Vegetarianismo, una forma de combatir el cambio climático

Médico y docente de la UNC, Ezequiel Arrieta, propone en su libro “Vegetarianismo en el debate político” una nueva visión sobre el consumo de alimentos y el cuidado del medio ambiente.

Guillermo Meliseo (Agencia CTyS) - Diversos estudios han demostrado que las actividades agrícolas producen una gran cantidad de gases de efecto invernadero, y dentro de estas, el sector pecuario es un jugador importante. A pesar de ello, poco se ha hecho para modificar los hábitos alimenticios en pos de ayudar a cumplir los objetivos para reducir la concentración de gases contaminantes.

Por lo general, cuando se habla de cambio climático se menciona la deforestación, la extracción de petróleo o la contaminación del agua. Sin embargo, nunca se piensa en la alimentación. Por ello, abastecer de alimentos a toda la población de una manera sostenible es el desafío que tiene la agricultura y la producción de alimentos en el siglo XXI.

En ese sentido, y para despertar el espíritu activista, Ezequiel Arrieta, docente de la Universidad Nacional de Córdoba,  plantea en su libro “Vegetarianismo en el debate político” una aproximación de lo que considera una forma de alimentación saludable que tiene menor impacto sobre los ecosistemas naturales. Al mismo tiempo, el experto exhorta a la población a tomar conciencia sobre los daños que la industria pecuaria produce en el medio ambiente, como la reducción de la biodiversidad y el temible (e inminente) “cambio climático”.
 
En muchos apartados menciónás que el actual sistema alimentario es insostenible. ¿Por qué lo sostenés con tanta efervescencia?

Producir carne es muy costoso en términos de recursos naturales. Se requieren de grandes superficies de tierras para que los animales pastoreen o para cultivar el forraje para alimentarlos, tierras que antes eran ecosistemas funcionales; también es necesario ingresar grandes cantidades de energía en toda la cadena de producción, a lo largo de la cual es necesario aportar otros insumos como el agua y antibióticos. Todo esto lleva inminentemente a la reducción de la biodiversidad y del ambiente en general, el cual se encuentra en estado crítico. A estos hechos sumémosle el que somos más de 7 mil millones de personas.

¿Cómo afecta el consumo de carne en el llamado Calentamiento Global?

En toda la cadena de producción, las dos actividades que liberan más gases de efecto invernadero son la producción del forraje, mediante la emisión de dióxido de carbono por el transporte y óxido nitroso por la fertilización, y la cría de los animales mediante la emisión de gas metano derivado de la fermentación de los rumiantes. Si comprendemos que por las leyes físicas se requiere más energía invertida en la producción de un alimento de origen animal que de un alimento de origen vegetal, podremos comprender que los primeros tenderán a emitir más gases de invernadero. Generalmente, cuanto más grande es el animal, mayor es el aporte que hace al calentamiento global. Esto nos remarca la importancia de analizar toda la vida del producto que estamos consumiendo para luego saber cuál es el impacto que tiene en los ecosistemas naturales.

Y usted con “Vegetarianismo en el debate político” intenta abolir las prácticas que conllevan al consumo masivo de productos pecuarios…

Para mí lo más óptimo siempre va a ser no consumir ningún alimento de origen animal; por una cuestión termodinámica, es mucho más eficiente una dieta a base de alimentos vegetales (en esta categoría entran las legumbres y los cereales) que de carne. Sin embargo, entiendo las limitaciones de dejar de consumir carne, porque es un hábito muy arraigado a la cultura. Un primer acercamiento es comenzar a reducir el consumo de carne y luego, en algún momento, llevar adelante una dieta que aproveche los recursos naturales de manera más eficiente.

¿Cuáles son los beneficios de consumir una dieta a base de alimentos de origen vegetal?

La Asociación Americana de Nutrición y Dietética es una de las tantas instituciones que ha emitido una postura de consenso científico a favor de las dietas vegetarianas. Ellos afirman que las dietas vegetarianas pueden satisfacer todas las etapas de la vida. Desde el embarazo, la lactancia, la niñez, la adultez y la vejez, inclusive para los atletas. Y que no solamente es adecuada para sostener un buen crecimiento y desarrollo, sino que también produce beneficios para la salud, porque se ha demostrado que las personas que llevan una dieta vegetariana tienen menores índices de enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes y obesidad. Entonces, las dietas con menos carne también son una forma de hacer salud pública mediante la prevención de enfermedades súper prevalentes hoy en día y propias del consumo excesivo de carne y la mala alimentación.

¿En qué trabajan los organismos de salud para evitar esos trastornos en el medio ambiente?

Hace unos 10 años la FAO publicó un informe llamado “La larga sombra del ganado” que ponía en evidencia una larga lista de problemas ambientales relacionados al sector pecuario, y fue hace unos 4 años que acuñó el término dietas sostenibles, las cuales no se sabe bien cómo están compuestas pero se considera que deberían tener poca cantidad de alimentos de origen animal. Anteriormente, las consecuencias ecológicas de las prácticas ganaderas eran abordadas mejorando la cadena de producción, pero nunca abordando el producto final, la comida. Es decir, no se salía de la caja. Hoy la producción de alimento es un tema en auge en la investigación y en algunos años seguramente veremos políticas públicas relacionadas a las dietas.

Entonces,  ¿Qué se puede hacer para salir de esa “caja” de pensamiento para ofrecer nuevas alternativas de alimentación?

Creo que lo primero es reconocer el problema. Es decir, mediante la educación y la divulgación científica, se debe concienciar a la población de que un elevado consumo de carne trae aparejado ciertas consecuencias ambientales, para la seguridad alimentaria y la salud pública. De esta manera se sembraría un terreno fértil para que prosperen acciones políticas. Por ejemplo, subsidiar la producción de alimentos de origen vegetal para que disminuya el precio y así la población pueda abastecerse de otras opciones alimentarias. Hoy en día, el mercado no apoya  el desarrollo de estos alimentos, y por lo tanto dificulta la transición dietaria. Es decir, una persona que quiere cambiar de dieta no puede porque generalmente le es costoso y algunos alimentos son difíciles de conseguir si vivís en una ciudad pequeña. En esto es muy importante que tome un rol fundamental el Estado a partir de políticas públicas y de educación a largo plazo.

En ese sentido, existen varios mitos sobre las dietas vegetarianas. Por ejemplo, que son dietas para la gente que tiene la billetera abultada. ¿Qué opina usted al respecto?

Por un lado tenemos un grupo de alimentos llamados frutas y verduras, que deben ser consumidos tanto por personas vegetarianas como por las no-vegetarianas. Son productos que deben estar en todas las dietas, por el simple hecho de que es saludable. El aporte proteico de las carnes es reemplazado fácilmente por cereales y legumbres, mientras que el aporte de hierro es reemplazado por verduras de hojas verdes, por ejemplo. Entonces cuando hablamos de los costos de la dieta vegetariana debemos hacer el reemplazo correcto y ahí sí comparar los precios.

*Ezequiel Arrieta es médico egresado de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Actualmente se desempeña como Profesor Asistente en la UNC y, paralelamente, realiza una tesis doctoral en Medicina. Es miembro y conferencista de la Red de Divulgación Científica de Córdoba, activista del software libre y la cultura libre.