Crisol de medicinas

El Impenetrable Chaqueño es el punto de encuentro de diversas prácticas médicas que carecen de articulación entre ellas. Por una lado, la etnomedicina qom, conformada por curaciones shamánicas, cultos pentecostales y remedios naturales. Por el otro, la medicina oficial. Una investigación del Museo de Antroplogía de la UNC analizó los desafíos para una gestión intercultural de la salud y realizó una serie de propuestas.

Nadia Luna (Agencia CTyS) - Imagínese que usted sólo sabe sumar y se encuentra con una persona que sólo sabe multiplicar. Usted le dirá que dos más dos son cuatro. El otro, sorprendido como quien ve a un perro con cinco patas, dirá que no, que dos por dos son cuatro. ¿Quién estaría equivocado? Ahora, suponga que usted, cada vez que se enferma, recurre a un remedio casero que sabe que siempre funciona. Un día, llega un desconocido y le ofrece una medicina preparada en un laboratorio con compuestos que usted desconoce, pero le asegura que es infalible. ¿Qué elegiría?

En regiones donde confluyen distintas culturas es frecuente que se presenten dilemas similares. Así les sucede a los qom, indígenas del Impenetrable Chaqueño también conocidos como tobas. Sus concepciones acerca de la enfermedad, así como sus remedios y terapias, difieren y chocan con los de la medicina oficial u occidental. Las prácticas tradicionales de los qom consisten, principalmente, en las curaciones shamánicas y en la medicina casera, aunque también recurren a cultos pentecostales practicados en iglesias indígenas.

El problema con el pluralismo médico de la región es que no existe una articulación entre las diferentes prácticas. Ante este panorama, científicos del Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) indagaron en los desafíos existentes para una gestión intercultural de la salud en el Impenetrable y propusieron sugerencias. Los ejes fueron tres: la vinculación de la etnomedicina qom con la medicina oficial (biomedicina), la salud materno-infantil y las problemáticas sanitarias vinculadas al ambiente.

“La articulación es indispensable para la comprensión mutua de las distintas medicinas y para evitar que los proyectos sanitarios terminen fracasando”, destaca en diálogo con Agencia CTyS el biólogo Gustavo Martínez, investigador del Conicet en el Museo de Antropología de la UNC, a cargo del trabajo. Ya concluida la investigación, el equipo se encuentra elaborando materiales bilingües de educación sanitaria intercultural, destinados tanto a los centros de salud como a la comunidad qom.

Solucionar la cuestión de la articulación es clave. La provincia del Chaco cuenta con las tasas más bajas del país de esperanza de vida al nacer (69,97). En tanto, el Impenetrable Chaqueño, situado en el Departamento General Güemes, presenta el porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas más alto de la provincia (54,9%), mientras todo el Departamento encabeza las estadísticas sobre defunciones de niños de entre 1 y 4 años (17%).

De shamanes, analgésicos y farmacias vivas

La figura del shamán está investida de gran poder debido a la capacidad que le atribuye la comunidad para comunicarse con seres del cosmos, para curar y para dañar. Aunque, según entrevistas realizadas por los investigadores, la eficacia del accionar shamánico, en ocasiones, es puesta en duda por los qom. Ellos consideran que a veces los pagos exigidos (bicicletas, vacas, caballos, entre otros) exceden el beneficio obtenido y que, antes, el shamán sólo solicitaba retribución si curaba.

-¿Y qué pasa si no le da?- indagan los investigadores.
-…y me va a dañar- aseguran los qom.

Por su parte, los cultos pentecostales datan de principios del siglo XX. Al comienzo, su relación con el shamán fue conflictiva. Pero, con mayor o menor tensión, ambas prácticas coexisten en la actualidad. La principal ventaja es que, a diferencia del shamán y la clínica, es gratis. Se trata de prácticas religiosas sincréticas que buscan la expulsión de malos espíritus y agentes causantes de enfermedades, mediante la imposición de manos, oraciones, danzas y cantos rituales. Así, por ejemplo, el tradicional nmi o “baile sapo” constituye en la actualidad un espacio en el que se desarrollan performances pentecostales destinadas, entre otras cosas, a lograr el bienestar y la salud.

En tanto, la medicina doméstica se compone de más de 260 especies, pertenecientes a 121 familias de plantas y animales. “Desde la biomedicina, hay resistencia a aplicar la medicina natural porque confirmar la validez fitoquímica o inocuidad de las plantas suele tardar varios años. De todos modos, existe un listado de plantas medicinales que ya han sido aprobadas y que se podrían prescribir tranquilamente”, indica el investigador, y pone el ejemplo de las “farmacias vivas” desarrolladas en Brasil. Allí, algunos centros de salud cuentan con huertos donde cultivan plantas medicinales.

La biomedicina, por otro lado, suele ser elegida por los qom cuando se requiere de acciones inmediatas, como analgésicos y antídotos, o en casos de embarazo y de atención a los niños. Entre las prácticas aceptadas por los indígenas están la vacunación de los chicos y las radiografías, mientras que las inyecciones e internaciones están cargadas de connotación negativa.

Según Martínez, los agentes sanitarios bilingües y las parteras constituyen un nexo valioso en la articulación de las distancias idiomáticas y culturales entre los qom y los doqshi (blancos). “Sin embargo, su capacitación está orientada hacia la biomedicina. Actúan de manera subordinada a los médicos, ocupándose del control de talla y peso de los niños, prevención de enfermedades materno-infantil y prescripción de medicamentos sencillos. Deberían tener un protagonismo mayor”, sostiene.

