Pequeños grandes proyectos: de la ciencia a la industria

Daniel Lupi, presidente de la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), destaca lo hecho en el área a nivel nacional. Subraya la importancia de la divulgación para despertar vocaciones científicas y detalla los mecanismos de la FAN para vincular a la comunidad académica con sectores industriales.

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Raquetas mejoradas, automóviles con menos smog, medicamentos que liberan la dosis exacta de droga, baterías de celulares que duran más…detrás de estos avances científicos (por momentos casi mágico, valga la paradoja) andan las nanotecnologías y sus múltiples ventajas, convirtiendo en realidades concretas aquel famoso slogan de El futuro ya está aquí. Alimentos, energía, salud y medio ambiente reciben día a día mejoras y nuevas perspectivas a partir de las novedades que las nanotecnologías les proveen.

Claro que trabajar con escalas nanométricas (téngase en cuenta que un nanómetro es mil millones de veces más chico que un metro) implica toda una serie de desafíos científicos y también debates sobre sus usos, sus alcances y la forma en que se pueden potenciar. Uno de los organismos que juega un rol clave en este sentido es la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva de la Nación (MINCyT). Daniel Lupi, presidente de la FAN y docente de la UNLaM, analiza el escenario actual en Argentina en relación a este tipo de tecnologías y aborda su vínculo con las industrias, entre otros ejes.

¿Cuánto hay de cierto en aquella frase que dice que las posibilidades de la nanotecnología son infinitas?

Tiene verdad en la medida en que uno hable de materiales, porque la nanotecnología implica cómo mejorar los materiales. Si bien es verdad que hay aspectos que son infinitos, todavía no está inventado aquello que pueda romper los esquemas, que produzca un quiebre importante en el área. Probablemente ese quiebre venga desde la medicina, por ejemplo con mejoras en la quimioterapia para combatir tumores. Hay que tener en cuenta que la clave de la nanotecnología está en la relación entre superficie y volumen. Cuando dividís la superficie de un cuerpo por el volumen te da una determinada cifra. Si partís varias veces ese cuerpo a niveles nanométricos, el volumen se va a mantener constante pero la superficie aumentará de manera exponencial. Este dato es importante porque las reacciones químicas se llevan a cabo en la superficie, con lo que al aumentar la superficie multiplicas también la capacidad del reactivo. El ejemplo típico es que una cucharita de café con nanopartículas de plata tiene la misma superficie que una cancha de fútbol, por increíble que parezca. Ahí está la clave de la nanotecnología.

¿Qué rol considera que debe ocupar la Argentina en materia de nanotecnología, en el escenario mundial?

Se puede pensar a partir de la cadena de valor: hay nanomateriales, hay nanointermediarios y hay productos finales. Los primeros dos son lo verdaderamente nanotecnológico. Los nanomateriales, como los nanocomponentes o las nanopartículas, generalmente están dominados por las grandes compañías químicas internacionales, por lo que es difícil competirles de igual a igual en el mercado. La única excepción en Argentina serían las nanoarcillas. Volviendo a la cadena de valor y al lugar de Argentina, el mayor negocio está en el medio, es decir, en los nanointermediarios. A modo de ejemplo, se compran nanopartículas, se agregan a pinturas determinadas y después se vende a empresas de afuera, como lo pueden ser fábricas de autos que quieren colores determinados para sus productos.

¿Considera que ya está un poco más inserto el concepto de nanotecnología en la sociedad?

Por suerte sí. Hay diversos factores que lo demuestran, incluso desde el punto de vista político. Ha asumido un gobierno nuevo y, entre los temas que entienden que son importantes, figura la nanotecnología. La clave, al igual que la biotecnología y las Tecnologías de la Información, es que son líneas transversales: se pueden aportar mejoras en la salud, en el medio ambiente, en la energía, en los alimentos, etc.

¿Cómo se trabaja desde la FAN para despertar vocaciones científicas? ¿Cuáles son los proyectos y objetivos que se plantean en este sentido?

