. “Un ejemplo simple es cuando se dice que no hay que cocinar con leña porque eso daña la capa de ozono. Eso puede decirlo el que puede acceder al gas, pero al pobre no le podemos pedir que se preocupe por el agujero de ozono porque lo único que dispone  para no comer crudo su alimento es el trozo de leña que tiene en frente”, puntualiza.

Al respecto, la doctora en Arquitectura, miembro de CEVE, investigadora del CONICET y también docente de la Universidad Católica de Córdoba, Daniela Gargantini, opina sobre la necesidad de alentar esta mirada desde la universidad: “La mayoría de las facultades de arquitectura del país están muy concentrados en el diseño, en la morfología y en la función. Por eso, el arquitecto termina siendo un  bien de lujo. Eso nos está exigiendo reformas de planes de estudios”.

Sustentabilidad sustentable

Manteniendo su premisa, el CEVE desarrolla todo tipo de tecnologías con el fin de economizar los costos de construcción y mantenimiento de viviendas. Así, ha logrado producir la llamada Casa del Bicentenario, financiada por el CONICET, compuesta con ladrillos reciclados con envases de PET, techos con cáscaras de maní y artefactos sanitarios que economizan agua, entre otros.

“Nuestros desarrollos hoy no abaratan los costos significativamente porque la basura no se recoge por separado y las botellas de gaseosa están siendo mezcladas o enterradas. Recién va a empezar a ser útil cuando los municipios recojan y procesen  por separado”, explica el arquitecto.

Al mismo tiempo, el arquitecto señala que esta situación se repite en el sector privado: “Con el maní pasa lo mismo, sería fundamental convocar a la industria manisera de Córdoba, que es la primera en Argentina y la tercera en el mundo, para que coloque la cáscara de maní en reservorios en lugar de quemarla. En la medida que se pueda unir el proceso de reciclado con la reconversión tecnológica que lo aproveche, estas investigaciones podrán alcanzar escala.”

Por otro lado, la Casa del Bicentenario cuenta con un innovador sistema sanitario para disminuir el uso del agua. Simplemente, propone que el depósito del inodoro, en lugar de llenarse con agua potable, se llene con el agua del lavabo. Si además se incorporan pulverizadores en la grifería se puede ahorrar hasta un 80% de agua potable. 

Alternativas sociales del hábitat
La ONG Habitar Argentina (http://habitarargentina.blogspot.com.ar/), que aglutina a especialistas e instituciones  reconocidas en materia de vivienda y desarrollo social (también AVE y  CEVE), elaboró varios informes además de enviar tres proyectos de ley al Congreso para solucionar el problema habitacional.

Según uno de los informes presentado por el organismo, en el período 1991-2010 el Estado ha construido, a través de políticas diversas, alrededor de 55 mil viviendas por año. Sin embargo, lejos de resultar suficiente, en el mismo informe se señala que existen más de 3,3 millones de hogares que sufren diferentes situaciones deficitarias en materia habitacional.

Al respecto, uno de los representantes del organismo, economista y asesor del Senado de la Nación, Javier Goldin, señala que “hoy se generar 220 mil hogares nuevos por año”. Según sus cálculos, “si la demanda es de 220 mil viviendas y entre el Estado y el sector privado se producen unas 100 mil, quiere decir que más de 100 mil las produce la sociedad en forma informal” por lo que considera que “las soluciones, aunque sean precarias o limitadas, vienen del sector social y no de la gente que compra su vivienda en el mercado”. 

Durante los últimos 40 años, el Estado nacional ha definido políticas tendientes a solucionar la situación habitacional. En el año 1972 se creó el Plan Federal Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI), cuya premisa continúa siendo la ayuda a la población de menores ingresos. En sintonía, el actual gobierno comenzó a entregar créditos hipotecarios a través del Plan ProCrear.

Goldin reconoce la medida como “acertada”, pero la evalúa como insuficiente. “La inmensa mayoría de las políticas públicas, particularmente el FONAVI y el ProCrear, exigen que la gente tenga un trabajo en blanco, y la realidad es que el 80 por ciento del déficit habitacional lo sufre el 40 por ciento de la población que está en peores condiciones. Ese 40 por ciento, que tiene los salarios más bajos y la precarización laboral más grande, no puede acceder a ningún programa habitacional”.   

Ante esta situación, que se registra en todo el país, ¿Qué se puede hacer? Habitar Argentina envío tres proyectos de ley al Congreso de la Nación en pos de alentar una posible solución: 1) Vivienda y producción social del hábitat, 2) Programa nacional de regularización dominial, 3) Proyecto de ordenamiento territorial.

El economista destaca la necesidad de que el Estado aliente y ayude a que la mayoría de las personas, que viven en las condiciones señaladas, construyan su propia casa en forma progresiva. “Que la gente tenga un terreno a costos razonables y que el Estado le entregue pequeños créditos y una ayuda técnica para que vayan construyendo en forma progresiva, a costos razonables, aumentando la calidad de la vivienda”, sostiene Goldin.

El segundo proyecto apunta a regularizar la situación dominial de tierras y  viviendas precarias. En este sentido, la organización propone que el Estado facilite, a través de un programa y recursos,  el proceso de regularización de tenencia en numerosos casos que ayudarían a disminuir el déficit. Este proyecto fue aprobado por unanimidad en el Senado de la Nación.

Finalmente, el tercer proyecto apunta a regular el uso del suelo. “Mucha gente invierte en suelo o en viviendas que están vacías. De hecho, el último censo muestra que hay más de 2,5 millones de viviendas vacías. Entonces, hay que alentar a que se utilicen. Eso se logra cobrando impuestos más altos a las viviendas y los lotes vacíos. Hay que obligar a alquilarlos o venderlos”, concluye el especialista.

Desde los municipios

La arquitecta Daniela Gargantini comenta a la Agencia CTyS que desde CEVE “se realizan capacitaciones a entes provinciales y municipales en forma permanente”, mediante acciones de transferencia, con la premisa de que la vivienda otorga muchas oportunidades de vinculación y articulación de diversos actores sociales.

La especialista señala la necesidad de que los sectores públicos y privados trabajen en forma mancomunada. “El Estado, así como necesita contar con el sector comunitario, también tiene que ser capaz de articular con otros sectores, porque aún cuando no participe de manera directa, el mercado siempre está presente”.

Finalmente, Gargantini remarca el rol de los gobiernos locales: “Hay una cantidad de acciones que pueden llevar a cabo los municipios sin necesidad de recurrir a los fondos de entes de mayor jerarquía. Nosotros no trabajamos sólo para el poblador sino que indirectamente trabajamos con equipos técnicos motivándoles a desarrollar programas habitacionales con este enfoque integrador. Eso le otorga sustentabilidad a los proyectos”.