De esta manera, las sugerencias para este primer eje apuntan a una capacitación para la comprensión de las concepciones indígenas de enfermedad y la aplicación de terapias mixtas; la conformación de consejos asesores aborígenes como parte del equipo de salud; la creación de un manual de educación sanitaria intercultural; la inclusión de shamanes y agentes bilingües en la clínica a través de cargos remunerados; y un seguimiento de los tratamientos por parte del Estado.

Para el biólogo, el aspecto más difícil a superar es la resistencia de la biomedicina hacia el shamanismo. “Hay una tensión muy fuerte entre estos actores que es necesario tratar de mediar. De todas formas, los mismos shamanes han ido incorporando la costumbre de que, si en la primera o segunda atención que realizan no hay mejoría en el paciente, ellos mismos lo derivan a un centro de salud”, explica.

Cuerpos que hablan, devoran y desobedecen

Quemoxonalo (Serpiente Arco Iris) está expectante. Y las mujeres qom lo saben. No deben bañarse ni acercarse a ríos ni lagunas mientras están menstruando. Si desobedecen, Quemoxonalo castigará al pueblo y enviará una tormenta para que produzca daños a la aldea. “Concepciones míticas como ésta influyen fuertemente en algunas prescripciones o prácticas sanitarias”, cuenta Martínez.

Con el problema de la desnutrición sucede algo similar. Según la biomedicina, es causada por extender la lactancia más allá del año de vida del pequeño o a una nutrición deficitaria en calorías. En tanto, los qom la asocian, entre otras razones, a la transgresión de los padres de la pauta cultural que les prohíbe tener relaciones sexuales antes del primer año del chico. Del mismo modo, el incumplimiento de ciertas cuestiones alimentarias durante el embarazo ocasiona una enfermedad llamada nhuel lashi, en la que la placenta es capaz de devorar a un niño y ocasionar su aborto.

Con respecto a los anticonceptivos, si bien las mujeres qom no desconocen métodos “oficiales” como el dispositivo intrauterino (DIU) o píldoras anticonceptivas, los perciben con desconfianza, por lo que suelen recurrir a las plantas. “Hay un cierto rechazo a todo lo que implica introducir al interior del cuerpo de la mujer un objeto que pueda estar asociado con un eventual sangrado”, señala el investigador.

Otra práctica que se encuentra en tensión con la medicina oficial son los partos hospitalarios. Esto se debe, entre otros factores, a la conflictividad en ciertas representaciones de sexualidad y género (como el pudor de la mujer indígena frente a un profesional masculino) y al desconocimiento de prácticas como cesárea o ligadura de trompas. Por eso, las parteras tienen un rol fundamental. En ellas confluyen los saberes ancestrales con conocimientos propios de la biomedicina. Además, suelen exigir menores retribuciones que los shamanes. Por estos motivos, son más aceptadas desde ambas culturas.

Por lo tanto, las propuestas para el cuidado de la salud materno –infantil incluyen: capacitar a las parteras con perspectiva intercultural y bilingüe, para promover una mayor asepsia frente al parto, concientización del calendario de vacunación y derivación de embarazos complicados a los centros de salud; su incorporación a los hospitales; sensibilidad por parte de los médicos a criterios culturales de los indígenas, como la preferencia de atención femenina; y la realización de talleres de educación alimentaria.

Ver para creer y curar

La degradación ambiental de la región y la consecuente pérdida de biodiversidad ocasionan el resurgimiento de enfermedades infecciosas como tuberculosis, dengue y cólera, y una mayor prevalencia de patologías endémicas como el mal de Chagas.

De la misma manera que a cualquiera le costaría creer que hay vida extraterrestre sin contar con pruebas fehacientes, el universo de representaciones de los qom no admite la existencia de vida microscópica. Así, desde el punto de vista de la biomedicina, el cólera es una enfermedad hídrica causada por una bacteria, mientras que para los indígenas, es provocada por el consumo de la mezcla de aguas frías y calientes.

Por la misma razón, el método de purificación del agua que más utilizan es el menos seguro: el filtrado con un cedazo o tela. Los qom la consideran muy eficaz porque pueden ver los restos de suciedad que se eliminan y quedan en la tela. En tanto, a pesar de ser técnicas más seguras, el hervido les resulta poco práctico y el empleo de lavandina es bastante impopular, porque desconocen las cantidades apropiadas a aplicar.

De este modo, los científicos sugieren la realización de talleres  educativos que permitan a los qom visibilizar, mediante el empleo de material óptico o audiovisual, el nivel microscópico de los agentes patógenos. También, la incorporación de alternativas de potabilización, como el método Solar Desinfection, que consiste en llenar botellas con agua y exponerlas al sol durante varias horas, y cuenta con amplia aceptación en otros contextos de interculturalidad. Por último, incentivan la difusión de modos de prevención de enfermedades a través de las radios locales gestionadas por los indígenas.

“En los materiales de educación sanitaria que estamos elaborando combinamos ambos tipos de conocimientos. Así, por ejemplo, en el caso de una diarrea, se incluyen medidas de prevención provenientes de la biomedicina, pero también remedios naturales. Además, las enfermedades están nombradas en idioma nativo y con los términos científicos propios de la medicina oficial”, concluye Martínez.