La FAN tiene como objetivo difundir la nanotecnología y al mismo tiempo utilizarla para que aumente la competitividad de las PYMES argentinas, vinculándolas a su vez al sistema científico. Las actividades de difusión fueron las más importantes y que las que más tiempo nos llevaron en estos últimos años. Lo que buscamos es cubrir varios rangos de edades y varios públicos. Lo primero que surgió fue “Nanotecnólogos por un día”, que apuntaba primero a escuelas secundarias técnicas y luego se fue extendiendo a otro tipo de instituciones educativas. El público más chico se cubrió con diversas actividades hechas en Tecnópolis, que, si bien está pensado para toda la familia, intentamos hacer hincapié en los niños de primaria o incluso jardín. En cuanto al público más grande, como los universitarios, decidimos hacer un curso a distancia preparado por profesionales e investigadores que se da durante un mes. Ya vamos por el tercer año, e incluso estamos preparando módulos más específicos para los próximos alumnos.

Las escuelas ganadoras de “Nanotecnólogos por un día” tienen la posibilidad de visitar un laboratorio  y trabajar allí un día. Esa experiencia imagino que ayuda a romper el mito del científico, a la vez que les permite un contacto real con un laboratorio…

Claro. El premio real es mostrarles a esos estudiantes de escuelas secundarias que no es necesario ir a Estados Unidos o Europa para ver laboratorios de primer nivel, tanto por la gente que trabaja como por las instalaciones que hay. El proceso de “Nanotecnólogos…” anduvo muy bien, al punto de que muchas provincias nos invitan y nos pagan para que vayamos con nuestros investigadores a brindar charlar de divulgación científica para las escuelas que quieran participar. Pero las actividades de divulgación no se limitan solamente a estas, sino que incluyen otros módulos como “Nanotecnología para la industria y la sociedad”. Allí, ofrecemos investigadores y científicos a distintas cámaras industriales o empresas para que expliquen las mejoras y las potencias de la nanotecnología en sus rubros, ya sea madera, metalurgia, alimentos, etc. Si bien no tuvo tanto impacto todavía, creemos que va a tener éxito, sólo que en este caso depende más de que los sectores logren identificar las ventajas de este tipo de tecnologías en sus rubros.

Y en relación a este tema, ¿qué evaluación hace del vínculo entre la industria nacional y la ciencia? ¿Hay diálogo, podría mejorarse esa articulación?

Hay dos temas. Por un lado, hay un cambio de política. Por el otro, hay que ver como se maneja el crecimiento exponencial de los científicos. Una posible salida sería la industria, pero la industria no siempre está preparada para recibir a tantos investigadores. Ese es el gran problema a resolver: cómo ese conjunto de investigadores con saberes especializados se puede insertar en el sistema productivo. Ya sea para aumentar la competitividad de las empresas como para que la sociedad se dé cuenta que pueden hacer un aporte al país. El aspecto de la transferencia siempre es importante en los procesos científicos.

¿Y qué propuestas han desarrollado desde la FAN, para poder mejorar o potenciar esa transferencia?

Muchas veces los proyectos de investigación terminan en una tesis o paper. El gran desafío es cómo una PYMES o empresa puede aprovechar ese paper. Frente a este escenario, tenemos un mecanismo que se llama “Pre-semilla”, donde un investigador presenta su proyecto o tesis y desde la FAN se lo evalúa. Si se aprueba, se le da una beca de un año para que se convierta en un prototipo. Por supuesto que durante ese año se hace un control para ver si efectivamente usa la plata para ese fin, si avanza en el proyecto, si cumple con los objetivos. Y, en caso de que quiera hacer su negocio, lo ayudamos con otra etapa que se llama “Semilla”, o lo conectamos con una empresa que lo pueda potenciar. Hemos recibido alrededor de 45 proyectos, donde muchos han sido aprobados pero no todos han tenido éxito. Eso nos parece lógico, si todos los proyectos aprobados tuvieran éxito, algo estaríamos haciendo mal: o los proyectos son muy elementales, o sus objetivos muy fáciles de alcanzar, etc. Por suerte nuestro país tiene científicos de gran calidad que están realizando grandes aportes en el área de la nanotecnología. Estamos muy bien posicionados, porque además Argentina siempre tuvo una gran tradición en la medicina, por ejemplo, donde la nanotecnología puede hacer sus aportes.

Daniel Lupi es Ingeniero Electromecánico por la Universidad Nacional de Buenos Aires y presidente de la Fundación Argentina de Nanotecnología. Se desempeñó como Coordinador del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) en la Unidad de Producción de Alta Tecnología. Es docente del Departamento de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Matanza. Además,  fue docente en la Universidad Nacional del Sur (Seminario Avanzado), en la Universidad Católica de Córdoba (Seminario Avanzado) y en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Nacional (Profesor Adjunto), entre otras universidades.